La Iglesia sobre las aguas

Religiosos y misioneros contribuyen a la promoción de las comunidades indígenas del Amazonas

(Graziela Cruz y Léo Mendes) Evangelizar en la región de la Amazonía, en Brasil, no es una tarea fácil: caminar durante kilómetros, montar en camiones o autobuses, navegar por los ríos en bote o canoa, comer lo que se ofrece. Cada día en un sitio nuevo, y cada noche en una cama diferente. Los objetos personales se quedan en una bolsa o mochila sencilla y, en algunos casos, el río es la única compañía, también utilizado para lavar la ropa y bañarse. Ésta es la rutina de un gran número de personas que dedican sus vidas a la evangelización de los pueblos ribereños y las comunidades indígenas amazónicas.

Sergio Castriani, obispo de Tefé

Donarse a esa misión requiere gran dedicación, abnegación y amor al prójimo. Es necesario conocer la geografía espacial y del interior humano, estar dispuesto a no instalarse en un solo lugar y estar abierto a evangelizarse uno mismo, a entrar en la vida del otro sin corromper su cultura y sin dejarse corromper.

Sergio Castriani, de 56 años, es obispo de la Prelatura de Tefé, en el Estado de Amazonas, desde 1998 y vive constantemente esta experiencia. Ha trabajado como vicario en São Paulo y Acre y como consejero general de la Congregación del Espíritu Santo (a la que él pertenece) en Roma, y es el actual presidente de la Comisión Episcopal para la Acción Misionera y la Cooperación Intereclesial de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) y presidente del Consejo Misionero Nacional, responsable de la recepción de los misioneros.

El obispo dice que los ríos, los bosques, el silencio y la contemplación son parte de un escenario que le permite ver a Dios en el camino, incluso en medio de la pobreza extrema. Como anécdota, en una visita a la comunidad más lejana de Tefé, la parroquia de Itamarati, el equipo de la Prelatura llegó después de horas de viaje bajo un sol ardiente. Los misioneros fueron recibidos de forma más generosa en una casa donde sólo había lo básico. “Eran una pareja de ancianos con una nieta con problemas de salud mental y nos recibieron muy calurosamente. Hablamos y oramos, y al irnos, la anfitriona nos dio dos docenas de huevos, una bolsa de limones y algunas papayas, para el obispo”, recuerda con emoción.

Monseñor Sergio asegura que es a través de los pobres como es posible ver el rostro y la misericordia de Dios. “Sólo aquéllos que tienen el privilegio de reunirse con los pobres reciben la revelación de lo que es el reino de Dios, porque el Reino les pertenece a ellos”, concluye.

El barco, esencial

El medio de transporte más común en la región son los llamados recreios, grandes barcos para el transporte de carga y pasajeros. En ocasiones, los recreios son noticia nacional cuando naufragan. Sin embargo, según el obispo, son el más seguro y fiable medio de transporte que favorece el contacto entre las ciudades. En las visitas a las comunidades ribereñas, sacerdotes, equipos pastorales y misioneros utilizan sus propios barcos, que también les sirven para dormir y cocinar en los viajes, que pueden durar hasta un mes.

Para llegar a Itamarati, ciudad de difícil acceso, la única alternativa es el transporte aéreo. “Por no ser frecuente o regular, el vuelo es caro, alrededor de 1.400 reales brasileños [unos 634 euros], lo mismo que se necesita para ir a Portugal o a los Estados Unidos”, compara el obispo Sergio. En las comunidades de Itamarati, la Prelatura asegura la presencia de un sacerdote al menos una vez al año. Otros días son los ministros laicos y catequistas los responsables de las celebraciones y la pastoral, sobre todo los domingos.

A pesar de las dificultades, Castriani se muestra, en todo momento, fiel a las enseñanzas de Cristo: “Sin celebración no hay comunión, sin comunión no hay fe, y sin fe no hay acción de la comunidad; sólo así transformaremos nuestra realidad”. Los desafíos no terminan ahí. La falta de profesionales cualificados y el hecho de que los líderes comunitarios, en la mayoría de los casos, terminan por abandonar el campo, impide la secuencia de los trabajos en todos los ámbitos, sea dentro de la Iglesia o en servicios básicos. “Salud, educación, justicia y servicios públicos son, en general, precarios y funcionan de acuerdo con la voluntad de los concejales y alcaldes. El Estado, en la mayoría de los casos, no está presente”, explica el obispo de Tefé, que observa una falta de planificación incluso en las ONG que visitan las comunidades pobres de la Amazonía “haciendo promesas y desordenando la vida de las comunidades, y después se van, dejando a los residentes abandonados”.

Antonia Mendes

Por contra, las congregaciones religiosas caminan hacia la solidaridad y llevan la prosperidad y la asistencia espiritual a las comunidades ribereñas. El obispo Sergio reconoce la importancia de su trabajo: “No puedo decir qué sería de nuestra Iglesia sin la presencia, el testimonio y el servicio de los religiosos y religiosas que trabajan aquí. Ellos son esenciales para el éxito pastoral y de vida de las comunidades”.

Un ejemplo es el de las misiones realizadas por las Hermanas de la Congregación de Nuestra Señora del Calvario. La hermana Antonia Mendes Gomes, que también es asesora ejecutiva de la Conferencia de los Religiosos de Brasil (CRB), nació en Rondonia, hija de un recolector de caucho, y conoce bien la realidad de la población que vive en la región amazónica. Ella, siempre dispuesta a participar en estos proyectos de misión, dice que la prioridad de la congregación es el compromiso con la vida frente a los grandes temas sociales y ambientales. Afirma que las misioneras religiosas contribuyen a la formación de líderes, a las necesidades pastorales de las comunidades costeras y, sobre todo, en las acciones dirigidas a la implantación de la Pastoral de la Infancia, además de fomentar el respeto y solidaridad con las comunidades indígenas y la periferia: “Entendemos nuestra misión como una contribución para la promoción de un mundo mejor y por transformaciones históricas concretas. La Vida Religiosa siempre ha sido misionera en esta región, por eso no hay historia de la Iglesia de Amazonía sin la presencia evangelizadora de la Vida Religiosa”.

Además de los problemas ya citados por el obispo de Tefé, la hermana Antonia también destaca otros que la Iglesia y los misioneros combaten constantemente: “Somos testigos de la fuerte presencia de la prostitución, la explotación sexual de los adolescentes y el consumo de drogas. Las poblaciones, en su mayoría, están en una situación de total abandono. En muchos pueblos, el único grupo que llega son los misioneros y por eso nuestro trabajo es tan importante”.

La Prelatura de Tefé actúa junto a los indígenas, según las orientaciones del Consejo Indigenista Misionero (CIMI). La Iglesia es solidaria con la organización de los pueblos indígenas y su lucha por la demarcación de tierras, la educación y políticas públicas diferenciadas que garanticen la salud de calidad. De acuerdo con Sergio Castriani, la opción de los diversos pueblos étnicos y religiosos abarca desde el mantenimiento de la religión tradicional hasta el pentecostalismo y el catolicismo, a través de diversos matices: “Respetamos la cultura, el uso del lenguaje, la recuperación de antiguas costumbres y tradiciones, inspirados y purificados por el Evangelio”.

El prelado relata que aún hay indios pastores pentecostales, catequistas católicos o chamanes, y que la relación con cada tribu considera la historia de la comunidad: “En el caso de los católicos indígenas, son ciudadanos de pleno derecho de nuestra Iglesia, participan en la formación que ésta ofrece y contribuyen a la evangelización. Algunos forman parte de nuestro Consejo y reciben visitas pastorales y toda la formación que ofrece la Prelatura”.

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Tefé: en el corazón de la Amazonía


La Prelatura (nombre dado a las diócesis que están en formación, pero con la misma importancia que las demás) se encuentra en el corazón de la Amazonía. Su territorio abarca diez municipios en los márgenes de dos afluentes del río Solimões: Japurá y Juruá. En el ámbito de la Prelatura hay 14 parroquias; cada una cuenta con un área urbana y otra en la ribera que se extiende a lo largo de ríos y lagos. En las ciudades, la vida de las parroquias no es muy diferente de la del resto de las parroquias en Brasil. En el caso de Tefé, lo que marca la diferencia es que la necesidad allí es mucho mayor y la distancia entre las comunidades: hay parroquias que están a 48 horas de sus comunidades.

En el nº 2.713 de Vida Nueva.

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