Hacia la unidad cristiana multicultural

(Pedro Langa Aguilar, OSA- teólogo y ecumenista) Del 2 al 6 de junio ha tenido lugar en el mismo recinto que hace cien años la conmemoración propiamente dicha de la primera Conferencia Misionera Mundial de Edimburgo en 1910 (cf. VN, n.º 2.712). Escribo ‘propiamente dicha’ porque Edimburgo 2010 ha programado, en realidad, veintitrés eventos relativos a su entorno ecuménico, además de estos cuatro grandes: Tokio (11-15 de mayo); el ya citado Edimburgo, al que seguirán, del 16 al 25 de octubre, el de Ciudad del Cabo –llamado a ser, con el III Congreso de Lausana para la Evangelización Mundial, el más conservador–; y del 4 al 7 de noviembre, por fin, el de Boston, cuyo Instituto Teológico se propone desarrollar El cambio de contorno de la misión mundial y el cristianismo, en un intento por descubrir un enfoque de lo que podría constituir la misión en el siglo XXI. Dominado por instituciones católicas romanas, Boston ha sido elegido para resumen de los anteriores.

Cada uno es independiente, con oradores, papeles y agendas distintos. Todos orientados a compartir en el futuro iniciativas de alcance mundial. Se ha dicho que desde 1910, el moderno ecumenismo tira más por la unión de organización que por el consenso teológico. Lo cierto es que Edimburgo 2010 pretende profundizar y fortalecer su visión profética de la unidad del mundo entero, cristiana y multicultural unidad ella, marcada por el deseo unánime de difundir la Buena Noticia de Jesucristo. Noble objetivo, ciertamente, del que parecen estar descartados los problemas doctrinales. Si en Edimburgo 1910 la asistencia protestante fue mayoritaria, a Edimburgo 2010 acude toda la gama de tradiciones y confesiones cristianas católicas, ortodoxas, pentecostales e Iglesias independientes: una experiencia común del más amplio ecumenismo.

Relacionadas también con Edimburgo 2010, aunque inferiores, tenemos la Conferencia Mundial sobre el cristianismo en Liverpool, bajo el lema Unidad de los cristianos en misión y servicio; el 44º Seminario Internacional Ecuménico de Estrasburgo, con el rótulo Misión y ecumenismo en la aldea global, cien años después de la Conferencia de Edimburgo; y la Conferencia que la denominación Metodista Unida proyecta en Nashville (Tennessee), a partir del 15 de octubre, bajo el epígrafe Reconsidera la misión: reflexión y acción de Edimburgo 1910-2010: misión de compromiso pasado, presente y futuro.

No es difícil, por tanto, comprobar que Edimburgo 2010 aspira a difundir la red ecuménica y a extender la comprensión del evangelio. Las cuatro citas principales conforman un proceso de reflexión y activismo del que cabe presumir que rebase 2010, y sus organizadores han expresado el deseo de trabajar juntos y enviar representantes, mujeres predicadoras incluso, a cada una. Encuentros todos, según programa, comprometidos a discutir y crear documentos sobre temas únicos, pero relacionados con la superposición de las misiones mundiales.

Como quiera que el movimiento emergente centra en el reino de Dios su entendimiento de la fe y de la Iglesia, es de vital interés saber qué definición prima en torno al reino. La tendencia se inclina hoy más por el reino como difusión del evangelio social que por el evangelio de reconciliación y de redención en Cristo. El tiempo dirá cómo acaba ese discutido y más que discutible planteamiento.

A la Conferencia de junio han acudido unos 300 delegados de 60 países, conformando un extenso abanico representativo de Iglesias y confesiones. Brilló la diversidad en la indumentaria, se elevaron oraciones en varios idiomas y fueron entonados himnos de África, Asia, América, Oceanía y diversas culturas europeas. Destacó, igualmente, la reciprocidad en la misión y se abogó por abrir fronteras: en particular, “la artificial entre laicos y clero tiene que ser superada”; y en general, “las de todo tipo deben ser derribadas”. El arzobispo anglicano de York, John Sentamu, apeló durante la clausura a la transcendental importancia de testimoniar el cristianismo y, particularmente, a que se practique el amor hospitalario hacia los demás y la humildad en la proyección exterior del Evangelio.

Dar hoy testimonio de Cristo, pues, conlleva, según Edimburgo 2010 y eventos afines, trabajar concordes por la unidad cristiana multicultural.

En el nº 2.713 de Vida Nueva.

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