Benedicto XVI: “Los periodistas podrán encontrar en Lolo un testimonio elocuente”

Más de 18.000 personas acuden en Linares a la beatificación de Manuel Lozano Garrido

(Vida Nueva) El papa Benedicto XVI ha definido al nuevo beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, como un “fiel laico que supo irradiar con su ejemplo y sus escritos el amor a Dios, incluso entre las dolencias que lo tuvieron sujeto a una silla de ruedas durante casi veintiocho años”. Asimismo, afirmó que “los periodistas podrán encontrar en él un testimonio elocuente del bien que se puede hacer cuando la pluma refleja la grandeza del alma y se pone al servicio de la verdad y las causas nobles”.

El Santo Padre pronunció estas palabras el domingo 13 de junio, un día después de la beatificación de Lolo, durante el rezo del Angelus ante varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, en Roma.

El sábado, más de 18.000 personas, 20 obispos y más de 200 sacerdotes participaron en Linares (Jaén), desafiando a la lluvia, en la beatificación de Manuel Lozano Garrido (1920-1971), primer periodista laico elevado a los altares. Particularmente destacada fue la presencia de la hermana del nuevo beato, Lucía. Entre las autoridades civiles se encontraba José María Contreras, director general de Relaciones con las Confesiones.

El arzobispo Angelo Amato S.D.B., prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, explicó durante la celebración, que presidió en nombre del Papa en el recinto ferial de la localidad linarense, que “Benedicto XVI nos entrega un ejemplo de santidad, que transforma el dolor en peregrinación de redención”.

“El Papa ve en este ejemplar laico español un infatigable apóstol que aceptó la parálisis y la ceguera con espíritu sereno y dichoso –corroboró Amato un día antes de que lo manifestara el propio Pontífice–. Como escritor y periodista propagó las verdades evangélicas, sosteniendo la fe de su prójimo con la oración, con el amor a la Eucaristía y su filial devoción a la Virgen”.

Dolor en silencio

“Su cuerpo se convirtió en un amasijo retorcido de huesos doloridos; pero nunca se quejó ni habló de sí mismo; sin embargo, cuando pierde el movimiento de la mano derecha, aprende a escribir con la izquierda, cuando también la izquierda se paraliza, dicta a un magnetófono y así se convierte en escritor y periodista incansable desde su silla de ruedas”, recordó el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Un momento culminante de la celebración tuvo lugar cuando Angelo Amato leyó solemnemente en latín la carta apostólica con la que el papa Benedicto XVI inscribe en el Libro de los Beatos al siervo de Dios.

Amigos de Lolo portan las reliquias del nuevo beato

A continuación, se desplegó un tapiz gigante de Lolo. Se oyeron entonces las campanas de las iglesias de Linares, mientras un grupo de amigos de Lolo llevaron en procesión la urna con las reliquias del nuevo beato hasta ser colocadas junto al altar e incensadas.

El arzobispo Amato recordó también los años de adolescencia y juventud de Lolo, en plena Guerra Civil, durante la que perdió a su hermano Agustín. Como anécdota, contó que Lolo había recibido en esos años “la misión de distribuir clandestinamente la Eucaristía a determinados grupos de amigos y familiares”, y que fue denunciado por esta razón. Así, Manuel Lozano fue encerrado en prisión durante tres meses, pero más tarde perdonaría a la persona que le delató.

Y concluyó: “Lolo nos invita a dar amor, porque Dios tiene un solo nombre, que es Amor, nada más que Amor”.

Casi 30 años en una silla de ruedas

Nacido en Linares en 1920, a los 22 años Lolo, joven de la Acción Católica, comenzó a sufrir una enfermedad que en un año le provocaría una parálisis total, obligándole a vivir 28 años en silla de ruedas y en sus 9 últimos además se quedó ciego. Falleció el 3 de noviembre de 1971.

A pesar de la parálisis, escribió para varias publicaciones, entre ellas la revista Vida Nueva y el diario Ya, así como para la agencia Prensa Asociada. También escribió nueve libros, cuentos, poesía y ensayos, que le llevarían a ganar distintos premios, incluido el primer Premio Bravo de Periodismo de la Conferencia Episcopal Española.

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