Turquía, escuela de esperanza y purificación

La minoría cristiana quiere renovar su compromiso con la fe y apuesta por el ecumenismo

(Maria Nieves León) Asia Menor fue un destino privilegiado de la predicación de Pablo. El pasado año, con motivo de la celebración del Año Paulino, muchas comunidades cristianas quisieron renovar su compromiso profundizando en las enseñanzas del Apóstol de los Gentiles. Hoy hallamos dos catedrales, en Estambul y en Esmirna, y una cincuentena de templos dispersos por el país. Los cristianos representan el 3% de la población en Turquía.

Los Hermanos Menores han creado en Estambul el proyecto ‘Camino de Esperanza’, para la promoción del diálogo ecuménico e interreligioso, y ya llevan seis años trabajando. Son cuatro religiosos, ubicados en la parroquia de Santa María Draperis, de Istiklal Caddesi, una famosa vía del Estambul europeo. El P. Rubén Tierrablanca es uno de ellos. A finales del siglo pasado, la presencia franciscana en Turquía había venido a menos, se buscaba renovar la comunidad y responder a los signos de los tiempos. Las relaciones con las Iglesias de Oriente presentes en Estambul y otras comunidades eclesiales de la Reforma protestante ofrecían la oportunidad de buscar un camino ecuménico.

En 2003 llegaron el P. Rubén y el francés Gwenolé Jeusset, un año más tarde se les unió el congoleño Eleuterio Makuta, y luego Domenico Ko, de Corea. Esta comunidad multicultural se propone como signo de convivencia y de acogida del diálogo abierto con todos los cristianos, con las demás religiones y con los hombres y mujeres de buena voluntad.

Tierrablanca afirma: “Creo no equivocarme –señala el religioso– al afirmar que todos los cristianos que vivimos en Turquía somos conscientes de nuestra vocación ecuménica”. En otro nivel están las relaciones con el islam, con dos momentos importantes durante el año: en el período de Ramadán, el iftar, la conclusión de la jornada de ayuno, al que estos franciscanos han sido invitados en diversas ocasiones; y la fiesta anual de Mevlana Rumi, fundador del movimiento místico sufí. “

Presencia de religiosas

En la Iglesia de San Pablo, en Konia (la antigua Iconio), dos religiosas italianas de la Fraternidad de Cristo Resucitado abren sus puertas a los peregrinos. Isabella y Serena llevan aquí desde 1995, desde que se lo pidió el obispo de Esmirna. Los cristianos de Konia están de paso, y son, sobre todo, extranjeros; actualmente hay una treintena de cristianos caldeos o sirios, algún estudiante de otra ciudad y tres familias protestantes, más los peregrinos que siguen las huellas de san Pablo.

En opinión de estas religiosas, “en general, el pueblo turco tiene miedo de que los cristianos podamos evangelizar; es un peligro para la unidad y la identidad nacional. Ellos consideran el binomio ‘turco igual a musulmán’, y la identidad cristiana les parece extraña”. La “propaganda religiosa” está prohibida por ley, la Iglesia católica no goza de reconocimiento jurídico y el turismo religioso se permite por el beneficio económico que reporta. “Pero nosotras no hemos sufrido acciones desagradables“, aseguran. El diálogo interreligioso con los prófugos, sean caldeos o sirios ortodoxos, no representa para ellas ningún problema.

Más información en el nº 2.711 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea el reportaje completo aquí.

Compartir