Un Bicentenario para la integración en Argentina

Los curas de las villas de Buenos Aires reclaman más protagonismo del “pueblo bajo” en los festejos patrios

(Washington Uranga-Buenos Aires) Los sacerdotes católicos que trabajan en las villas, los barrios pobres y marginales de la ciudad de Buenos Aires, han emitido un documento con ocasión del comienzo de las conmemoraciones por el Bicentenario de la Independencia argentina en el que reivindican, entre otros temas, el protagonismo del “pueblo bajo” en tiempos de la colonia, haciendo una analogía con las poblaciones marginales actuales. Asimismo, reclaman que se impulse el proceso de integración tanto urbana como entre las naciones de la región de las que provienen muchos habitantes de estos barrios de emergencia.

El ‘Equipo de sacerdotes para las villas de emergencia’ es un grupo constituido y avalado por la arquidiócesis de Buenos Aires, coordinado por el sacerdote José María Di Paola, que desarrolla acciones pastorales concertadas. Se trata de una veintena de curas que viven y desarrollan su labor en los barrios marginales de la capital, donde habitan las familias más pobres, muchas provenientes del interior de Argentina, pero también de países limítrofes, en particular de Paraguay y Bolivia.

El texto, dado a conocer coincidiendo con el inicio de las celebraciones del Bicentenario patrio, tiene un tono reflexivo y propositivo, aunque no carente de denuncias. Manifiestan en él los curas que el anhelo del pueblo es “poder vivir un Bicentenario con justicia e inclusión”, para lo cual es “imprescindible –señalan– trabajar por la integración urbana”.

Verdadera historia

Recordando la Revolución de Mayo de 1810, primera manifestación independentista en Buenos Aires, los sacerdotes advierten que, “cuando leemos o vemos relatos sobre nuestra historia, solemos encontrarnos con nombres de un grupo muy reducido de la población”, en alusión a los “héroes patrios”. Sin embargo, “los nombres que se mencionan son los de personas que fueron muy importantes en el proceso, pero evidentemente no lo hicieron solos”, recuerdan. Y reivindican que esa “minoría ilustrada” fue acompañada por “el pueblo bajo”, sin cuya acción y participación “no entendemos la historia en su plena verdad”. Por analogía, los firmantes sostienen que “hoy el pueblo que habita las periferias de la ciudad también puede recibir este nombre de ‘pueblo bajo’”. Y sostienen que está llamado a tener un “rol protagónico” en este Bicentenario.

Desde esa perspectiva, los curas afirman la necesidad de promover la “integración” entre los pobres y los otros habitantes, entre los nacidos en Buenos Aires y quienes llegan de otras partes del país. Pero también con “los bolivianos, paraguayos, peruanos, uruguayos y otros latinoamericanos que viven en nuestro país, en nuestra Ciudad de Buenos Aires y, por tanto, en nuestras villas”. Y aseguran que “sería muy bueno que pensemos en los años que vienen como una oportunidad para la integración; que sea el Bicentenario de la integración”.

En el documento se apunta que “los vecinos de nuestros barrios, de indudable condición social pobre, no son simplemente carentes de dinero, sino que tienen un modo de ser, una cultura”, por lo que “hay en nuestras villas una enorme riqueza cultural que ha tenido como origen la llegada a la gran ciudad de familias del interior del país y de países limítrofes”. Y de sus habitantes destacan su cultura popular, “que tiene como núcleo la fe en Dios y en la Virgen”, los valores de la fraternidad y la solidaridad y su “deseo profundo de progresar”.

El colectivo sacerdotal reclama para los pobres un lugar protagónico en la construcción de su destino. Porque “creemos que considerar a los más pobres no como objeto, sino como sujeto, implica también reconocer que los más pobres tienen una manera particular de pararse frente a la realidad, un modo de situarse frente a la vida”, aseguran los curas de las villas. Y en función de ello se debe entender que “no sólo dan qué pensar, sino que piensan; no sólo despiertan sentimientos, sino que sienten. Tienen una cosmovisión que ofrecer”. Por eso, defienden que el Bicentenario “es una ocasión para reconocer al pueblo que habita la villa como un interlocutor al que hay que primeramente escuchar para entrar en un diálogo fecundo”.

wuranga@vidanueva.es

En el nº 2.708 de Vida Nueva.

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