El Bicentenario de Venezuela confronta a la Iglesia con el modelo oficial de Chávez

Los primeros festejos por la independencia del país vuelven a escenificar las diferencias del presidente con el Episcopado

(Andrés Cañizález– Caracas) Las diferencias entre la Iglesia católica y el Gobierno de Venezuela, que encabeza Hugo Chávez, volvieron a remarcarse a propósito del Bicentenario de la Declaración de Independencia Nacional, cuyos festejos oficiales comenzaron el 19 de abril y se extenderán hasta el 5 de julio de 2011. Voceros de la jerarquía eclesial manifestaron su descontento con los actos oficiales, y la propia Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ha aprovechado esta conmemoración para resaltar la necesidad de pluralidad política y tolerancia en el país.

Pese a su condición de militar retirado, Chávez usó ese día un traje de gala militar y estuvo acompañado de varios jefes de Estado. Los actos se caracterizaron por resaltar, en primera instancia, asuntos relacionados con su ‘Revolución Bolivariana’, quedando en un segundo plano los aspectos relativos a la gesta independentista iniciada en Caracas dos siglos atrás. Ya lo había advertido el primer vicepresidente de la CEV y arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, quien aseguró que estar hablando de formar milicias coincidiendo con “un acontecimiento que marcó las puertas de la libertad y de la independencia, es una perversión y significa tratar de llevar fuera de la verdad a los hechos”.

En los días previos al acto, el Gobierno anunció el lanzamiento de “las guerrillas comunicacionales”, cuerpos formados por adolescentes de secundaria que reproducen la lógica militar en términos de organización y cuya misión es “combatir la mentira y la desinformación”. Provienen de centros educativos públicos y se dedican al reparto de pasquines en el metro o a pintar grafitis y murales “revolucionarios” en las calles de Caracas. No están armados, pero su conformación ha levantado la polémica, porque no todos son mayores de edad, y se ha denunciado una manipulación por parte de las autoridades para involucrarles en tales acciones “de propaganda callejera”.

Milicias bolivarianas

Para algunos diplomáticos europeos, por su parte, lo más preocupante de los actos del 19 de abril ha sido la exhibición de las milicias bolivarianas, un cuerpo de voluntarios armados con fusiles de guerra,  abiertamente partidarios de Chávez y que integran una fuerza profesional. Para la experta en asuntos de seguridad y defensa, Rocío San Miguel, la creación de esta milicia evidencia la influencia de Cuba en las decisiones militares del Gobierno de Chávez.

En torno a la significación del Bicentenario, la CEV ya emitió una carta pastoral el pasado 12 de enero. En ese documento, la jerarquía católica recordaba que “la Patria está a las puertas del segundo centenario de su nacimiento como país independiente, libre de vínculos coloniales con la Corona española y comprometido con una absoluta liberación de todo coloniaje”. Y destacaba que “tanto el 19 de abril como el 5 de julio fueron dos acontecimientos en los que brilló la civilidad”. “La autoridad de la inteligencia, el diálogo, la firmeza y el coraje –prosigue el mismo texto– no tuvieron que recurrir al poder de las armas o a la fuerza y a la violencia. La sensatez en el intercambio de ideas y propuestas respetó a los disidentes y propició el anhelo común de libertad, igualdad y fraternidad”.

La CEV, especialmente en los últimos años, ha puesto énfasis en sus diversos mensajes en resaltar la naturaleza no democrática del Gobierno de Chávez, en la medida en que su proyecto político no apuesta por la tolerancia y la convivencia pacífica. En ese sentido y conectando la realidad actual con el escenario independentista de dos siglos atrás, en la citada carta pastoral, los prelados cuestionaron que, cuando Chávez resultó elegido por primera vez en 1998, propusiera la “refundación” de la República y que luego diera un giro más ideológico, hacia un proyecto “calificado ahora como revolucionario, de pretensión totalitaria, ya que intenta reestructurar tanto lo socioeconómico como lo político-institucional, lo jurídico-constitucional y lo ético-cultural”. “Por estas razones –argumentan–, su ambición no sólo toca el tejido material y organizativo del cuerpo social, sino también, y sobre todo, afecta el fondo íntimo, espiritual, del alma nacional”.

Otro motivo de polémica se conoció el 5 de mayo. Ese día, varios voceros de la CEV criticaron agriamente la existencia de un mural, en la populosa zona del 23 de enero en Caracas, que muestra a Jesús y a la Virgen empuñando armas de fuego. Esta expresión de “arte callejero” es obra del Colectivo La Piedrita, un grupo radical de seguidores de Chávez. A juicio de Porras, “es imposible construir un país donde no haya esperanza de vida (…), todo es un campo de batalla, un odio, un desprecio del otro. Así, no se puede vivir”.

Por su parte, el cardenal y arzobispo de Caracas, Jorge Urosa, pidió expresamente a las autoridades que quiten dicho mural. “Es una exigencia del pueblo católico de Caracas y de Venezuela. Es un mural antirreligioso, anticristiano. Debe ser completamente eliminado. El sentir de la gran mayoría es contrario al uso, a la manipulación de la figura religiosa”, concluyó.

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CINCO EXPRESIONES DE LA CRISIS

Ovidio Pérez Morales

Un interesante análisis del momento presente desde el seno de la Iglesia es el que ofrece el arzobispo Ovidio Pérez Morales, emérito de Los Teques, pero con gran influencia en la opinión pública. Bajo el título ¡Presidente, vuelva al Cabildo!, y al hacer un balance de la situación del páis en el contexto del Bicentenario, el presidente del Concilio Plenario de Venezuela sostiene que hay cinco expresiones concretas de la actual crisis democrática:

“1. Venezuela, en efecto, ya no es una como sueño ni una como experiencia de convivencia. Por motivos ideológico-políticos se la ha dividido artificialmente. Por lo menos a la mitad se la califica de apátrida y hasta de antipatriótica, decretándosela excluida del goce pleno de los derechos ciudadanos. (…)

2. Venezuela tampoco es ya plural. No se quiere que sea el hogar de un pueblo variado, multicolor, multicultural, donde los diferentes y también los díscolos tienen su lugar. (…)

3. Venezuela ya no es ámbito de vida. Somos un país en monstruosa hemorragia culpable. Ocupamos lugar destacado en el mundo en materia de violencia y criminalidad. Nuestras calles son escenario de incontrolada delincuencia e impunidad; nuestras morgues, abarrotados lugares de doloroso compartir; nuestros juzgados y tribunales, recintos de injusticia por corrupción de venalidad o politización; nuestras cárceles, recintos de inhumanidad, antítesis de reeducación, antesalas de muerte. (…)

4. Venezuela ya no es una nación en ‘vías de desarrollo’. Tenemos un petrocapitalismo de Estado, con liberalidades selectivas hacia afuera y populismo dentro. Motivos ideológico-políticos y el afianzamiento del poder privan sobre las verdaderas necesidades y aspiraciones de la población.

5. Venezuela ya no es respetada en su alma e identidad. La subjetividad y centralidad, la moralidad y espiritualidad de la persona humana se diluyen, para privilegiar la base material productiva y lo simplemente colectivo-estructural, literalmente ‘alienantes’. Se habla de refundar el país. ¿Sobre qué valores? El ‘socialismo del siglo XXI’ (de creciente referencia marxista-leninista y con confeso modelo castro-comunista) se erige como fin y criterio supremos; se absolutiza y sacraliza la ‘Revolución’, hecha régimen establecido, convirtiéndola en norma definitiva de lo verdadero y lo bueno. (…)”.

En el nº 2.707 de Vida Nueva.

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