El Papa pide a los sacerdotes “fidelidad y lealtad”

En Fátima, advierte contra ‘cierto debilitamiento de los ideales’

(María GómezEnviada especial) “Vengo como peregrino de la Virgen de Fátima”, había dicho Benedicto XVI cuando aterrizó en Lisboa el martes 11 de mayo, y el miércoles ha confirmado su profunda emoción al llegar a la Capilla de las Apariciones. En opinión del P. Federico Lombardi, portavoz vaticano, “en la Capilla he sentido una gran intensidad espiritual”.

Durante un encuentro con los periodistas, el P. Lombardi también ha explicado que el mensaje de Fátima no se agotó en el pasado -como dijo el Papa en su momento- y que puede tener “un significado para las diversas situaciones de prueba, sufrimiento y dificultad”, también “en el interior de la Iglesia”, en clara alusión a los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes.

Así lo confirmó el director de la Sala de Prensa vaticana. Con las declaraciones del Papa en el avión que le traía a Lisboa (“Los sufrimientos de la Iglesia vienen de su propio interior”, “del pecado que nace de ella”) muy presentes, era inevitable no interpretar en la misma línea las palabras que ha dedicado a sacerdotes y consagrados, esta tarde en Fátima.

“Traigo los dolores de la humanidad herida”

Después de visitar la Capilla de las Apariciones y confesar que “traigo conmigo las preocupaciones y las esperanzas de nuestro tiempo y los dolores de la humanidad herida, los problemas del mundo, y vengo a colocarlos a los pies de Nuestra Señora de Fátima”, el Papa presidió, a las 18:00 h., la celebración de Vísperas en la Iglesia de la Santísima Trinidad, a la que asistían sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos, seminaristas y miembros de nuevos movimientos.

A todos dirigió un mensaje común, asegurando “¡Qué grande es hoy la necesidad de testimonio!”, destacando la necesidad de “fidelidad” y “lealtad a la propia vocación”. E incluso más importante, el Papa ha subrayado la importancia de la “solidaridad profunda” entre todos los miembros de la Iglesia: “No es posible amar [a Dios] sin amar a los propios hermanos”.

Más adelante, al hablar específicamente a los sacerdotes, pidió: “El Señor quiere que sepáis unir vuestras fuerzas; sed solícitos unos con otros, apoyándoos fraternalmente. Los momentos de oración y estudio en común, de compartir las exigencias de la vida y trabajo sacerdotal son una parte necesaria de vuestra vida”.

“Cierto debilitamiento de los ideales sacerdotales”

“Particular atención -ha advertido el Santo Padre- merecen las situaciones de un cierto debilitamiento de los ideales sacerdotales o la dedicación a actividades que no concuerden integralmente con lo que es propio de un ministro de Jesucristo. Así pues, es hora de asumir, junto con el calor de la fraternidad, la actitud firme del hermano que ayuda a su hermano a mantenerse en pie”.
También con la vista puesta en este Año Sacerdotal que está próximo a clausurarse, el Papa rememoró a san Juan María Vianney y su misericordia para con los pecadores, porque él, como Jesús, “prefería insistir en el lado atrayente de la virtud”.

Hacia el final habló a los seminaristas, a los que aconsejó que sean “conscientes de la gran responsabilidad que vais a asumir” y que examinen “bien las intenciones y las motivaciones; dedicaos con ánimo fuerte y espíritu generoso a vuestra formación”.

También el Papa ha pedido un “dedicado trabajo de dirección espiritual”, así como oración perseverante y amor jubiloso, para potenciar las vocaciones al sacerdocio.

Al término de este encuentro, Benedicto XVI ha realizado un significativo acto de “entrega y consagración” de los sacerdotes al Inmaculado Corazón de María, rezando para que resistan “a las tentaciones del Maligno”. “Nos consagramos a tu Corazón materno para cumplir la Voluntad del Padre. Ven en nuestro socorro y líbranos de todo peligro que viene sobre nosotros”.

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