Las comunidades eclesiales han de potenciar la acogida

El Congreso Europeo de Migraciones concluye con una llamada a promover sin miedo el diálogo intercultural

El obispo José Sánchez

(José Lorenzo) En estos comienzos del siglo XXI, Europa ha de seguir empeñándose en construir la fraternidad, y, de modo especial, con los 34 millones de inmigrantes que han llegado, por mil y unas causas, pero fundamentalmente económicas, a sus fronteras en los últimos años. Ésta es una de las principales conclusiones del Congreso Europeo de Migraciones celebrado en Málaga la pasada semana, organizado por las Conferencias Episcopales de Europa, y al que asistieron un centenar de delegados de una veintena de países.

Y esa fraternidad ha de ser cuidada y potenciada en tres ámbitos. En primer lugar, en la familia, por cuya importancia y cuidado la Iglesia “no se cansa” de clamar, y que “asegura un clima de seguridad y una estabilidad afectiva a sus miembros”. En segundo lugar, en las comunidades eclesiales, a las que se invita “a potenciar la acogida de los hermanos y hermanas que han venido de otros horizontes culturales y religiosos”, y a las que se invita, junto con “obispos, parroquias y movimientos”, a ser “signo profético” en medio de la sociedad para “promover el diálogo intercultural”. Y, finalmente, se incide en el papel de la sociedad, “obligada a gestionar la migración”, por lo que se pide a las naciones “comprometerse a elaborar un marco justo para que la dignidad humana sea respetada”, y se demanda de la comunidad internacional un compromiso para “reducir las causas de las migraciones forzadas, para que la migración sea una elección”.

En el mensaje final de este Congreso –cuyo lema era Europa y las personas en movimiento. Superar los miedos. Diseñar perspectivas– ocupan también lugar destacado reflexiones sobre el papel a jugar por la Iglesia, con análisis valientes, muy por encima de las reflexiones que se hacen en el ámbito civil, más timoratas, cuando no con tintes xenófobos. Así, hay una apuesta clara por el pluralismo cultural en nuestras sociedades. “Estamos convencidos –dice el mensaje– que la pluralidad cultural no conduce a un relativismo que niega nuestra identidad o a una asimilación que genere relaciones de fuerzas y reacciones violentas entre los grupos humanos. Es posible gestionar positivamente esta situación de pluralismo a través del encuentro y del diálogo intercultural”.

Asimismo, hacen un llamamiento a los inmigrantes que viven en Europa, sobre todo a los que viven en mayor precariedad. “No nos importa vuestro origen, religión o cultura: ustedes son estimados y amados por Dios. Todos tenemos dones para intercambiar”. Y, de nuevo, les reiteran “nuestra fraternidad y solidaridad hacia vuestro deseo de tener una vida más humana y más digna para vosotros y vuestras familias. Rechazando cualquier discurso de exclusión, queremos deciros que deseamos construir juntos el porvenir de Europa”.

José Sánchez, representante en este Congreso de la CEE en su calidad de responsable de la Comisión de Migraciones, valoró positivamente los temas abordados, resaltando que se habían logrado los objetivos de dar respuesta al fenómeno de la movilidad humana. “Nuestro intento –según declaraciones recogidas por Europa Press– es que la Iglesia, que tiene un concepto de la humanidad como una y diferente, con sus respetos y sus derechos, pueda servir de paradigma y, a veces también, de confrontación con otras realidades que no van por el buen camino, como puede ser el rechazo, la xenofobia o la discriminación”.

El obispo de Sigüenza-Guadalajara reiteró la invitación a que nuestras sociedades superen el sentimiento “de miedo y temor” con el que, en muchas ocasiones, afrontan el fenómeno migratorio, demandando “un enfoque positivo”, pues es “una potencialidad para el futuro de Europa”.

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POCO ECO PARA UN GRAN RETO


No se escatimaron palabras de hospitalidad y fraternidad en el Congreso Europeo de Migraciones. En sus propuestas se va mucho más lejos de lo que cualquier formación política se atreve a formular. Aquí, en el resto de Europa y en todo el mundo, la Iglesia es una institución indispensable en su oferta material (y también espiritual) para la acogida a los parias de una globalización desnortada. Para estos millones de seres humanos, es una gran noticia. Para los medios de comunicación, afanados en busca de escándalos sexuales, no. No hay más que ver el eco mediático de este Congreso…

En el nº 2.706 de Vida Nueva.

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