La pecera de Mia

Fish Tank

(J. L. Celada) Cuando la banda sonora de una película proclama sin pudor que “la vida es una putada y después te mueres”, no caben muchas dudas sobre el tono de la historia que trata de contarnos. Ahora bien, Fish tank encierra algo más que pesimismo y desesperación. Porque su protagonista, Mia (la asombrosa debutante Katie Jarvis), se asoma rabiosa al sucio cristal de esa pecera donde habita y sacude con los brazos sus turbias aguas a ritmo de hip hop.

A sus 15 años, rebosa energía. Tanta que su rebeldía adolescente deriva en indisciplina, mala educación, falta de respeto…, hasta el punto de convertirse en una inadaptada (escolar y familiar). Pero Andrea Arnold quiere que quien lleva las riendas de su segundo largometraje se muestre también frágil, vulnerable, inocente, como corresponde a su edad. Único resquicio por donde se cuela el aire en una atmósfera a menudo irrespirable, y puerta abierta a la peligrosa, aunque reveladora, relación con el último novio de su madre.

Llamada a encarnar el nuevo realismo británico, como digna sucesora de Ken Loach o Mike Leigh, la directora de Fish tank evita, sin embargo, el sermoneo del primero y cierto feísmo del segundo. Su apuesta narrativa y formal explota las ambigüedades que suscita ese tiempo de tránsito y búsqueda entre la infancia y la adultez, y lo hace con una estética atrevida y luminosa, impropia casi de esos barrios y viviendas que hablan de marginalidad y de depresión (económica y humana).

Al contrario que sus “maestros”, esta prometedora cineasta no pretende sacarle los colores al Gobierno de turno por la falta de perspectivas (laborales y existenciales) de miles de jóvenes arrabaleros. Ni siquiera se propone retratar la adolescencia en todo su descaro e indefensión. Sí ha intentado Arnold sacar el mayor rendimiento visual y sonoro a dichos escenarios y a la poética rapera, para ponerlos al servicio de un guión sólido en la construcción de personajes y la recreación de ambientes, pero que flaquea por momentos en la resolución de situaciones.

La ‘yegua’ desbocada (y deslenguada) a la que aquí seguimos los pasos desfallece, asimismo, amarrada al lastre de imágenes o metáforas demasiado explícitas. Aun con todo, la realizadora no le pierde el pulso ni la cara a este melodrama social que late al compás de los jadeos (apasionados o irritados, en la soledad de su habitación o en la huida campo a través…) de esa chica a ratos confusa, a ratos ilusionada, que un día decidirá escapar a Gales, al norte, quizás en busca del suyo. Hasta entonces, el acuario de Fish tank será su más que discutible hogar. El de Arnold parece ya, definitivamente, el cine. Habrá quien, tras ver este filme, no lo tenga tan claro, pero en ningún caso debería renunciar a seguirle la pista en un futuro a esta interesante profesional.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Fish tank

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Andrea Arnold

FOTOGRAFÍA: Robbie Ryan

SUPERVISIÓN MUSICAL: Liz Gallacher

PRODUCCIÓN: Kees Kasander y Nick Laws

INTÉRPRETES:
Katie Jarvis, Michael Fassbender, Kierston Wareing, Rebecca Griffiths, Harry Treadaway, Sydney Mary Nash

En el nº 2.706 de Vida Nueva.

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