La Legión de Cristo tendrá un delegado para su ‘purificación’

Duro comunicado contra el fundador Maciel, después de los informes de los visitadores

(Antonio Pelayo– Roma) Pasadas las 17:30 h. de la tarde del domingo 2 de mayo, Benedicto XVI se arrodilló en el reclinatorio preparado para él ante la sofisticada urna que recubre y protege la Sábana Santa de Turín. En la catedral, sumida en la penumbra, se hizo un silencio casi total, y el Papa pudo orar durante algunos largos minutos sin que nadie osase interrumpir su quietud y su ensimismamiento. Las monjas de clausura de diversos monasterios piamonteses dirigían sus ojos como hipnotizados hacia el lienzo que, según la tradición, envolvió el cadáver de Cristo antes de ser sepultado en el sepulcro propiedad de José de Arimatea. Fue un momento de extraordinaria intensidad y, sin duda, el culmen de la visita pastoral del Santo Padre a Turín.

“Éste es para mí –dijo el Papa– un momento muy esperado. En otras ocasiones me he encontrado ante la Sábana Santa, pero esta vez vivo esta peregrinación y esta parada con particular intensidad, porque el paso de los años me hace aún más sensible al mensaje de este extraordinario icono; tal vez, diría que, sobre todo, porque estoy aquí como Sucesor de Pedro y llevo en mi corazón a toda la Iglesia, es más, a toda la humanidad”.

Oración ante la Sábana Santa

Durante su meditación, Joseph Ratzinger no usó nunca, al referirse al sudario expuesto, la palabra ‘reliquia’, prefiriendo la de ‘icono’ y calificándola como “el icono del misterio del Sábado Santo, día del ocultamiento de Dios, como se lee en una antigua homilía (…). En nuestro tiempo, especialmente después de haber atravesado el último siglo, la humanidad se ha hecho muy sensible al misterio del Sábado Santo. El ocultamiento de Dios forma parte de la espiritualidad del hombre contemporáneo, de manera existencial, casi inconsciente, como un vacío en el corazón que se ha ido ensanchando cada vez más. A finales del siglo XIX, Nietzsche escribía: ‘Dios ha muerto. Y nosotros lo hemos matado’. Esta célebre expresión, si vemos bien las cosas, está tomada casi al pie de la letra de la tradición cristiana y la repetimos con frecuencia en el Vía Crucis, tal vez sin darnos cuenta de lo que decimos. Después de las dos Guerras Mundiales, los lager y los gulags, Hiroshima y Nagasaki, nuestra época se ha convertido cada vez más en un Sábado Santo: la oscuridad de este día interpela a todos los que se interrogan sobre la vida, de modo especial nos interpela a nosotros los creyentes. También nosotros tenemos algo que ver con esta oscuridad”.

Más adelante en esta bellísima meditación, Benedicto XVI dijo: “La Sábana es un icono escrito con la sangre; sangre de un hombre azotado, coronado de espinas, crucificado y herido en el costado derecho. La imagen impresa sobre la Sábana es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida. Cualquier traza de sangre habla de amor y de vida. Especialmente la mancha abundante cercana al costado realizada por la sangre y el agua brotadas abundantemente de la gran herida causada por el golpe de una lanza romana; esa sangre y esa agua hablan de vida. Es como una fuente que murmura en el silencio y nosotros podemos sentirla, podemos escucharla en el silencio del Sábado Santo”.

Inmediatamente después de su visita a la Sábana Santa (se espera que dos millones de peregrinos provenientes de todas las partes del mundo vengan entre el 10 de abril y el 23 de mayo a venerar este ‘icono’), el Papa se dirigió a la Pequeña Casa de la Divina Providencia, fundada a mediados del siglo XIX por san Giuseppe Benedetto Cottolengo (1786-1842), donde son atendidos enfermos especialmente difíciles y personas en extrema indigencia. “En este lugar –dijo el Pontífice– comprendemos mejor que si la pasión del hombre ha sido asumida por Cristo en su Pasión, nada se ha perdido. El mensaje de esta solemne Ostensión de la Síndone, Passio Christi, Passio hominis, se entiende aquí de un modo particular. (…) Queridos enfermos, no os sintáis extraños al destino del mundo, sino sentíos preciosas piezas del bellísimo mosaico que Dios, como gran artista, va formando día a día, también con vuestra contribución”.

Benedicto XVI se encontró con miles de jóvenes en Turín, el 2 de mayo

Así finalizaba la visita a Turín, que para el Papa supuso una nueva prueba de resistencia, incluidas las adversidades climáticas, puesto que una parte de su programa se desarrolló bajo la lluvia. Ésta no impidió, sin embargo, que el encuentro con los jóvenes en la centralísima Piazza di San Carlo diese lugar a una explosión de energías y de colores. Benedicto XVI les exhortó a seguir el lema del beato turinés Piergiorgio Frassati (“Vivir y no ir tirando”) y les animó a prepararse para la próxima Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, “acontecimiento en el que espero que podáis participar muchos”.

Importantes decisiones

El viernes 30 de abril tuvo lugar en el Vaticano la primera reunión de trabajo de los cinco visitadores de los Legionarios de Cristo. Antes de comenzar la exposición de las conclusiones ante el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, Benedicto XVI quiso saludarles personalmente, y estrechó sus manos a los arzobispos de Valladolid, Ricardo Blázquez; Denver, Charles J. Chaput; y Concepción, el chileno Ricardo Ezzati; y a los obispos de Alessandria, el italiano Giuseppe Versaldi, y de Tepic, el mexicano Ricardo Watty Urquidi. Fue un gesto de apoyo y cortesía para con quienes han desarrollado durante ocho meses una muy ardua y delicada labor. Acto seguido comenzó la sesión de trabajo, a la que también asistían los prefectos de las Congregaciones para la Doctrina de la Fe y los Institutos de Vida Consagrada, respectivamente, cardenal William J. Levada y Franc Rodé, así como el sustituto de la Secretaría de Estado, Fernando Filoni. Todos ellos volvieron a reunirse el sábado 1 de mayo, lo cual da idea de la profundización con la que la Santa Sede ha querido tratar este problema, ya que los visitadores habían enviado previamente sus informes a Roma, donde han sido examinados por expertos cualificados.

Ya se sabía de antemano que la reunión no estaba destinada a tomar decisiones, responsabilidad que corresponde al Santo Padre, e incluso en un primer momento se nos hizo llegar a los informadores la idea de que los datos que podríamos recibir sobre el encuentro no serían muy abundantes ni concretos. Por eso sorprendió a todos que, a última hora de la mañana del sábado, se hiciese público un extenso comunicado de la Santa Sede, muy tajante, concreto y que anticipa graves decisiones.

Los primeros párrafos informan sobre cómo se ha desarrollado la labor de los cinco enviados papales (que se inició el 15 de julio de 2009): se han visitado casi todas las casas y muchas de las obras de la institución, se han entrevistado personalmente con mil legionarios, han recogido testimonios orales o escritos de muchos obispos en cuyas diócesis está presente la congregación e incluso han escuchado a numerosos miembros del movimiento Regnum Christi, que en principio no eran objeto de la visita. “Aunque han actuado independientemente –dice el comunicado–, han llegado a una valoración ampliamente convergente y a un juicio compartido. Han dado testimonio de haber encontrado un gran número de religiosos ejemplares, honestos, llenos de talento, muchos de ellos jóvenes, que buscan a Cristo con auténtico celo y que ofrecen toda su existencia por la difusión del Reino de Dios”.

El segundo apartado del comunicado es de una contundencia inusual, y dice textualmente: “La Visita Apostólica ha podido verificar que la conducta del P. Marcial Maciel Degollado ha causado serias consecuencias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de que requiere un camino de profunda revisión. Los gravísimos y objetivamente inmorales comportamientos del P. Maciel, confirmados por testimonios incontrovertibles, representan, en algunos casos, auténticos delitos y manifiestan una vida carente de escrúpulos y de auténtico sentimiento religioso. Gran parte de los Legionarios ignoraban esa vida, sobre todo a causa del sistema de relaciones construido por el P. Maciel, que con habilidad había sabido crearse coartadas, obtener confianza, confidencialidad y silencio por parte de los que le rodeaban y reforzar su papel de fundador carismático. En ocasiones, un desprestigio lamentable y el alejamiento de cuantos dudaban de su recto comportamiento, así como la errónea convicción de no querer dañar el bien que la Legión estaba llevando a cabo, habían creado en torno a él un mecanismo de defensa que le hizo inatacable durante mucho tiempo, haciendo de este modo muy difícil el conocimiento de su verdadera vida”.

Revisar la autoridad

Después de reconocer que el descubrimiento y conocimiento de la verdad acerca de su fundador “ha provocado en los miembros de la Legión sorpresa, desconcierto y profundo dolor”, los visitadores exponen:

“a) La necesidad de redefinir el carisma de la Congregación de los Legionarios de Cristo, preservando su núcleo verdadero, el de la militia Christi, que caracteriza la acción apostólica y misionera de la Iglesia y que no se identifica con la eficiencia a cualquier precio;

b) la necesidad de revisar el ejercicio de la autoridad, que debe ir unida a la verdad para respetar la conciencia y desarrollarse a la luz del Evangelio como auténtico servicio eclesial;

c) la necesidad de preservar el entusiasmo de la fe de los jóvenes, el celo misionero, el dinamismo apostólico, a través de una adecuada formación. De hecho, la desilusión sobre el fundador podría poner en cuestión la vocación y el núcleo del carisma que pertenece a los Legionarios de Cristo y les es propio”.

En la parte final de este comunicado, que, como se ve, no se ha andado por las ramas, se afirma que “el Santo Padre se ha reservado indicar próximamente la modalidad del acompañamiento (para ayudar a la Congregación en el camino de purificación que le espera), comenzando por el nombramiento de un delegado suyo y de una comisión de estudio sobre las Constituciones”. También se anuncia que, a petición de ellos mismos, se enviará un visitador a los miembros del Regnum Christi.

El director de la Legión, P. Corcuera

Todo parece indicar que Benedicto XVI no tardará mucho en nombrar al delegado que asuma la “corrección” que hay que aplicar a la Legión y que, suponen algunos, llevará consigo la inevitable defenestración de sus actuales superiores, su director general, P. Álvaro Corcuera; el vicario general, P. Luis Garza, y algunos de los consejeros generales y directores territoriales de la congregación. En los corrillos vaticanos han comenzado a circular algunos nombres, entre ellos, el del cardenal español Julián Herranz, por su experiencia como presidente emérito del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos. Se habla también del cardenal José Saraiva Martins, y del cardenal mexicano y arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez.

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FALLECE EL CARDENAL MÁS LONGEVO

Paul A. Mayer

El viernes 30 de abril, falleció, a la venerada edad de 98 años, el cardenal alemán Paul Agustin Mayer (nacido el 23-5-1911, en Altötting, diócesis de Passau). Este benedictino fue durante algunos años prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, así como presidente de la Comisión ‘Ecclesia Dei’ para el diálogo con los lefebvristas. Los periodistas de cierta edad recordaremos siempre su esbelta y lineal figura resaltada por su sotana negra sin otros signos de su dignidad cardenalicia, en la Sala de Prensa vaticana todos los domingos, para recoger alguna de nuestras desenfadadas opiniones y los bollettino de la semana.

Por otra parte, el 4 de mayo fallecía en Roma el cardenal Luigi Poggi, de 92 años, archivero y bibliotecario emérito de la Santa Iglesia Romana, cuyo funeral se celebraría el viernes 7 en la Basílica vaticana.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.706 de Vida Nueva.

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