Guatemala recuerda a Gerardi, mientras anhela un país en paz

Su lucha contra la impunidad le llevó a la muerte hace 12 años

(J. L. Celada) Miles de fieles y estudiantes de varios colegios tomaron el 26 de abril la Catedral Metropolitana de Guatemala para visitar la tumba de Juan José Gerardi Conedera, obispo auxiliar de la archidiócesis brutalmente asesinado hace 12 años, sólo dos días después de que presentara el informe Guatemala Nunca Más, donde se documentaban numerosas violaciones de los derechos humanos –atribuidas en su mayoría al Ejército– durante la guerra civil (1960-1996) que vivió el país centroamericano.

Junto a la lápida del “Mártir de la paz”, afloraron las oraciones espontáneas de quienes llegaron hasta allí, mientras se sucedieron las visitas al museo y al mural de monseñor Gerardi. También se organizaron una exposición fotográfica sobre su figura y una plegaria ecuménica en la zona de los muertos sin identificar del cementerio La Verbena de la capital. Una eucaristía en la propia Catedral, presidida por el cardenal Rodolfo Quezada; la posterior peregrinación con velas encendidas a la iglesia de San Sebastián, donde fue asesinado; y un acto (La justicia es posible) en ese mismo templo cerraron los homenajes a Gerardi.

Un recuerdo al que se ha sumado el Obispado de San Marcos, “para mantener viva la memoria de su ejemplo y testimonio”. Bajo el título La vida y la paz son posibles con justicia, el titular de esta diócesis, Álvaro Ramazzini, ha publicado una carta en la que apela al ministerio episcopal del fallecido para no olvidar los 36 años de guerra civil en el país. Una historia de masacres, violaciones, torturas, secuestros y represión, que también sufrió la Iglesia católica y que hoy se repite. “Han cambiado las circunstancias, pero no el fondo”, lamenta Ramazzini, quien denuncia las críticas, ataques, hostigamientos y persecuciones de que son víctimas cuantos se empeñan en “construir una Guatemala diferente, en justicia y bienestar para todos y todas”.

El informe que le costó la vida a Gerardi hablaba de unos 200.000 muertos durante el conflicto armado. “En la situación actual, sin estar en guerra”, el obispo de San Marcos advierte que la “violencia sin rostro” dejó en 2009 casi 6.500 víctimas. Un hecho que, en su opinión, pone de manifiesto que los problemas que provocaron el enfrentamiento armado sigan sin resolverse, porque “son problemas estructurales derivados de un sistema neoliberal que genera condiciones de desigualdad y de irrespeto a la vida”. Y cita la pobreza (que alcanza al 75% de la población), la violencia, la injusticia, la impunidad, el racismo, la concentración de la tierra en unas pocas manos o la falta de servicios básicos adecuados y accesibles para todos.

Ante tal escenario, Ramazzini concluye llamando a las autoridades del país a “continuar con las investigaciones pertinentes para determinar quiénes fueron los autores intelectuales del asesinato” de Gerardi, y exhorta a toda la población a “promover la cultura de la paz y el respeto a la vida”.

En el nº 2.705 de Vida Nueva.

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