La pederastia y la violencia del país acaparan la atención de la Iglesia mexicana

El Episcopado pide perdón por los abusos y se solidariza con las víctimas y con el Papa

Víctori René Rodríguez Gómez

(Pablo Romo Cedano– México DF) La 89ª Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), celebrada en Lago de Guadalupe del 12 al 16 de abril, estaba enfocada inicialmente a fortalecer las comisiones episcopales, es decir, la estructura interna, para que “asuman las exigencias de la Misión Continental y motiven la colegialidad episcopal, así como la comunión entre las Iglesias particulares”. Sin embargo, los temas abordados tanto en las ruedas de prensa como en las discusiones de trabajo surgieron fundamentalmente de la actualidad nacional y global: la pobreza, el crimen organizado y la violencia, los ataques a la Iglesia en el contexto de los escándalos de sacerdotes pederastras, la migración y las reformas constitucionales…

Ante el incremento de denuncias y revelaciones en las últimas semanas en contra de sacerdotes pederastas y otras que acusan a los Legionarios de Cristo de encubrimiento de su fundador, Marcial Maciel, el presidente de la CEM, Carlos Aguiar Retes, y el secretario de este organismo, Víctor René Rodríguez Gómez, trataron de explicarse en un comunicado: “Los problemas de pederastia –dice la nota episcopal– se deben a varios factores, la sociedad ha tendido a ser muy liberal en ética sexual y se ha promovido no la prohibición, sino la tolerancia a todo desorden; ahora vemos las consecuencias. Ha faltado verdaderamente más educación sexual desde las familias y las escuelas, sin reducirla a una mera información genital, que a veces lleva a un libertinaje sexual”.

Ola de indignación

El tema de la pederastia ha levantado una ola de indignación en la sociedad mexicana, sacudiendo especialmente a las instituciones fundadas por los Legionarios de Cristo, sobre todo las educativas, que están viendo cómo se desenmascaran presuntas prácticas delictivas de su fundador. Ante tales situaciones, y en sintonía con otras Iglesias del mundo, como Irlanda o Alemania, “también nosotros, hoy como Pastores, queremos pedir perdón a aquéllos que han sido víctimas de abusos por parte de sacerdotes deshonestos, que con sus abominables acciones han dañado a niños inocentes, traicionado su ministerio, ensuciado a la Institución y manchado la figura sacerdotal”, reconoce la Iglesia mexicana por boca del secretario general de la CEM. Asimismo, “no habrá más tolerancia”, advierten los prelados, saliendo al paso de las demandas existentes por los abusos cometidos en el pasado.

“Tarde llega esta enmienda, cuando durante años no creyeron en nuestra palabra y fuimos doblemente denigrados”, lamentan mientras tanto los voceros de las organizaciones de víctimas de delitos por parte de sacerdotes en el país. Éstas y otras declaraciones dejan en situación difícil al mismísmo cardenal Norberto Rivera Carrera, por el caso del párroco Nicolás Aguilar Rivera, a quien se le han documentado al menos 60 casos de abuso a menores, con demandas incluso en los Estados Unidos contra el cardenal por “encubrimiento”. De ahí que la CEM asuma la consigna del propio Rivera de “tolerancia cero” y reconozca que, “si bien en un pasado se cometieron errores no actuando con prontitud ante estas situaciones que tanto ayer como hoy denigran el nombre de Cristo y su Iglesia, hoy ninguno de nosotros se prestará ‘a hacer arreglos o componendas en perjuicio de la víctimas’”.

La rueda de prensa del 13 de abril desató una fuerte conmoción entre los reporteros, al compartir las palabras del secretario de la CEM, cuando confesó: “Estas situaciones que nos llenan de dolor y tristeza nos marcan un camino de penitencia, conversión y purificación en la verdad para alcanzar la justicia. La verdad es un método de vida cuya premisa es el reconocimiento de la realidad. Con ello queremos expresar que no nos opondremos a que las autoridades civiles intervengan y hagan cumplir la ley en éstos y otros casos que se haya infringido”. Las palabras del también auxiliar de Texcoco abren las puertas y marcan la senda a las autoridades civiles, que llevan varios casos contra ministros con estos delitos.

Días antes de la Asamblea, el propio Víctor René Rodríguez Gómez había atajado las duras críticas que se elevaban por el “silencio de la Iglesia” mexicana ante el expediente del P. Maciel. Así, en un comunicado de prensa, declaraba que, “como Iglesia, nos apena y duele”, al tiempo que mostraba la solidaridad eclesial “con las personas que han sufrido estos abusos” y pedía que “se haga justicia tanto en los casos relacionados con la Iglesia como con otros sectores de la sociedad civil que bien han quedado impunes o pasan desapercibidos ante estos crímenes abominables”. Finalmente, reconocía que apoyarán a la Congregación de los Legionarios de Cristo para “salir de estos dolorosos acontecimientos”.

La jerarquía católica aprovechó su Asamblea para mostrar públicamente su adhesión a Benedicto XVI por los difíciles momentos que vive de crítica y dolor ante situaciones semejantes a las de México.

Aparte de hacer frente a este polémico asunto, durante sus sesiones de trabajo, los pastores abordaron el tema de la conmemoración del Centenario de la Revolución y del Bicentenario del inicio de la lucha por la Independencia de México, que califican de “ocasión propicia para dar gracias a Dios por los dones que el Señor ha concedido a nuestra Patria”, e invitaron “al reconocimiento de las injusticias que se cometieron”.

La Asamblea concluyó el día 16 con una Eucaristía y el sabor de boca agridulce de una Iglesia que, mientras afronta esperanzada su restructuración interna en búsqueda de una nueva etapa, ve cuestionada su credibilidad por el grave asunto de los abusos.

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UNA GUERRA CON CASI 23.000 MUERTOS


Aunque los obispos reconocieron “los grandes esfuerzos que diversas instancias gubernamentales están realizando”, de nuevo señalaron que la violencia y la inseguridad se han cobrado muchas víctimas inocentes. Justamente una semana antes de la Asamblea, el Ejército asesinó a una familia entera, entre ellos varios niños, en una comunidad de Guerrero, y a un par de menores en un retén en una carretera de Tamaulipas. De igual forma, dos semanas atrás, en otro hecho aún sin esclarecer, también el Ejército mató a dos estudiantes del Instituto Tecnológico de Monterrey. El Gobierno ha revelado que, desde diciembre de 2006 hasta hoy, han muerto en el contexto de la “guerra contra el crimen organizado al menos 22.740 personas”, es decir, el mayor número de mexicanos muertos violentamente desde hace más de 80 años.

“Sentimos en carne propia los problemas de diversa índole que afectan a nuestra Patria, como es la desbordante ola de violencia e inseguridad que se ha desatado desde hace varios años en México”, denunció la CEM, al tiempo de recordar su importante documento Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna, pidiendo que se sigan las propuestas en él planteadas. Los prelados denunciaron, además, que “muchos sacerdotes viven su ministerio de manera heroica, a veces incluso en medio de amenazas, pobreza, violencias, extorsiones y agresiones”. Y aludieron al caso del P. Atanasio Matías Juárez en la Comunidad de la Merced del Potrero, en Oaxaca; o al ataque contra el templo del Sagrado Corazón en El Porvenir, municipio de Praxedis G. Guerrero, en Chihuahua.

promo@vidanueva.es

En el nº 2.704 de Vida Nueva.

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