Bilbao despide a Blázquez, “un obispo de fe y humilde”

El nuevo arzobispo de Valladolid deja en la diócesis vasca un grato recuerdo dentro y fuera del ámbito eclesial

(Vicente L. García) Una despedida en dos tiempos: la Catedral de Santiago, como sede episcopal, y la Basílica de Begoña, como sede espiritual, fueron los escenarios en los que el obispo Ricardo Blázquez se despidió el pasado fin de semana en Bilbao de su feligresía antes de partir para su nuevo destino, Valladolid, donde entrará el próximo día 17 como arzobispo.

Quizá la frase más repetida en estos días por Blázquez es la que le ofreció un sacerdote de Bilbao recordándole la cita de san Alberto Magno en su despedida de Ratisbona (Alemania): “No se deja sin dolor lo que se ha querido con amor”. Y es que el prelado abulense ha expresado su deseo de ser recordado “como alguien que ha pasado por aquí queriendo a la gente y queriendo desarrollar el ministerio episcopal lo mejor posible”. Esta idea se repetía en su homilía del sábado en la catedral, en la que también recordaba las palabras pronunciadas el 29 de octubre de 1995: “Quiero que nadie por legítimas diferencias sociales y políticas deje de hallar en la Iglesia su hogar. Ayudadme a ser pastor de todos; facilitadme la renuncia interior que mantenga abierta la universalidad de mi servicio”. Haciendo suyo un consejo que Pablo VI diera a José María Cirarda, apuntaba cómo en su labor pastoral “he debido ejercitar la paciencia y he querido cumplir el ministerio episcopal con una atención peculiar a la predicación y al magisterio”.

En el apartado de agradecimientos, tuvo un emotivo recuerdo para Luis-María Larrea y Carmelo Etxenagusía. “Don Luis-María me acogió como el hermano mayor al pequeño y me acompañó en los primeros pasos. Don Carmelo fue siempre colaborador fiel y entrañable amigo”. Y, en referencia a quien ha sido su auxiliar, Mario Iceta, dijo que “es un regalo de Dios a nuestra diócesis”. [Éste último ha sido nombrado por el Papa administrador apostólico en la “sede vacante” de la diócesis de Bilbao, que comenzará a ejercer a partir del día 17]. “Sabe que me tiene a su disposición, si en algo puedo ayudarle. Pido a todos vosotros el afecto y la colaboración con él”, apuntó Blázquez. Y concluyó su homilía con una bendición que repetiría al día siguiente en la Basílica de la Amatxu: “¡Que la Virgen de Begoña nos proteja a todos!”.

Sendas calurosas ovaciones en las dos celebraciones expresaban el sentimiento que Mario Iceta dejaba por escrito en una carta abierta en la revista diocesana Alkarren Barri: “De todo corazón, D. Ricardo, nuestro buen Pastor, muchas gracias”.

Quien fuera recibido como “un tal Blázquez”, se despide dejando en muchos un grato recuerdo de su paso por Bilbao; así lo demuestran los testimonios recogidos por Vida Nueva. Juan Mª Atutxa, presidente de Sabino Arana Fundazioa, ha dicho de él que “es persona de trato afable, comedido en el ejercicio de su responsabilidad, capaz de atraer a sus críticos y con quien me honra haber mantenido una fluida relación, tanto en lo institucional como en lo personal”. Javier Diago, responsable de Comunicación de la Hermandad de Cofradías Penitenciales de Bilbao, destaca: “Se abrió a todos con sencillez y cercanía, siempre dialogando y tendiendo la mano, en actitud de sincera humildad con la que se ha ganado el respeto y el cariño de todos”.

Sensibilidad académica

Carlos García Andoin, ex director del Servicio Diocesano de Formación del Laicado en Bilbao y hoy asesor de la vicepresidenta primera del Gobierno, apuntó: “Después de estos años, he de decir que sigo considerando necesario métodos de elección episcopal más abiertos y participativos, pero también considero que ha sido un acierto la alteridad que su ministerio ha traído a esta Iglesia local, sobre todo en relación a las víctimas del terrorismo; el cristianismo más católico y holgado con las diferentes sensibilidades; el acento en el valor cristiano de la familia y la prioridad de la experiencia religiosa respecto a pertenencias organizativas. En definitiva, un obispo de fe, sensato y humilde, de los que menudean”.

Desde la Universidad de Deusto, su rector, Jaime Oraá, destaca “su cercanía y sensibilidad por el trabajo académico, en el diálogo fe y cultura, y su apoyo constante a las tareas de la comunidad universitaria”.

vlgarcia@vidanueva.es

En el nº 2.703 de Vida Nueva.

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