Santiago y Barcelona se preparan ya para acoger al Papa

Gran alegría en ambas diócesis, que valoran mucho el gesto de Benedicto XVI de visitarlas en noviembre

A la izquierda, la Sagrada Familia. A la derecha, la Catedral de Santiago

A la izquierda, la Sagrada Familia. A la derecha, la Catedral de Santiago

(J. R. Amor Pan– A Coruña / J. Llisterri– Barcelona) Al contrario que en la Santa Sede, donde la confirmación, el pasado día 3, de la sorpresiva visita del Papa a Santiago y Barcelona en noviembre próximo pasó prácticamente desapercibida (ver crónica vaticana aquí), el anuncio del que será el segundo viaje de Benedicto XVI a España colmó de alegría a las diócesis gallega y catalana.

“No hay noticia ni más esperada ni mejor para este Año Santo”, dijo el alcalde de Santiago de Compostela, el socialista Sánchez Bugallo, al poco de conocerse que Joseph Ratzinger peregrinará a la tumba del Apóstol el 6 de noviembre. En el Finisterrae, el gesto papal (su empeño personal ha sido definitivo para la visita) ha sido valorado muy positivamente y generado una unanimidad social pocas veces alcanzada en los últimos tiempos. En un comunicado, el Partido Popular de Galicia señalaba que “no ligará la visita del Papa con una visión mercantilista de la religión”, pero sí destacaba que “su llegada generará riqueza en una autonomía que tiene en el Xacobeo una vía para paliar los efectos de la crisis”. Por su parte, el Partido Socialista de Galicia felicitó al arzobispo Julián Barrio por el éxito logrado, destacó el factor positivo de esta visita para la difusión internacional del Año Santo, un evento “de importancia turística, social y económica” para toda Galicia, y añadió que la visita es especialmente relevante por cuanto “permite compensar el déficit de programación de la Xunta en la organización del Xacobeo”, aunque se cuestionó que el presidente de la Xunta, el popular Alberto Núñez Feijóo, viajara a Roma con el arzobispo de Santiago para encontrarse con el Papa, lo que parece “una decisión oportunista”. Viaje también cuestionado desde diversos ámbitos de la Iglesia gallega básicamente por haber acompañado a Feijóo su pareja sentimental, con la que no está casado.

Especial trascendencia

Barrio, arzobispo de Santiago

Barrio, arzobispo de Santiago

En declaraciones a Vida Nueva, Jenaro Cebrián Franco, Delegado Diocesano y del Cabildo para las Peregrinaciones, insistía en ese sentimiento de alegría y en la especial deferencia que esta decisión papal supone para Santiago: “La Iglesia es muy grande, nosotros ya habíamos recibido la visita de un Papa en dos ocasiones, y este Papa es menos viajero que Juan Pablo II, por lo que su decisión de venir es de una especial trascendencia”. Preguntado por los preparativos, afirmó: “El reto más fuerte es liberar el Pórtico de la Gloria de los andamios para que pueda ser admirado en todo su esplendor”. Por otra parte, el vicario territorial de A Coruña, ante los temores expresados por algún párroco en relación a que esta visita cope la agenda diocesana del arzobispo, señaló que “ciertamente, éste es un hecho de especial trascendencia que va requerir todos nuestros esfuerzos; no podemos olvidar que quien viene es el Vicario de Cristo. Esta visita va a servir para profundizar en la comunión eclesial universal y para dinamizar el trabajo pastoral ordinario de nuestras comunidades parroquiales. Lejos de restar, va a contribuir a sumar esperanza y vitalidad a todas las parroquias de la diócesis”.

Por su parte, en la carta pastoral que Barrio dirigía a sus diocesanos dos días después de conocerse la noticia, se subraya que Benedicto XVI “viene como peregrino de la fe y testigo de Cristo resucitado, y quiere acompañarnos como Jesús hizo con los discípulos de Emaús para ayudarnos a redescubrir los valores espirituales y religiosos de nuestra peregrinación hacia la ciudadanía de los santos y fortalecer nuestra esperanza cristiana”.

Desde Barcelona, la percepción que hay tras conocerse la visita papal es que si había alguna motivación singular que decidiese a Ratzinger a visitar la ciudad era la apertura al culto del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Y llegará 128 años después del inicio de la construcción de esta catedral contemporánea. “Lo que estamos haciendo, gente de todo el mundo vendrá a verlo”, dijo Antoni Gaudí a sus colaboradores para subrayar la universalidad de su obra. Y no se equivocaba.

A la vista del ritmo de las obras, hace ya unos años que se había fijado la primavera del 2010 como fecha para cubrir la nave central de la basílica. Y siempre se había comentado la posibilidad que fuera el Papa quien la consagrara. Un deseo hecho realidad que el cardenal Lluís Martínez Sistach describió la pasada semana como “una buenísima noticia”.

Martínez Sistach, cardenal de Barcelona

Martínez Sistach, cardenal de Barcelona

En Barcelona, algunos factores se dan por seguros en esta elección papal. Uno es el empeño personal del arzobispo de Barcelona; tanto que algunos periódicos catalanes lo presentaron como una “victoria” personal de Sistach. El cardenal Ratzinger había visitado la Sagrada Familia hacía muchos años, pero en las audiencias que ha mantenido con Sistach ya como Papa siempre le ha remarcardo la excepcionalidad del templo de Gaudí.

Y es que la singularidad del templo modernista se adapta como anillo al dedo a algunas de las principales inquietudes que este Papa ha mostrado en su pontificado. En plena ofensiva vaticana para recuperar un espacio en el mundo del arte y la creación artística, la Sagrada Familia es un perfecto cobijo para el ‘patio de los Gentiles’. Interés artístico histórico, pero también de creación contemporánea que, entre otros artistas, están realizando en las nuevas fachadas del templo el escultor Josep Maria Subirachs –agnóstico confeso– o el japonés Etsuro Sotoo –converso al cristianismo tras descubrir la obra de Gaudí–. Una obra, pues, que despierta el interés de los artistas y que, a la vez, es un templo popular, una referencia para la ciudad y con proyección internacional. Además, si hay un tema que preocupa a la Iglesia en Europa, y sobre todo en España, éste es el de la familia, y ahí está un templo que emerge en medio de la ciudad consagrado a la Sagrada Familia.

Acto sencillo y austero

Confirmada la visita, ahora empieza la preparación. Se quiere que la presencia del Papa sirva para remarcar la dimensión cristiana y catequética del templo, desconocida por muchos barceloneses. Y se habla de un acto sencillo y austero, sensible con la delicada situación económica y las privaciones de muchas familias.

En este contexto, las instituciones públicas catalanas han apreciado especialmente el relieve y proyección que dará esta visita a la ciudad. También los partidos políticos han coincidido en que la misma no tiene porqué interferir en las elecciones autonómicas que se celebrarán también ese otoño.

Queda en cartera la beatificación de Gaudí. Sus virtudes están probadas, pero falta que se reconozca un milagro. Su salto a los altares no llegará con el Papa, pero sí que puede darle el impulso que lo haga posible antes de culminar su “catequesis de piedra”. La torre central, de 170 metros de altura, puede coronar el templo y marcar el fin de las obras la próxima década. Un tiempo razonable si atendemos a las explicaciones del arquitecto catalán: “Mi cliente no lleva prisa”.

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

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