Ignazio Sanna: “Nos cuesta mostrar el rostro positivo de la Iglesia”

Impulsor del Proyecto Cultural del Episcopado italiano

Sanna(Darío Menor– Roma) Ignazio Sanna, arzobispo de Oristán (Cerdeña) desde 2006, conforma, junto a los cardenales Camillo Ruini y Angelo Scola, el vértice del Comité del Proyecto Cultural de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). Este organismo lleva las riendas de la iniciativa de la CEI que pretende abrir un diálogo con el mundo de la cultura, invitar a la reflexión a la sociedad y mostrar la cara más propositiva de la Iglesia. Monseñor Sanna encarna el “cibersacerdote” que pide Benedicto XVI: tiene página web, utiliza el correo electrónico y se sirve de redes sociales como Facebook para dialogar con los fieles de su diócesis en Internet.

Cómo nació este Proyecto Cultural?

La CEI quería garantizar la presencia cultural de la Iglesia dentro de la sociedad. Hubo una época en que esta presencia estaba garantizada por un partido político, que hacía que los valores cristianos se transformasen en modelos de comportamiento.

¿Se refiere a la Democracia Cristiana?

Sí. Este partido ya no existe, lo que hizo que en la CEI nos planteáramos la necesidad de contar con un elemento en el mundo de la cultura que representara la perspectiva cristiana. Por eso creamos primero un servicio nacional para el Proyecto Cultural, a través del cual opera el Comité. Existe un referente en las diócesis y en las regiones, de modo que las iniciativas sean promovidas a través de estos dos canales. El Proyecto Cultural cuenta con distintas áreas, como teología, filosofía y ciencias humanas, entre otras. El Comité está formado por diez miembros. El cardenal Camillo Ruini es el presidente; luego está el patriarca de Venecia, cardenal Angelo Scola, y después estoy yo. Además, contamos con siete expertos de distintos sectores.

¿Son todos ellos laicos?

Proyecto-cultural-ItaliaTodos, menos uno. Hay otro eclesiástico, que es profesor en la Universidad de Bolonia y experto en Evolucionismo. En el Comité están representados movimientos, asociaciones, universidades y diversas ramas de la cultura. También hay un miembro del mundo de los medios de comunicación.

El pasado diciembre, el Comité organizó en Roma un congreso titulado ‘Dios hoy: con Él o sin Él todo cambia’. ¿Cómo surgió la idea?

El Comité funciona en dos ámbitos. Primero, tenemos un nivel de publicación y realización de propuestas sobre algún tema de actualidad. Hasta ahora, nos hemos centrado en el desafío de la educación, que está siendo cada vez más cuestionada y se insiste siempre en que está en crisis. Hemos elegido para tratar este asunto una editorial no confesional, ya que queremos estar verdaderamente presentes en todos los ámbitos.

El segundo nivel es el consistente en la celebración de eventos de interés internacional. En diciembre lo iniciamos, como ha dicho, con el tema Dios hoy: con Él o sin Él todo cambia. Me parece muy hermoso que no hayamos optado por una cuestión política o social, sino por la base, por el fundamento. Se podía pensar que no era un tema de actualidad, pero nos ha sorprendido la estupenda acogida que ha tenido. Han participado en el Congreso en torno a 2.500 personas, muchas de las cuales eran jóvenes. Esto nos indica que cuando se tratan temas profundos, las personas responden. Ello se debe a que la gente necesita respuestas y significados.

Diálogo

¿Es difícil hablar de estos temas en la sociedad actual?

Sanna-2Sí, sin duda. Tenemos que ser capaces de percibir cuáles son las preguntas que la gente se hace. Si las encuentras, eres capaz de ofrecer una mediación y entablar así un diálogo. No siempre existe una respuesta a todas las preguntas, pero al menos se pueden educar las preguntas. Hoy, por ejemplo, existe una dilatación del deseo, se cree que se puede obtener todo lo que uno quiere. En las familias, este fenómeno pasa mucho: a los niños se les da enseguida todo lo que quieren. Este deseo no se debe eliminar o cubrir; lo que hay que hacer es educarlo y orientarlo hacia una serie de valores. Nuestra labor es difícil porque la cultura está hoy demasiado secularizada y, en algunas ocasiones, es hasta impermeable a la visión cristiana en cuestiones como la familia, la vida o la escuela. En estos sectores existen hoy modelos contrarios a la visión cristiana y debemos ir a contracorriente para presentar lo razonable de la propuesta cristiana, siempre teniendo en cuenta cuáles son las categorías culturales de cada época.

El símbolo del Comité es una plaza abierta. ¿Usted considera que es hoy la Iglesia una plaza abierta al mundo de la cultura?

Querría serlo. Nuestra idea es conseguir que lo sea del todo, recuperar la bella imagen que hizo Juan Pablo II al decir que la Iglesia debería ser como la fuente del pueblo, un lugar en que todos pueden beber de sus valores y significados. Ése es nuestro intento: conseguir reflejar la Iglesia en todas las conciencias. Se dice que la Iglesia no debe intervenir en el ámbito político, social, cultural, económico o científico; esto es erróneo e imposible. El anuncio cristiano es para todas las facetas del hombre; por tanto, debemos estar presentes en todos los ámbitos, aunque se intente reducir a la Iglesia al ámbito privado. La última encíclica de Benedicto XVI, Caritas in veritate, es un texto sustancialmente de temática social: se ocupa del desarrollo y subraya que todo lo que interesa al hombre también interesa a la Iglesia. La Iglesia está en el mundo, no es algo ajeno a la sociedad. Debe mantener un justo equilibrio entre encarnación y relevancia. No puede limitarse sólo a lo social, también debe desarrollar su dimensión sobrenatural. No se debe reducir la Iglesia a una agencia humanitaria.

¿Cree que la experiencia del Proyecto Cultural de la CEI puede ser exportado a otros países?

Habría que estudiar primero cuál es la mediación existente en el país. Hay que ver cómo se presenta la Iglesia, si es a través de las asociaciones y movimientos o, incluso, de los partidos políticos. Para ser exportado, el Proyecto Cultural debería ser adaptado a la propia realidad de cada nación.

¿Uno de los problemas que tiene la Iglesia al dialogar con la sociedad es que abunda en los mensajes negativos, de reacción, y escasea en los positivos, las propuestas?

Sanna-3Es cierto que existe, cuando menos, esa lectura de las intervenciones de la Iglesia. En algunos sectores, por desgracia, es así, y la voz de la Iglesia se oye sólo para decir “no”. Si se analizan las homilías, se ve que en muchas de ellas hay un moralismo que propone el hermetismo, el cierre. El cardenal Ratzinger decía antes de ser elegido Papa que era un milagro que la Iglesia sobreviva pese a los millones de homilías insulsas que se dicen los domingos. Muchas veces no somos capaces de mostrar nuestro rostro positivo.

Situación social

¿Se trata entonces de un problema de comunicación?

De comunicación y también del estado actual de la sociedad. Si hoy el mundo va en una dirección y tus principios van en otra, hay que defenderlos. Hablando, por ejemplo, de la familia: para la Iglesia, ésta es monogámica, heterosexual y abierta a la vida. Hoy, sin embargo, se comunica que la familia es una institución cultural que cambia como cualquier otro sector; por lo tanto, puede ser abierta, homosexual y no necesariamente abierta a la vida, ya que ésta se puede producir hasta en un laboratorio. Está claro que en estos casos la Iglesia defiende su visión, y esta defensa puede ser interpretada como un “no”. Este “no” es, en realidad, un “sí”, un sí a la vida. Por eso hay que analizar la respuesta de la Iglesia, ver por qué viene su rechazo a una determinada tendencial. El Papa, últimamente ha, presentado los Diez Mandamientos no como no matarás, no robarás…, sino como propuestas: respeta la vida, di la verdad. Los ha puesto en positivo. Probablemente, deberíamos todos hacer un esfuerzo más para hacer propuestas y no sólo realizar condenas. Para ello hace falta un esfuerzo de fantasía y de creatividad: debemos mostrar la fecundidad y el dinamismo de la fe cristiana.

La ciencia es otro campo difícil para la Iglesia en el que le cuesta ofrecer mensajes positivos…

No creo que la Iglesia sea hoy lejana al mundo de la ciencia. Pienso que se trata de un lugar común. Lo que se intenta es reclamar la responsabilidad de los científicos en el uso de sus descubrimientos. Más que la investigación, lo que preocupa es la técnica. Recordemos que la madrina de la ciencia ha sido la universidad y los mejores ateneos han crecido a la sombra de las catedrales. Lo que la Iglesia pide a la ciencia es que promueva la vida, que no llegue a la ilusión de eliminar los límites del hombre.

La Iglesia, sin embargo, no es hoy generadora de ciencia de alto nivel como ha ocurrido en otras épocas.

Proyecto-cultural-Italia-2Depende de cómo lo vea. En las distintas universidades católicas repartidas por todo el mundo hay sectores donde se hace investigación pura. Desgraciadamente, la mayor parte de la investigación se realiza hoy en los laboratorios de las grandes empresas, fuera de la universidad, que debería ser su hábitat natural. Es por ello que la investigación va dirigida a la obtención de un beneficio. Así, desaparece el servicio al hombre que debe realizar la ciencia y se convierte en una simple cuestión económica.

En la cultura ocurre algo similar. Durante siglos, la Iglesia ha impulsado las más altas creaciones, pero eso ya no ocurre hoy. ¿Por qué?

Pienso que en la arquitectura, por ejemplo, se está desarrollando un estilo nuevo muy interesante en la construcción de las iglesias. Se debe siempre propiciar en la construcción la trascendencia y la verticalidad, algo que, es cierto, a veces no se consigue en las nuevas iglesias, en las que parece que falta el sentido sagrado, de recogimiento. Creo que resulta exagerado decir que la Iglesia no está hoy presente en la cultura de vanguardia, al menos en relación a lo que ocurre en Italia.

Sensibilidad cultural

¿Piensa que hoy la sensibilidad hacia la cultura de la gente común es la misma que en el pasado?

Depende de lo que entendamos por cultura. Si entendemos que se trata de educación a la libertad, en ese caso está en situación pujante. Si pensamos que la cultura es una aglomeración de conocimientos, probablemente hoy los medios de comunicación sí que han producido un empobrecimiento. Antes, lo que se desarrollaba era la memoria, siendo así como se aprendían las cosas. Ahora, con Internet, en un clic obtienes toda esa información de inmediato. La gran concentración de grupos editoriales no beneficia la diversidad de la cultura. El caso más claro es el de la televisión, que es una mala fábrica de modelos de comportamiento y de vida.

¿Considera que Internet puede ser un punto de inflexión?

Sanna-4Internet tiene un aspecto positivo: te pone en contacto con un gran número de personas y de conocimientos. También tiene un lado negativo, ya que impide el enriquecimiento personal, dificulta el simple hecho de pensar por uno mismo. Parece que allí encuentras preconfeccionado todo lo que puedas imaginar o desear.  Hay que ser siempre muy crítico con todo lo que se puede leer en Internet.

Usted tiene una página web personal desde la que se comunica con los fieles de su diócesis, utiliza el correo electrónico, está presente en ‘Facebook’… No es algo habitual en un arzobispo.

Me es muy útil. Hace poco, el gobierno municipal propuso una normativa que permitía a los ciudadanos llevarse a su casa las cenizas de sus seres queridos fallecidos en lugar de depositarlas en el cementerio. Pienso que esta privatización de la memoria es contraria a la tradición y que va en contra de lo que la gente quiere. He lanzado esta pregunta en Facebook y se ha organizado una pequeña votación: de 32 votos, 28 estaban a mi favor y cuatro en contra. Estas herramientas que nos brinda Internet nos permiten estar cerca de la gente. Aun así, hay quien no acaba de creerse que yo, personalmente, escriba en Facebook o responda a los correos electrónicos; piensan que es mi secretario. Claro que soy yo el que escribe. Internet me ofrece la posibilidad de ponerme en contacto con personas que, de otro modo, nunca alcanzaría. Hay tantos que piden ayuda, una oración o un simple consejo…

La Iglesia se siente en España muchas veces amenazada por una parte de la clase política. ¿Opina que el Gobierno de Rodríguez Zapatero es anticlerical?

Parece que en España el proceso de secularización está mucho más avanzado que en otras naciones, como Italia. En mi país existe todavía un tejido social cristiano y religioso, por lo que creo que sería imposible aprobar determinadas leyes. Algún Gobierno precedente ha caído aquí porque intentaba sacar adelante propuestas en temas de familia que no concuerdan con el sentimiento de los italianos. La eutanasia o la homologación entre las parejas homosexuales y heterosexuales no pienso que saldrían hoy adelante en Italia. No sé cuánto durará esta posición.

dmenor@vidanueva.es

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

Compartir