Roger Aubry, misionero y ecumenista

Fallece en Bolivia el redentorista suizo, obispo emérito del vicariato de Reyes

Roger-Aubry(Gregorio Iriarte, o.m.i.- Cochabamba, Bolivia) Entre otras muchas cualidades que adornaban a la persona de Roger Aubry, resaltaron siempre su gran espíritu misionero y sus profundas inquietudes ecuménicas, dos rasgos que se pusieron de manifiesto también en el funeral celebrado en su honor el pasado 18 de febrero en la catedral boliviana de Cochabamba y a los que consagró de manera especial su ministerio episcopal.

Ya en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979), él fue uno de los protagonistas más destacados en la gestación y redacción de los mejores aportes sobre ambos aspectos de la vida de la Iglesia. Gran influencia que se dejó sentir también en la preparación de dicha Conferencia, ya que, a la sazón, él era el presidente del Departamento de Misiones del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

Otro de los aspectos importantes en la vida del obispo fue su contribución en el ámbito del ecumenismo, dado su carácter de hombre abierto al diálogo en todas sus relaciones, pero, muy especialmente, en su comunicación cercana y muy frecuente con las Iglesias hermanas separadas.

En su ministerio siempre se distinguió por la cercanía a sus sacerdotes y, principalmente, por su compromiso solidario con los indígenas, defendiendo en todo momento sus derechos, su dignidad y sus valores culturales. Era un corazón abierto a todos y, por eso mismo, era una persona querida por todos. Un misionero que dejó su tierra natal para vivir toda una vida junto a su pueblo boliviano, junto al cual quiso morir.

‘Muerte filial’

Roger-Emile Aubry nació en 1923 en Montfaucon, en la diócesis suiza de Basilea, y fue nombrado obispo titular del vicariato apostólico de Reyes (al noreste de Bolivia) en 1973, hasta que otro redentorista suizo como él le sucedió en esa sede en 1999.

Su muerte, acaecida el 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, supone una gran pérdida para la Iglesia de Bolivia, que la asume dentro del misterio de la fe y de la Pascua, con el ánimo de mantener viva la llama del anuncio del Evangelio que Aubry alimentó de manera constante y fructífera, siempre rebosante de esperanza y de optimismo.

Transcribimos aquí algunos de los pensamientos que el fallecido envió a un amigo suyo pocos días antes de su muerte: “La mía será una ‘muerte filial’, expresada por la obediencia amorosa hacia el Padre, para recibir la plenitud de su filiación. Cristo es salvador, Él mismo es la salvación y, por la unión con Él, todos somos salvados. Esta unión nos hace participes de su muerte y de su resurrección. Nuestra muerte es programada en la fe de Cristo, es morir de su propia muerte, de la ‘muerte filial’, para ser llevados con Él hacia la gloria del Padre…”.

Descanse en paz.

En el nº 2.697 de Vida Nueva.

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