“Hay que hacer juntos una nueva Honduras”

El cardenal urge a la reconciliación en la fiesta de la Virgen de Suyapa

Maradiaga-Virgen-Suyapa(José Luis Celada) El santuario de la Virgen de Suyapa se quedó pequeño el día 3 para acoger a los miles de hondureños que, llegados de todos los puntos del país, se dieron cita para conmemorar los 263 años del hallazgo de la imagen de su patrona. Y fue allí donde el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, lanzó un llamamiento urgente a sus compatriotas a “hacer juntos una nueva Honduras, que busca la reconciliación y la justicia social”. “La reconciliación es necesaria –proclamó– porque se ha tratado de presentar la mentira como la verdad, el mal como si fuera bien y la injusticia como si fuera justicia”.

La Eucaristía contó con la presencia del nuevo presidente, Porfirio Lobo, de su esposa y de parte de su Gabinete, así como con los presidentes del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia y el jefe de las Fuerzas Armadas. Dirigiéndose a estas autoridades, el cardenal deseó “que reine entre nosotros la comunión, la comunicación, la fraternidad, la reconciliación, la fraternidad y la paz”. Y pidió a la Virgen de Suyapa que “Dios habite entre nosotros con renovado amor, para secar lágrimas y que no haya más llanto, ni dolor, sino esperanza de salir adelante”. “María –añadió– es la madre que nos dice: hagamos juntos una nueva Honduras”.

Aunque en muchos momentos de la homilía las palabras de Rodríguez Maradiaga fueron acogidas con aplausos por los asistentes, un comentario suyo en el turno de agradecimientos generaría cierta polémica horas después en la prensa del país. “Hoy –dijo– es un día especial para darle gracias a Dios por medio de la Virgen María, por nuestra Honduras, por nuestra libertad, la soberanía e independencia que don Roberto Micheletti supo defender con las Fuerzas Armadas y junto a miles de hondureños y hondureñas que deseamos ser parte de las soluciones y no de los problemas”.

La mejor riqueza

Mayor unanimidad despertó, sin embargo, su solicitud a los gobernantes para que se “preocupen por los más pobres, por los más necesitados, por los marginados y excluidos, por nuestros ancianos, nuestros niños y jóvenes, que son la mejor riqueza que tenemos”.

El cardenal, que ese día cumplía 17 años al frente de la Archidiócesis de Tegucigalpa, se mostró esperanzado “porque sabemos que el humanismo cristiano va a guiar esta nueva etapa de nuestra Honduras, y deseamos que todos podamos colaborar en este proyecto para el bien de la nación”. Un humanismo cristiano que, según él, contribuirá a “crear una nueva Honduras digna, soberana, independiente, noble, justa y llena de amor”.

En el nº 2.695 de Vida Nueva.

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