Musas y musarañas

Nine

Nine-2 (J. L. Celada) Hay una crisis que afecta a la industria cinematográfica tanto o más que la económica: la crisis de ideas. Cuesta mucho encontrar productores que financien nuevos proyectos, pero más aún escribir guiones que resulten originales o con algo que contar. De tal sequía creativa da cuenta la ficción que aquí nos ocupa, Nine, título que también pone de manifiesto ese síntoma como preocupante realidad.

Versión en celuloide del musical homónimo que triunfó en Broadway décadas atrás, el último trabajo de Rob Marshall devuelve esta historia a su hábitat natural: la gran pantalla. Porque para ella fue concebida Ocho y medio, el clásico de F. Fellini que inspiró la adaptación teatral llevada a cabo después por el compositor y letrista estadounidense Maury Yeston. Todo arranca, pues, en 1963, cuando el genial cineasta italiano sacó de su chistera un personaje para su inolvidable compatriota Marcello Mastroianni que bien podría ser su alter ego.

Aquel realizador en pleno bloqueo mental y artístico, incapaz de idear una obra a la altura de sus éxitos pasados, resucita ahora en la marcada personalidad de Daniel Day-Lewis, protagonista masculino de Nine, un director que se dispone a rodar la que sería su novena película. Se llamará Italia y contará con los mejores profesionales, pero ¿por dónde empezar?

Zarandeado por las musas (las poéticas y las de carne y hueso), nuestro hombre acabará entregado a las musarañas del vértigo y la desconfianza, llevando su descontrol y falta de inspiración con la cámara al ámbito de los sentimientos y las relaciones personales. Un universo emocional donde se congrega la baza más sólida de esta propuesta: un coro femenino (con su cuerpo de baile) de auténtico lujo. Así, el padre de Chicago hace desfilar por el escenario a la mujer (Marion Cotillard) y la amante (Penélope Cruz) del contrariado individuo, a su gran estrella (Nicole Kidman), a su confidente y habitual responsable de vestuario (Judi Dench), a una periodista y admiradora (Kate Hudson) y hasta su mismísima mamma (Sophia Loren). Los deslumbrantes números interpretados por todas ellas son, sin duda, lo más atractivo de este filme.

Del resto, poco más se puede decir. Si acaso, dar la razón a algunos de los tópicos que salen a relucir: la figura del director está sobrevalorada; o cuestionar –a la vista del resultado final– ciertas afirmaciones que comparan las películas con los sueños, por su posibilidad de hacerlas cobrar vida en la elección de una toma o en la sala de montaje. Bonita teoría, pero poco creíble cuando el rostro de los que cantan o las extremidades de los que bailan se desdibujan entre amplios encuadres de escasa duración o planos de cintura para arriba. De la pobre tensión dramática del guión, mejor ni hablamos. En suma, mucho ruido (eso sí, del bueno), pero pocas nueces de aquella rica cosecha de Chicago.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Nine