Las Iglesias del continente se movilizan para ayudar a Haití

Episcopados, diócesis, Cáritas y pastoral social aúnan esfuerzos en acciones solidarias de todo tipo

Haití-1Especial-Haití(J. L. Celada) Veinte días después de que un terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter sembrara de muerte y destrucción la ciudad de Puerto Príncipe, las iniciativas solidarias con el pueblo haitiano se multiplican aquí y allá. Los principales organismos internacionales, así como los más diversos países, han arrimado el hombro –con desigual grado de compromiso– para paliar la grave situación que vive hoy la pequeña isla caribeña. Sin embargo, lejos de este despliegue de marines, bomberos y envíos masivos de ayuda humanitaria que desde entonces acaparan cámaras y flashes, hay otra corriente silenciosa de auxilio y calor a la castigada población de la capital: la que protagonizan las Iglesias hermanas del continente. Cada una en la medida de sus posibilidades, y a los más diversos niveles (Episcopados, diócesis, oficinas de Cáritas, delegaciones de Pastoral Social…), todas ellas han movilizado sus recursos –materiales y humanos– para acompañar a las víctimas de la tragedia.

Haití-2Uniéndose a un primer llamamiento del Papa, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) se dirigió “a las Conferencias Episcopales de América Latina y El Caribe para que promuevan, desde los organismos sociales y caritativos, una presencia solidaria de la Iglesia y de la sociedad con el pueblo haitiano, a través de las instancias eclesiales y civiles, tanto de Haití como de República Dominicana”. Un comunicado que proponía “impulsar mecanismos de comunión, solidaridad y ayuda en los diversos campos de la atención a emergencias, de la promoción humana y del acompañamiento espiritual y pastoral”. Aunque, en realidad, a esas alturas, no pocos Episcopados ya habían puesto en marcha sus propios resortes.

Colectas dominicales

Así, desde la vecina República Dominicana, una reunión de emergencia apenas dos días después de la catástrofe decretaba las acciones a seguir: una colecta a nivel nacional, que daría comienzo en las misas del domingo 17 y que aún permanece abierta; una Eucaristía el miércoles 20 en la catedral de Santo Domingo, organizada por la Conferencia del Episcopado Dominicano y con la presencia de todos los obispos del país; un telemaratón de doce horas, organizado también para el domingo 17; y la consigna de que “cada diócesis dispondrá de centros de acopios parroquiales y diocesanos para recibir alimentos, medicinas, agua, etc. Dichas donaciones serán enviadas a través de Cáritas Dominicana”.

Haití-3En Cuba, una carta del cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana y presidente de Cáritas en el país, apelaba a la caridad de sus compatriotas “para hacer una colecta nacional a favor de este sufrido pueblo [el haitiano]”. Y aunque muy “consciente de la difícil situación económica que reina entre nosotros”, recordaba que “en situaciones como éstas debemos tender nuestra mano para compartir con nuestros hermanos lo poco que tenemos”. A imagen del episodio evangélico del óbolo de la viuda (Lc 21, 1-4), el purpurado invitaba “a compartir, desde nuestra pobreza, con el hermano pueblo de Haití”. La misiva, que fue leída en iglesias y capillas en las eucaristías dominicales del día 17, advertía que resulta “poco práctico realizar una colecta de bienes o insumos, pues la dificultades logísticas complicarían su distribución”, por lo que insistía en la necesidad de llevar a cabo “una colecta monetaria”, pese a “los sacrificios y privaciones que ello conlleva”. Estaba previsto que la recaudación de la misma fuera enviada al Plan de Emergencias de Cáritas Haití, encargado de hacer llegar la ayuda a la población afectada por el seísmo del día 12.

“Dinero en efectivo” es lo que ha solicitado también la Iglesia en Bolivia para su Campaña de Oración y Solidaridad Activa por Haití. “Esta tragedia humana reclama la solidaridad de la comunidad nacional e internacional para atender las necesidades inmediatas de socorro y, posteriormente, la reconstrucción de la infraestructura perdida y la reactivación de las actividades económicas para devolver, hasta donde sea posible, las condiciones mínimas de subsistencia de las víctimas”, sostiene un mensaje firmado por el obispo auxiliar de La Paz y secretario de la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB), Óscar Aparicio, y el obispo de El Alto y vicepresidente de Pastoral Social Cáritas Boliviana, Jesús Juárez.

Haití-4Todavía con “la memoria viva de la experiencia dolorosa” del terremoto de 1998 en Aiquile y Totora, y secundando la petición inicial de Benedicto XVI, la CEB se ha sumado a los esfuerzos de ayuda humanitaria con una iniciativa cuyo momento culminante tuvo lugar el domingo día 24, con “colectas solidarias” en todas las eucaristías, dado que “por la distancia y los costos de transporte resulta difícil enviar vituallas o víveres a los damnificados”.

Opinión que comparte la vecina Iglesia del Perú, que, a través del presidente de Cáritas, ha sugerido que la ayuda sea “económica, pues el recoger ropa, medicinas y alimentos no es el camino”. “Estos recursos –entiende Miguel Irízar– vendrán a partir de los grandes gobiernos, instituciones o países que ya están colaborando”. Durante la presentación de la campaña Todos solidarios con Haití, el también obispo del Callao anunciaba que, tanto el domingo 24 como el 31 de enero, se realizaría en todas las parroquias una colecta nacional para “llevar una luz de esperanza a nuestros hermanos de Haití”. “No importa que sean pequeñas donaciones –aseguró el prelado–, yo les pido a los fieles de todo el Perú y personas de buena voluntad que colaboren con generosidad”.

Un ‘acto de amor’

Haití-5Idéntico sentimiento y “verdadero espíritu de solidaridad” deseaba suscitar la Iglesia católica en Ecuador entre sus fieles con la colecta organizada el domingo 24 en todas las celebraciones eucarísticas del país. Una “cruzada solidaria” que –según una breve nota de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana– quiso convertirse en “verdadero acto de amor, compartiendo lo poco o mucho que podamos con quienes en este momento sufren y nada tienen”.

Y es que, de norte a sur y de este a oeste, la Iglesia que peregrina en el continente latinoamericano sabe muy bien que el reciente terremoto es otro triste episodio en la historia de Haití, “uno de los países que en la última década ha vivido acontecimientos dolorosos, ya sea por problemas de violencia, pobreza, inundaciones y sequías”, lamenta la Comisión Episcopal de Pastoral Social Cáritas de la Iglesia en Venezuela. Un comunicado –firmado por el obispo de El Vigía-San Carlos del Zulia, José Luis Azuaje, y el arzobispo de Coro, Roberto Luckert, presidente y vicepresidente de Cáritas, respectivamente– llamaba a todas las diócesis del país a realizar el pasado día 17 una “colecta solidaria”, cuya recaudación “será enviada a la Iglesia haitiana a través de Cáritas Haití”, entidad que cuenta con un “plan estratégico para atender humanitariamente” a los afectados por el desastre.

Haití-6Colaborando con ella “y trabajando muy de cerca con la Cáritas de República Dominicana”, tampoco ha faltado a la cita la Iglesia de Colombia, como reconoció el director del Secretariado Nacional de Pastoral Social/Cáritas Colombiana, Héctor Fabio Henao, durante una rueda de prensa convocada en Bogotá. Junto a él, el presidente de la Conferencia Episcopal, Rubén Salazar, explicó que se quieren ofrecer “maneras concretas” de ayudar al pueblo haitiano, como la colecta que se celebraría el domingo 24 en todas las parroquias del país. Una jornada de solidaridad en la que el también arzobispo de Barranquilla invitó a todos a participar, para recaudar “una ayuda sustancial”. El prelado subrayó, asimismo, la importancia de entregar cualquier donativo a través de “instituciones conocidas y reconocidas” como la Iglesia católica y la Cruz Roja.

Desde el Cono Sur, respondiendo al llamamiento de Cáritas en la isla caribeña, su homóloga en Uruguay ha anunciado que “todo lo recaudado [en pesos o en dólares] hasta el 18 de febrero a través de nuestras líneas solidarias y cuentas bancarias será destinado a nuestros hermanos de Cáritas Haití”. Y comparte con los hipotéticos donantes el mensaje que el administrador de esta institución, Jean Lucien, envió a los distintos países tras un suceso que “va a dejar cicatrices y huellas muy profundas en nuestra carne y en nuestra alma”. El arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, por su parte, ha invitado a sus comunidades a colaborar con los hermanos de Haití con una colecta extraordinaria durante las misas del fin de semana del 13 y 14 de febrero.

Haití-7Del otro lado del Río de la Plata, desde “nuestra solidaridad y profundo dolor”, Cáritas Argentina recordaba en una breve nota que “la ayuda que más ayuda es la que se organiza”. Y abría una cuenta de emergencia para Haití, “asumiendo que la donación en dinero facilita el acceso y la administración de los fondos desde el mismo lugar donde se realiza la asistencia”. Una acción que fue encontrando eco en los llamamientos a la solidaridad lanzados por las archidiócesis de Buenos Aires, Rosario o Tucumán, entre otras.

Numerosas han sido también las Iglesias locales que en Chile han respondido a la difícil situación del pueblo haitiano: una colecta en todas las parroquias durante las misas del domingo 24 de enero sellaba el compromiso que, a través de conciertos benéficos, encuentros de oración o mensajes episcopales, han adquirido los fieles chilenos con la causa de Haití. Santiago, Concepción, Iquique, Talca, Copiapó, Temuco… han apoyado (y encarnado) el “esfuerzo de la Iglesia católica y de todo Chile” a favor de Haití. Un apoyo que el presidente del Área Social-Cáritas de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) y obispo de Temuco, Manuel Camilo Vial, solicitó también a los medios de comunicación, para que difundieran una campaña solidaria en la que “no pedimos lismosnas –dijo–, no pedimos las sobras, pedimos el esfuerzo que ustedes puedan dar”. Junto a él, el presidente de la CECh y obispo de Rancagua, Alejandro Goic, deseó que la dramática situación de Haití “suscite en la gran familia latinoamericana una creciente solidaridad en beneficio de este pueblo”.

Haití-8Solidaridad manifestada públicamente por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), uniéndose así a “la multitud de hombres y mujeres que, en estas circunstancias, tienen ‘la osadía de quien se atreve a esperar contra toda esperanza’”. Precisamente, esta expresión paulina da título a la nota difundida por este organismo y que lleva la firma de su presidente y arzobispo de Mariana, Geraldo Lyrio Rocha, y del presidente de Cáritas Brasileña y obispo de Jales, Demétrio Valentini. En ella, la CNBB reclama “iniciativas que demuestren la solidaridad internacional, como, por ejemplo, el perdón inmediato de toda la deuda externa de Haití” (el 30% de su PIB). Este SOS por el país caribeño, que convocaba a “todas las comunidades eclesiales, parroquias y diócesis a promover oraciones y colectas para las víctimas del terremoto” los domingos 17 y 24 de enero, recaudó en apenas cinco días casi 300.000 dólares.

Pero toda la ayuda se antoja poca, porque “el drama de Haití no se limita a la pérdida de más de cien mil vidas humanas, sino al daño corporal y psicológico temporal y permanente de miles de personas, destrucción de viviendas, infraestructuras, hospitales, escuelas, fábricas y otros centros laborales”, advierte el presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica y arzobispo de San José, Hugo Barrantes. En un breve comunicado, el prelado invitaba a sus compatriotas católicos a “brindar su generosa aportación” para la Colecta Extraordinaria de Solidaridad con el Hermano Pueblo de Haití, programada para los pasados días 23 y 24 en todos los templos del país.

Finalmente, desde México, el presidente del Episcopado y arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes, animaba a sus hermanos obispos a ser “los promotores de las acciones que hagan efectivo” el llamamiento a paliar el lamentable panorama que presenta hoy Haití, “ya de por sí vulnerable por la extrema situación de pobreza y el azote de anteriores fenómenos meteorológicos”. Y, urgido por la caridad de Cristo y respondiendo a  la exhortación papal, invita a enviar aportaciones económicas conforme a los criterios de solicitud de Cáritas Internacional.

Funeral en Puerto Príncipe

Haití-9Haití-10Toda una ola de solidaridad y comunión eclesial que se prolongó hasta unirse en oración con los haitianos que el sábado 23 asistían al funeral del arzobispo de Puerto Príncipe, Joseph Serge Miot, y de su vicario, Charles Benoit, fallecidos en el seísmo. La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Cap-Haïtien y presidente del Episcopado, Louis Kébreau, y la homilía corrió a cargo del obispo auxiliar de Puerto Príncipe, Joseph Lafontant. Al término de la celebración, convertida en improvisado duelo colectivo por las miles de víctimas que no pudieron tener un entierro digno, el presidente del país, René Préval, y la multitud de fieles, sacerdotes y monjas congregada frente a las ruinas de la catedral siguieron con atención las palabras del nuncio, Bernardito Auza, quien leyó una carta enviada por el Papa. En ella, Benedicto XVI celebra la “rápida movilización de la comunidad internacional, unánimemente conmovida por la difícil situación de los haitianos”, y asegura que “toda la Iglesia, a través de sus instituciones, no dejará de ayudar en el servicio de emergencia y reconstrucción de las zonas devastadas del país”.

 

DEUDA, DONANTES Y RECONSTRUCCIÓN

Inauguración de la Cumbre de Montreal para preparar las ayudas a Haití

Inauguración de la Cumbre de Montreal para preparar las ayudas a Haití

Representantes del Grupo de Amigos de Haití (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Francia, México, Perú, Uruguay y los Estados Unidos), así como de la República Dominicana, la Unión Europea (UE), España y Japón, además de los delegados de la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), decidieron en la reciente Cumbre de Montreal organizar en marzo, en la sede de la ONU en Nueva York, una Conferencia de donantes para la reconstrucción del país caribeño.

Aunque los participantes en el encuentro no presentaron un plan de ayuda específico, sí se comprometieron a respetar la soberanía de Haití y, bajo su liderazgo y la coordinación de la ONU, ayudar a reconstruir el país a través de la participación de los haitianos, según desvelaron en rueda de prensa tanto el ministro canadiense de Asuntos Exteriores y anfitrión de la cita, Lawrence Cannon, como la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton.

Días antes, sin embargo, la Asociación de Estados del Caribe (AEC), que agrupa a 25 países de la región, reunida en Cartagena de Indias (Colombia),  pidió a los acreedores internacionales de Haití que condonen su deuda externa para contribuir a su recuperación tras el terremoto. La respuesta del BM no se hizo esperar, al anunciar que suspende durante cinco años el reembolso de las sumas que le debe Haití, y que trabajará por la anulación total de esa deuda.

La deuda de Haití con el BM, libre de intereses, asciende a unos 38 millones de dólares (el 4% de la deuda externa total del país). Tanto el BM como el FMI clasifican a Haití entre los “países pobres altamente endeudados”; no en vano, hasta junio de 2009, había recibido un total de 1.200 millones de dólares en préstamos.

¿Basta con un aplazamiento o es exigible la condenación total? Recientemente, el historiador y politólogo belga Eric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda Externa del Tercer Mundo (CADTM), nos ofrecía una respuesta, tras presentar en Valencia su libro 60 preguntas/60 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial (Icaria/Intermón Oxfam): “Los planes de rescate que han destinado los gobiernos occidentales para salvar la deuda privada –denunciaba– ascendieron a dos billones de dólares. Tan sólo dos tercios del dinero que se ha inyectado equivaldría a cancelar la deuda externa de los países del Tercer Mundo”.

En el nº 2.693 de Vida Nueva.

 

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