El barrio del padre Mugica es ya un hogar para los más pobres

La ‘Villa 31’ de Buenos Aires, donde trabajó el carismático sacerdote, será urbanizada por ley

Barrio-Villa-31(Washington Uranga– Buenos Aires) La ‘Villa 31’ es un barrio popular que forma parte integral de la historia de Buenos Aires. Y también de la historia de la Iglesia católica en Argentina, porque el barrio, sus habitantes y sus luchas están directamente relacionados con la vida y la muerte del sacerdote Carlos Mugica (1934-1974), un hombre que entregó su vida por los pobres y su causa. El asentamiento, ubicado a pocas cuadras de la Plaza de Mayo y del Obelisco de Buenos Aires, comenzó a formarse a principios de los años 40 con trabajadores italianos, y fue creciendo con la llegada de inmigrantes pobres del interior del país. Ha sido ámbito de controversias, escenario de enfrentamientos, lugar de resistencia y, siempre, un espacio de lucha de sus habitantes para defender el lugar de sus precarias viviendas.

La noticia hoy es que, por decisión de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, la ‘Villa 31’ será definitivamente urbanizada, es decir, que será rezonificada como área destinada a vivienda-habitación y, en el caso que sea necesario, algunos terrenos podrán ser expropiados. Con esta medida se pone fin a disputas que se extendieron durante años y que enfrentaron a los pobladores pobres sin título de propiedad de lotes y vivienda contra intereses de grupos inmobiliarios que pretendían desalojarlos para desarrollar allí proyectos urbanísticos en un terreno que, por su proximidad con el centro de la ciudad y con las zonas residenciales más codiciadas, hubiera redituado grandes ganancias.

Pero ésta no ha sido la única batalla de los habitantes de la ‘Villa 31’, en su gran mayoría trabajadores muy humildes que se instalaron allí provenientes de distintos lugares del interior del país, del Paraguay o de Bolivia. Buenos Aires, la gran capital, los atrajo con la ilusión de una fuente de trabajo y de mejor calidad de vida. Pero la otra cara de la misma moneda siempre fue el déficit habitacional y las remuneraciones nunca suficientes para alcanzar una vivienda digna.

Desde los años 70, el sacerdote Mugica y los “curas villeros” del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo estuvieron muy cerca de las demandas y reivindicaciones de estos pobladores. El padre Mugica, como se le recuerda aquí, fue asesinado el 11 de mayo de 1974 por la terrorista Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Hoy los restos del cura descansan en la parroquia Cristo Obrero, que él mismo fundó y ayudó a construir.

Casi 8.000 familias

Según el censo oficial realizado en abril de 2009 por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la ciudad de Buenos Aires, actualmente viven en la ‘Villa 31’ (y su colindante ‘31 bis’) 25.987 pobladores agrupados en 7.958 familias. Pero los esfuerzos de las autoridades están directamente dirigidos a evitar que se radiquen más personas, porque los datos señalan que llegan hasta allí once familias por semana. El censo realizado este año indica que la población se ha duplicado desde 2001, cuando el empadronamiento arrojaba una cifra de 12.204 residentes en 3.244 núcleos familiares.

Para cualquier visitante de Buenos Aires que arribe a la capital argentina a través del aeropuerto Jorge Newbery (Aeroparque), el trayecto de ingreso a la ciudad por la autopista Illia hacia la famosa avenida 9 de Julio, le permitirá apreciar a simple vista las construcciones de la ‘Villa 31’. Lo que en otro tiempo fueron casas de chapa y cartón, hoy día se han convertido en construcciones de ladrillo y cemento, pero realizadas de manera improvisada y precaria por los pobladores, sin seguir reglamentaciones urbanísticas, sin calles trazadas. Y, lo que resulta más grave, a medida que van llegando al asentamiento nuevas personas llamadas por sus propios familiares, las casas van creciendo en altura, sumando pisos, terrazas y habitaciones.

Barrio-Villa-31 2La infraestructura de servicios –donde existe– es insuficiente para la población que ya está instalada allí, y a ello se suma el peligro inminente de derrumbes por las construcciones realizadas sin tener en cuenta normas y requisitos técnicos. Según un informe extraoficial, hay aproximadamente 60 construcciones de altura en riesgo de derrumbe. Las autoridades han advertido que no existen medidas de seguridad y, al mismo tiempo que abrieron el diálogo con la comisión de vecinos, tomaron medidas para evitar el ingreso de materiales de construcción y de nuevos habitantes al barrio. Ahora se adoptó la decisión de crear una ‘Mesa de Gestión y Planeamiento Multidisciplinaria y Participativa”, con participación de las autoridades y de los vecinos, para “la regularización dominial y catastral de los inmuebles afectados al proceso de urbanización con fines de vivienda única”.

A lo largo de su dilatada historia, la hoy ‘Villa 31’ ha tenido diferentes nombres. Se la conoció inicialmente como ‘Villa Esperanza’, también como ‘Villa Desocupación’, pero, además, por otras denominaciones vinculadas con su proximidad a las vías del ferrocarril a sus estaciones (‘Kilómetro Tres’ y ‘Saldías’). Hoy son muchos los que reclaman que la ‘Villa 31’ sea rebautizada con el nombre de barrio ‘Carlos Mugica’, en memoria del sacerdote asesinado. Quien recorre las calles y pasillos de la ‘Villa 31’ encontrará cuadros, estampas y efigies del ‘padre Carlos’, a quien todos veneran, también aquellos que no lo conocieron personalmente pero han recibido el testimonio de sus antiguos vecinos y compañeros de lucha.

Mugica fue un cura dedicado a los pobres con clara y decidida militancia política en el peronismo, partido político del que llegó a ser funcionario durante el Gobierno del presidente Héctor Cámpora, en 1973. Pocos meses duró su tarea, que realizaba ad honorem y con fines sociales. Sus discrepancias con el ministro del área, José López Rega, lo llevaron a alejarse rápidamente del cargo para volver sólo al trabajo pastoral en el barrio.

Desde los años 50 hasta ahora, que se ha tomado la decisión formal de urbanizarla, la ‘Villa 31’ estuvo siempre amenazada por la erradicación de sus habitantes. Los intereses inmobiliarios sobre la zona, pero también las quejas de vecinos de los barrios ricos colindantes, han sido las principales razones. La resistencia de los humildes residentes, articulada en diferentes momentos con movimientos sociales y políticos, impidió que el hecho se concretara.

Durante la dictadura militar (1976-1983), los habitantes de la ‘Villa 31’ fueron objeto de una persecución constante, bajo el argumento de que allí se refugiaban terroristas y delincuentes. El resultado fue que pocas familias quedaron viviendo en el lugar. Pero, después de 1980 y en particular con el regreso de la democracia, la zona se repobló, y el número de sus habitantes fue creciendo hasta las cifras que hoy se registran.

Otros 20 asentamientos

Claro que la ‘Villa 31’ es sólo la más “famosa” dentro del elenco de los asentamientos urbanos de la capital argentina. Existen por lo menos otros veinte barrios donde viven alrededor de 150.000 personas en condiciones similares o peores a las que sufren los habitantes de la ‘Villa 31’ en la zona de Retiro. José María Pepe Di Paola, actual coordinador de los sacerdotes que trabajan en las villas de Buenos Aires y párroco en la ‘Villa 21’, denunció, junto a un grupo de compañeros, que la mayor amenaza de estos barrios marginales es, hoy por hoy, el narcotráfico. Los jóvenes, sostienen los curas, son las principales víctimas de las drogas. Por sus denuncias, Di Paola fue amenazado de muerte, pese a lo cual continúa en el mismo lugar desarrollando su labor pastoral. Tanto él como sus colegas reconocen en la figura de Carlos Mugica el inspirador de una labor pastoral que expresa la opción evangélica por los más pobres de Buenos Aires.

wuranga@vidanueva.es

En el nº 2.689 de Vida Nueva.

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