Por unas Navidades sin excluidos

Sigüenza-Guadalajara pone en marcha un restaurante solidario antes de las fiestas

Restaurante-solidario(Texto y fotos: Juan Ignacio Cortés) Hace un par de años, Braulio Carlés, sacerdote y vicario de Pastoral Social de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, le planteó a su obispo, José Sánchez, la necesidad de crear un centro de formación que permitiese a personas en situación de exclusión buscar vías de inserción en el mercado laboral. Cuando el plan estaba en marcha, se vino encima la crisis y las prioridades cambiaron. Abrir un comedor social que permitiese subsanar los efectos de la grave situación económica se transformó en el objetivo principal. Lo que comenzó como un proyecto necesario, a medio plazo está a punto de convertirse en un hermoso testimonio del verdadero sentido de la Navidad.

Braulio Carlés muestra el comedor

Braulio Carlés muestra el comedor

En ello tiene mucho que ver el empeño y la intuición de Sánchez, siempre atento a las necesidades sociales. “Fue él quien lo vio claro”, asegura Carlés. “A finales del año pasado le comenté que el número de comidas que se daban en el Albergue Betania –servicio diocesano destinado a la acogida de transeúntes– se estaba incrementando mucho y que esta instalación estaba a punto de verse desbordada. Sin dudarlo, nos encargó reformular el proyecto del centro de formación e incluir un servicio que atendiese a la gente que no tiene qué comer”.

Esto se hizo con celeridad. Con la misma que se ha pasado de los proyectos a los hechos. Tanta, que la diócesis no ha dudado en adelantar 300.000 euros para que las obras más esenciales pudiesen terminarse antes de esta Navidad. Ésta es, en cierto sentido, la razón de la prisa: “Las Navidades no pueden saber igual para un cristiano cuando sabes que a tu lado hay gente que no tiene lo básico para vivir”, explica Carlés.

Carlés en la cocina

Carlés en la cocina

Estas palabras traducen las escritas por el propio obispo en una carta pastoral titulada Comedor social. Urgente llamada, publicada a finales del pasado mes de octubre. En ella hacía un llamado a los cristianos de la provincia de Guadalajara a colaborar económicamente, para hacer posible la construcción del comedor. Desde entonces, unos 20.000 euros llegados a través de donativos se han sumado a la financiación del proyecto. Aunque insuficiente, es una prueba de solidaridad que la diócesis espera que vaya a más.

En la carta, Sánchez afirmaba: “Hemos de incluir entre nuestras preocupaciones la de que todas las personas sin techo, sin hogar, sin familia o sin recursos puedan (…) celebrar con alegría fundada la fiesta del Nacimiento del Salvador”. Tristemente, el número de personas en esa situación se ha multiplicado en los últimos meses en Guadalajara, al igual que en el resto de España. El número de parados en la provincia manchega ha crecido hasta los 18.576 en noviembre de 2009, frente a los 13.150 que existían en junio de 2008, antes de que la crisis económica mostrase sus peores consecuencias.

Víctimas de la crisis

Cáritas-SigüenzaEl termómetro claro que indicó la gravedad de la enfermedad social para la diócesis fue el aumento de personas que acudían al comedor del Albergue Betania. De dar unas 30 comidas por día, se pasó a dar alrededor de 120: en total eran 70 comidas, 30 cenas y 20 desayunos. Siguen siendo meras cifras. Si uno se da una vuelta por allí, puede ver a inmigrantes, a hombres con una evidente desestructuración personal, viejos conocidos de los servicios sociales de la ciudad… Hasta aquí, lo normal. Pero también se ven personas atildadas, que hasta hace poco podían estar atendiéndote en una oficina o un comercio.

Carlés corrobora estas impresiones: “No sólo ha aumentado el número de personas, sino que han variado mucho sus características. Hasta hace poco, eran sobre todo transeúntes. Ahora hay gente de todo tipo. Mucha gente que llevaba una vida normal, digna, y que, de repente, con la crisis y el paro, necesita recurrir a este servicio. Algunos días, hasta familias con niños”.

Cáritas-Sigüenza-2La hermana Rosilda, una menuda y simpática religiosa brasileña que dirige el Albergue Betania, amplía todavía el mapa de la exclusión social en esta tranquila ciudad de provincias: “Viene mucha gente que vive aquí y que ha perdido su casa y está viviendo en la calle. No sabes la cantidad de casas abandonadas que están ocupadas”. Efectivamente, no sabemos de la tremenda desesperanza de la pobreza hasta que no la sufrimos.

Eso es algo contra lo que también quiere luchar el proyecto de comedor social-restaurante solidario de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara. “La gente tiene que darse cuenta de que ahora, con esta crisis actual, es muy fácil que cualquier persona acabe siendo un sin techo”, asegura Carlés.

Hay que aclarar que el proyecto ha cambiado de nombre por el camino. La denominación comedor social se ha sustituido por restaurante solidario y supermercado solidario. El vicario de Pastoral Social explica por qué: “Comedor social era un nombre un poco antiguo. Hemos querido darle una denominación más moderna que refleje que el proyecto es asistencial, pero no asistencialista. No queremos crear personas dependientes”.

Cáritas-Sigüenza-3Se contempla, por ello, no sólo la apertura de estas instalaciones, sino que incorpora, además, el plan inicial que contemplaba la construcción del centro de formación para personas en situación de exclusión. Al mismo tiempo, en sus dependencias se pretende abrir un gabinete de apoyo psicosocial. “Queremos dar una atención global a las personas afectadas por la pobreza”, explica Carlés.

Para evitar la dependencia, las personas que se beneficien de ambas instalaciones podrán comer (en el restaurante solidario) o comprar comida a un precio muy bajo o nulo (en el supermercado solidario) sólo durante un cierto período de tiempo. La evaluación de su situación la harán los técnicos de Cáritas y de la ONG Asociación Católica Española de Migraciones (ACCEM), muy implicada en el proyecto.

Las obras de la planta baja, en donde se abrirán el supermercado y el restaurante solidarios, ya han finalizado, y tan sólo falta superar un pequeño trámite administrativo para que estas instalaciones estén listas. Carlés se muestra confiado en que este último escollo se salvará en cuestión de días y el restaurante y el supermercado solidarios podrán abrir sus puertas antes de Navidad.

En el nº 2.688 de Vida Nueva.

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