Florence Oloo: “Algunas ONG convierten a los africanos en esclavos”

Vicerrectora de la Universidad Strathmore (Kenia)

Florence-Oloo(Texto y fotos: Darío Menor) “África representa un pulmón espiritual para la humanidad”. Benedicto XVI subrayó con estas palabras la importancia del continente negro en el Sínodo del pasado octubre, que estuvo centrado en cómo impulsar la justicia, la reconciliación y la paz en los 53 países africanos. Florence Oloo, profesora y vicerrectora de la Universidad Strathmore de Nairobi (Kenia), es uno de esos alveolos con los que respiran los pulmones africanos de la Iglesia. Su empeño le valió ser invitada a participar en el Sínodo a petición papal. Oloo analiza la presencia femenina en el encuentro, habla de África y presenta su Universidad, cuyo objetivo es que los africanos puedan recibir educación superior de calidad sin tener que marcharse a Europa o a los Estados Unidos.

¿Cómo ha sido su experiencia en este Sínodo?

No me esperaba que el Papa me invitara. Creo que he podido ser útil para mostrar la experiencia de la universidad, de mi país y de África. Viajo mucho y estoy muy involucrada en los problemas que sufre Kenia y mi continente. Fui al Sínodo para escuchar y hablar sobre lo que conozco, y me ha impresionado mucho comprobar la amplitud de la Iglesia: he podido ver que existe una solución para los problemas que sufrimos. Era impresionante la atmósfera de optimismo y de esperanza que se respiraba. El Papa ha estado en todo momento escuchando lo que decían las personas que han intervenido.

Usted fue una de las pocas mujeres que ha participado en el Sínodo. ¿Fue suficiente la representación femenina?

Había 29 expertos y, de ellos, 10 mujeres. El porcentaje no estuvo mal, aunque podía haber sido mayor. En cualquier caso, hay que destacar la enorme atención con que se han escuchado todas las intervenciones realizadas por mujeres.

¿Cuál ha sido la contribución femenina al Sínodo para África?

Los padres sinodales han sido conscientes de la contribución que la mujer africana hace en las familias, en el Estado y también en la Iglesia. En la comunidad católica keniana ocupan puestos de mucha responsabilidad. Creo, por tanto, que se ha tenido muy en cuenta a las mujeres en el Sínodo, se nos ha escuchado con mucha atención y se nos ha respetado. Hemos hablado, por ejemplo, de la gran importancia que tienen las mujeres en el proceso de reconciliación en las naciones que han vivido un conflicto. Tienen una capacidad para escuchar distinta a la de los hombres. Y esta habilidad para empatizar con el otro es muy importante en los procesos de paz y de reconciliación.

¿Cómo es en la actualidad la situación de la mujer keniana?

Hace unos 15 años se empezó a poner mucho énfasis en la educación femenina,  marginada durante décadas por los Gobiernos. Ahora recogemos el resultado de esas políticas: hay más mujeres en las universidades y en puestos de decisión de las empresas y la sociedad. Esta tendencia aumentará en los próximos diez años, aunque todavía queda mucho por hacer.

La economista zambiana Dambisa Moyo dice en su libro “Dead Aid” (“Ayuda muerta”) que las ayudas económicas a África tienen más efectos negativos que positivos, porque convierte a estas naciones en parásitas. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

Florence-Oloo-2No estoy de acuerdo completamente con esa tesis. Es verdad que África ha recibido ayuda durante mucho tiempo, pero los problemas se resolverán con cambios que nazcan de su propia sociedad. Imponer soluciones desde fuera no funciona. También estoy de acuerdo en que cuando Occidente da dinero a los países africanos y les dice cómo deben gastarlo, al final acaba empobreciéndolos. Lo que hacen falta son ideas nuevas para resolver problemas. Es entonces cuando sí  hace falta el dinero. Éste debe llegar después, no antes de la idea. Las dificultades no se arreglan sólo con dinero; hace falta un plan y una idea antes. Es cierto, como dice Dambisa Moyo, que algunas ONG acaban convirtiendo a los africanos en esclavos que dependen de su ayuda y no se preocupan por resolver ellos sus propios problemas. Las ayudas hacen a veces que tu mente se eche a dormir.

Por africanos y para africanos

Cuéntenos cómo nació la Universidad Strathmore…

Comenzamos hace 15 años con algunas facultades. Se debe todo a una ambición personal de san José María Escrivá de Balaguer, que quería una institu- ción de educación superior en Kenia y de los propios kenianos. Nos ha ayudado mucho el proyecto Harambee, el cual nos ha facilitado recursos económicos. Empezamos con 500 estudiantes y hoy tenemos más de 5.000. Se trata de una universidad con buenos recursos hecha por africanos y dedicada a los africanos. Tradicionalmente, los centros de educación superior de Kenia eran una especie de torre de marfil, un espacio reducido para una cierta élite. Esto está cambiando con Strathmore, que tiene en cuenta los problemas de la sociedad. Uno de ellos, la formación de profesores de Primaria y Secundaria. La moral de los maestros era muy baja en mi país, así que decidimos organizar cursos para renovar sus conocimientos y animarles. La preparación y el ánimo de los maestros es clave para el estado de la educación de un país.

¿Qué ocurre con sus estudiantes cuando se gradúan: se quedan en Kenia o se van a países de Occidente?

La mayoría se queda en Kenia, les animamos a ello. La universidad tiene que ser una riqueza para el país. Hemos puesto el énfasis en servir a la gente del país. Los estudiantes reciben educación para que sean capaces de innovar y resolver así los problemas que hay en nuestra tierra. No sólo a nivel teórico, sino también práctico. Los pocos que se van lo hacen porque quieren tener una experiencia internacional antes de regresar a Kenia.

¿Cómo afrontan el problema de la fuga de cerebros africanos a Europa o a los Estados Unidos?

Los africanos debemos crear centros de excelencia. Es lo que intenta hacer la Universidad Strathmore. Nuestra educación es global, hay que buscar el máximo nivel en algunos campos específicos. Debemos evitar así que los mejores estudiantes se marchen. Las facultades han de ser tan africanas como internacionales. Cuando nuestros estudiantes se gradúan no necesitan ir a Occidente para encontrar un trabajo. Esa idea ya está superada: lo que intentamos es que sean emprendedores y creen sus propios empleos, que tengan ideas innovadoras que satisfagan algunas de las muchas necesidades que tiene Kenia. Son personas preocupadas por el desarrollo de su tierra. Intentamos, además, concienciar a nuestros gobernantes para que se lo pongan más fácil a los kenianos que quieren empezar un negocio.

¿Cómo son los estudiantes de Strathmore? ¿Son todos ricos y cristianos?

Es un centro plural, interreligioso e interracial. Hay estudiantes de diversas religiones, lo que sorprende mucho a las personas que vienen a visitarnos de Europa o de los Estados Unidos. Hay musulmanes, protestantes y católicos. El porcentaje de población católica en Kenia está en torno al 25%, y esa distribución también se ve en la universidad. La educación que reciben los alumnos respeta las creencias de todos, aunque la ética que promovemos es católica. El perfil social de nuestros estudiantes es también muy variado. Los hay ricos y los hay pobres. Estos últimos se benefician de las becas y de los préstamos que hemos puesto a su disposición. El sistema de préstamos, similar al que se utiliza en los Estados Unidos o en Canadá, permite a los alumnos devolver el dinero de su educación cuando se gradúan, encuentran un trabajo y tienen ya un salario. Así es mucho más fácil.

En el nº 2.688 de Vida Nueva.

Compartir