Patinazo del PSOE en el Congreso al pedir retirar los crucifijos

A la espera de la nueva Ley de Libertad Religiosa, Zapatero desautoriza la proposición de su partido

Crucifijo(Miguel Ángel Malavia) ¿Un aviso? ¿Un paso mal medido y una marcha atrás? Tras lo acaecido en menos de 24 horas, entre el 2 y el 3 de diciembre, se desconoce cuál será en los próximos meses la actitud definitiva del Gobierno respecto a la presencia de crucifijos en la escuela. Así, ese miércoles día 2 fue aprobada, con el apoyo del PSOE en la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados, una proposición no de ley de ERC por la que se instaba al Ejecutivo socialista a facilitar el cumplimiento de las demandas de los padres que pidieran la “retirada inmediata” de la simbología religiosa en “los centros escolares”.

De este modo, surgieron dos novedades respecto a peticiones similares planteadas en otras ocasiones por éste y otros partidos. En primer lugar, dio un paso más respecto a la sentencia –sobre la que se basa la reclamación– que el 3 de noviembre hizo pública el Tribunal Europeo de Derechos Hu- manos de Estrasburgo, y que circunscribía la retirada de los crucifijos a “los centros educativos públicos”. La fórmula de ERC, que habla de “centros escolares”, no matizaba si en esa pretendida acción también estaría incluida la escuela concertada, gran parte de la cual, en nuestro país, está en manos de instituciones religiosas. Y, en segundo lugar, fue la primera ocasión en la que el partido que conforma el Gobierno apoyó una iniciativa de este tipo. Y es que la votación en la Comisión de Educación de la Cámara Baja salió adelante con los votos de ERC, BNG y el propio PSOE.

Sin embargo, al día siguiente fue el propio presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, quien aclaró que “no está en los planes del Gobierno retirar los crucifijos de los colegios”. Con tan rotunda declaración pareció enmendar la plana a los diputados de su propio partido que le instaban a aplicar esta medida. Ante esta situación, todo parece quedar pendiente de la concreción de la anunciada reforma de la Ley de Libertad Religiosa, que data de 1980. Se da por hecho que en las próximas semanas se hará público el contenido del proyecto, por lo que será entonces cuando se compruebe si realmente entra o no en la agenda del Gobierno tal reivindicación.

Un hecho triste y doloroso

Sea como fuere, la reacción no se ha hecho esperar por parte de la Iglesia, siendo numerosos los obispos españoles que han defendido la presencia de la simbología religiosa en las aulas. El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, ha calificado el hecho de “muy triste y muy doloroso”, defendiendo que el crucifijo “es un signo no sólo religioso; es un signo de humanismo que ha hecho transpirar al mundo entero con valores como el perdón o la misericordia”. Muy claro se ha mostrado el prelado de Sigüenza-Guadalajara, José Sánchez, quien, tras dudar de si esa petición se trata de “una operación de distracción” del Gobierno –“abrumado por la gravísima situación económica y de paro”–, ha especificado que esta medida “forma parte de un proyecto más ambicioso: reducir la acción de la religión, más en concreto la de la Iglesia católica, a los templos y sacristías”. En la misma línea se ha situado Jesús Sanz. En una entrevista en la COPE, el arzobispo electo de Oviedo ha considerado que es “una cortina de humo” para que “la sociedad esté secuestrada” y “no piense en otras cuestiones de las que conviene no hablar”. Así, su diagnóstico es contundente: “No es la primera vez que se pretende, por parte del Gobierno actual, ir barriendo la presencia del mundo religioso, y del mundo cristiano y católico en particular, con una estrategia de un diseño desmontador de una historia y una tradición” correspondientes a nuestro país.

A nivel político, las reacciones han sido dispares. El presidente del Congreso, el socialista José Bono, argumenta que “lo prudente” sería ir “caso a caso”, atendiendo reclamaciones individualizadas, siendo lo contrario el hacerlo “con carácter general”. El embajador español cerca de la Santa Sede, el también socialista Francisco Vázquez, ha calificado el crucifijo como “el referente máximo de la solidaridad, la igualdad y la defensa de los más desfavorecidos. Valores que la izquierda siempre ha defendido”. La secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, resume el sentir de otros compañeros de partido: “A las escuelas les corresponden el conocimiento, los libros y la educación”, siendo “los templos y el espacio privado de cada ciudadano” el ámbito adecuado “a la religión”.

En el nº 2.687 de Vida Nueva.

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