Edurne Arenas: “Veo claro el abrazo de Dios en las miradas de estos críos”

Hija del Patrocinio de María

Edurne-Arenas(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Es una religiosa más. De esas que, calladamente, hacen y cuidan lo mejor del Reino. Mujer de 59 años, menuda y que no quiere fotos… En Cájar (Granada) vive y anima una parábola. Sesenta niños y adolescentes, con carencias económicas y/o afectivas, de los cuales, 22 con minusvalía psíquica; 15 educadores y dos religiosas… Una familia muy especial.

Usted es superiora de una comunidad de hermanas mayores y directora de una Escuela Hogar… ¿Cómo se compagina?

Con mucho humor. Son 60 niños, algunos con circunstancias personales muy difíciles y 11 hermanas, algunas mayores… Todas muy implicadas en la escuela. Niños y ancianos disfrutan de una convivencia natural y necesaria. No me quiero olvidar de los laicos: hacemos una auténtica realidad de misión compartida, planificando y desarrollando. Compartiendo logros y cargas, porque ésa es la verdade- ra misión compartida.

Su congregación no siempre se dedicó a esto…

Procedo de una misión más reglada en educación, en un centro educativo con sensibilidad ante los más necesitados, como son los nuestros, pero no de un centro en el que compartes vida las veinticuatro horas con los niños, siendo referente, madre, amiga… Siendo casi todo para ellos.

Me sorprendió hace ocho años el destino, pero me ganó pronto. Hoy no sé vivir sin ellos, sin luchar por sus preocupaciones. Sin dejar mi grano de arena para que tengan mejor futuro del que en algún momento ha sido su presente.

¿Cómo son los niños de la Escuela Hogar Reina Isabel?

Sueñan, quieren, se encaprichan… como todos los niños. En algún momento de su infancia algo no fue bien en sus casas, por razones muy diversas. La mayor carencia no es la económica, aunque algunos la padecen; lo más duro es el vacío afectivo. Eso configura una forma de ser y leer la vida. En la Escuela Hogar queremos que cada niño sea protagonista, que crezca con paz, que sea reconocido y valorado. Porque ése es un derecho que Dios nos ha dejado a todos los humanos.

Ya que alude a Dios… ¿Se habla de Él en la Escuela?

Claro que sí. Se habla y se celebra. Y a lo grande. Toda la familia de la Escuela Hogar estamos en grupos cristianos de reflexión. Cada uno, en su etapa y en su edad. Por un lado, los educadores. Cada niño en su grupo con su educador o educadora… Y es valiosa la presencia entre nosotros de los Agustinos Recoletos… Ya le decía: misión compartida clara y sin vuelta atrás.

¿Cómo es un día normal en la vida de Edurne Arenas?

Un día normal en la vida de una madre. Eso sí, madre de familia muy numerosa. Desde primera hora estamos con ellos, porque hay que agilizar el día. Provocar la esperanza desde primera hora. Cuidamos mucho los momentos sencillos: desayunos, comidas, encuentros informales, talleres… Porque en lo sencillo nos jugamos casi todo lo grande. Después, nuestros niños van al colegio. Lo mismo que cualquier madre, buscamos una educación integral, y eso exige cuidar el ámbito familiar y el ámbito educativo.

Son niños que van creciendo y, conforme a su edad, cuidamos los tiempos libres… Tiempos de libertad, pero en cada momento sabiendo dónde y cómo están.

Los gozos y los sufrimientos de Edurne son…

Fundamentalmente sufro por la impotencia ante algunas cosas que viven los niños. Me indigna que sean juguetes de las incoherencias de los adultos. Quemar la infancia me parece un pecado grave, devolver la inocencia y la confianza en sí mismos a los niños es una tarea difícil.

Los gozos… Veo claro el abrazo de Dios en las miradas de estos críos y veo que captan perfectamente cómo se les quiere y quién los quiere. Para mí es un signo de su presencia. Si lo poco que estoy haciendo sirve para que sean personas de bien… mi vida ya está cumplida y realizada.

¿Es usted feliz?

Claro que sí. Sé que el futuro está en sus manos, no en las nuestras. Urge que nos cuidemos los que ahora somos consagrados, porque, estoy segura, va a nacer una nueva Vida Consagrada. La garantía es que la necesidad y la misión no se acaban, quizá cambien las formas.

MIRADA CON LUPA

Las mejores lecciones de vida consagrada se esconden detrás de la mirada de un necesitado. La valentía y “visión” para intuir dónde y cómo tenemos que estar, son los dos pasos que indican futuro. Lo que viene es incierto, pero ya son muchos los indicadores de que Dios espera algo inédito, diferente, no remozado, nuevo. Para encontrar los últimos no hay que romper la cabeza, sólo el corazón (y el bolsillo).

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.687 de Vida Nueva.

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