Un obispo chino se une a la Asociación Patriótica

Fco-An-Shuxin

Francisco An Shuxin

(M. Gómez) Con motivo del Año Sacerdotal, el cardenal Tarcisio Bertone ha remitido en estos días una carta a los curas chinos en la que insiste en dos guías para el futuro de la Iglesia en el país que ya señalaba la Carta del Papa a los católicos chinos (2007): “La reconciliación dentro de la comunidad católica –apunta el secretario de Estado vaticano– y un diálogo respetuoso y comprensivo con las Autoridades civiles, sin renunciar a los principios de la fe católica”. Y añade: “Para afrontar la actual situación eclesial y sociopolítica en la que vivís, y para proseguir en el camino de la reconciliación y del diálogo, es urgente que cada uno de vosotros saque luz y fuerza de las fuentes de la espiritualidad sacerdotal, que son el amor de Dios y el seguimiento incondicional de Cristo”.

La publicación de este texto coincide con el último caso que está preocupando a las comunidades católicas en el país y que refleja ese clima especialmente difícil. El obispo coadjutor de la Diócesis de Baoding, en la provincia de Hebei, Francisco An Shuxin, se ha inscrito en la Asociación Patriótica (Iglesia nacional del régimen comunista e independiente de Roma), para decepción de muchos sacerdotes y fieles. Tras décadas en la clandestinidad y diez años cautivo en manos de la Policía, An Shuxin fue liberado en julio de 2006, y al mes siguiente empezó a ejercer su ministerio en la Iglesia oficial, según él mismo acaba de aclarar a la agencia AsiaNews, “por el bien de la diócesis y la urgente necesidad de evangelizar”. Además, subraya que la Santa Sede ha reconocido a muchos obispos chinos que tienen responsabilidad en la Asociación Patriótica (AP), y señala que él mismo, antes de tomar su decisión, no contactó con Roma, lo cual confirma un comunicado de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, difundido el 3 de noviembre, en el que el dicasterio niega haber presionado al obispo para salir de la clandestinidad.

Fuentes de Baoding creen que An Shuxin se habría unido a la AP porque ésta le amenazó con aislarlo y nombrar a otro obispo, sembrando la confusión en la comunidad clandestina. Así, la decisión respondería a un intento por salvar el trabajo pastoral. Muchos en la diócesis han expresado que la Iglesia clandestina se siente abandonada, al ser considerada “un obstáculo” en las posibles relaciones entre China y el Vaticano. “Desde hace años, hay diócesis clandestinas sin obispo y, por lo que vemos, la Santa Sede no se preocupa de encontrar candidatos. Desde hace decenios, hay obispos en prisión, pero parece que nadie hace nada por su liberación”, apunta una fuente anónima de Zhengding.

En el nº 2.684 de Vida Nueva.

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