Benedicto XVI: “El hambre no es una circunstancia estructural”

Ante la Cumbre de la FAO, el Papa pide que se redefinan los conceptos de las relaciones internacionales

El-Papa-en-la-cumbre-de-la-(Antonio Pelayo– Roma) Llegar el lunes 16 de noviembre, por la mañana, a la sede de la FAO en Roma –situada entre las Termas de Caracalla y el Circo Massimo– era una empresa harto difícil; había que superar los numerosos controles de Policía y las vallas de seguridad para acceder al recinto donde se celebró, hasta el día 18, la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, con más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno del mundo.

Benedicto XVI llegó a las 11:30, y después de ser recibido en el exterior de la sede de la FAO por el director general, Jacques Diouf, se dirigió al Aula Magna, donde le saludaron el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y Silvio Berlusconi, presidente de la asamblea en su calidad de primer ministro del país anfitrión. Todos los presentes acogieron al Papa con aplausos que manifestaban satisfacción por su presencia.

“El drama de la malnutrición y de las hambrunas que matan cada día a miles de niños, mujeres y hombres –comenzó Diouf en sus palabras de saludo– es sobre todo una cuestión moral. De todos los desgarros que conoce el mundo de hoy, el hambre es el más trágico y el más intolerable, aunque no sea siempre el más mediático”.

El Papa se situó en esa perspectiva, y desde el primer momento insistió en que, contrariamente a lo que sostienen muchos, “no hay una relación de causa-efecto entre el incremento de la población y el hambre, lo cual se confirma con la deplorable destrucción de excedentes alimentarios en función del lucro económico”. Recordó a este propósito lo que ya ha escrito en la Caritas in veritate: “El problema de la inseguridad alimentaria –afirma en su encíclica– debe ser planteado en una perspectiva de largo plazo, eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres mediante inversiones en infraestructuras rurales, sistema de riego, transporte, organización de mercados, formación y difusión de técnicas agrícolas apropiadas, capaces de utilizar del mejor modo los recursos humanos, naturales y socio-económicos que se puedan obtener principalmente en el propio lugar, para asegurar así también sus sostenibilidad a largo plazo”.

“Existe el riesgo –continuó después– de que el hambre se considere como algo estructural, parte integrante de la realidad socio-política de los países más débiles, objeto de un sentido de resignada amargura, si no de indiferencia. No es así ni debe ser así. Para combatir y vencer el hambre es esencial empezar por redefinir los conceptos y los principios aplicados hasta hoy en las relaciones internacionales… Si se busca la eliminación del hambre, la acción internacional está llamada no sólo a favorecer el crecimiento económico equilibrado y sostenible y la estabilidad política, sino también a buscar nuevos parámetros –necesariamente éticos y después jurídicos y económicos– que sean capaces de inspirar la actividad de cooperación para construir una relación paritaria entre países que se encuentran en diferentes grados de desarrollo. Esto, además de colmar el desequilibrio existente, podría favorecer la capacidad de cada pueblo de sentirse protagonista, confirmando así que la igualdad fundamental de los diferentes pueblos hunde sus raíces en el origen común de la familia humana, fuente de los principios de la ‘ley natural’ llamados a inspirar las opciones directrices del orden político, jurídico y económico en la vida internacional”.

Protesta-hambre-RomaComo se puede ver, el discurso papal se sitúa muy lejos de las soflamas demagógicas acostumbradas en este tipo de reuniones, porque para Joseph Ratzinger, “el problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad”. Pero ya en el párrafo final quiso sancionar el problema con los datos que hoy todos conocemos: mil millones de seres humanos padecen hambre crónica, lo cual provoca la muerte de un niño cada seis segundos y la de 24.000 personas en una sola jornada. “El hambre –dijo el Papa– es el signo más cruel y concreto de la pobreza. No es posible continuar aceptando la opulencia y el derroche cuando el drama del hambre adquiere cada vez mayores dimensiones”.

La cumbre de la FAO no había hecho más que comenzar y la atmósfera que se respiraba no era demasiado optimista: no era sólo la ausencia del presidente estadounidense, Barack Obama, sino que tampoco han estado presentes ninguno de los líderes de los países del G-8 (aparte Italia, que era anfitrión). Como ha dicho un portavoz de Oxfam Internacional, “los 20.000 millones de dólares prometidos para la agricultura en la reunión del G-8 de julio pueden convertirse en un espejismo. No podemos permitirnos otra ‘noble derrota’. Esta cumbre necesita traducirse en acciones”.

Inmigración favorable

Otro de los problemas del mundo que, en este momento, preocupa al Papa y a la Iglesia católica es el de los emigrantes y refugiados, sobre el que ha tenido lugar en el Vaticano (del 9 al 12 de noviembre) el VI Congreso Mundial, con el lema Una respuesta pastoral al fenómeno migratorio en la era de la globalización. En él han participado más de trescientas personas, entre ellas, medio centenar de obispos y unos 150 delegados de las respectivas comisiones episcopales del mundo entero. Al recibirles en audiencia, Benedicto XVI subrayó las dimensiones del fenómeno migratorio que hoy afecta a todos los países del planeta: “Es necesario dar respuestas adecuadas –les dijo– a los grandes cambios sociales que se están produciendo, teniendo muy claro que no puede haber un desarrollo efectivo si no se favorece el encuentro entre los pueblos, el diálogo entre las culturas y el respeto de las legítimas diferencias. En esta óptica, ¿por qué no considerar el actual fenómeno mundial migratorio como una condición favorable para la comprensión entre los pueblos y para construir la paz y un desarrollo que interese a todas las naciones?”.

Su respuesta a esta pregunta la dio él mismo un poco más adelante: “La Iglesia invita a todos sus fieles a abrir su corazón a los emigrantes y a sus familias, sabiendo que no sólo no son un ‘problema’, sino que constituyen un ‘recurso’ que hay que saber utilizar oportunamente en el camino de la humanidad y de su auténtico desarrollo”.

Por lo demás, la semana ha sido pródiga en audiencias: el 12 de noviembre fue recibido en el Palacio Apostólico el presidente de la República de Croacia, Stjepan Mesic (elegido en el año 2000 y reelegido en 2005). Al día siguiente hizo otro tanto el primer ministro de Hungría, Gordon Bajnai. El sábado 14 fue el turno del presidente de Serbia, Boris Tadic, acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, Vuk Jeremic. Esa misma mañana también acudió a entrevistarse con el Papa el primer ministro checo, Jan Fischer.

El Papa, en las audiencias que mantuvo con el presidente de Croacia, el primer ministro de Hungría, el presidente checo y el serbio

El Papa, en las audiencias que mantuvo (de izq. a dcha.) con el presidente de Croacia, el primer ministro de Hungría, el presidente checo y el serbio

DIÁLOGO CON EL ARTE Y LOS ARTISTAS


En el Vaticano se están dando los últimos toques al encuentro del Santo Padre con los artistas, que tendrá lugar el 21 de noviembre en la Capilla Sixtina. El presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, monseñor Gianfranco Ravasi, explicó en un coloquio con los informadores algunos detalles: “Se han enviado unas quinientas invitaciones a artistas de diversos países y continentes, pertenecientes a cinco categorías principales (pintura y escultura; arquitectura; literatura y poesía; música y canto; cine, teatro, danza y fotografía). Los expertos que han elaborado las listas han tenido en cuenta la proveniencia de contextos geográficos, culturales y religiosos diversos”.

Un primer elenco de los que han aceptado la invitación permite constatar que, como era de temer, predominan los italianos. Digamos que españoles, por ahora, hay sólo dos en la lista: el arquitecto Santiago Calatrava y el músico Valentí Miserachs, director del Pontificio Instituto de Música. Entre los artistas más conocidos citemos a los arquitectos Daniel Libeskind (estadounidense de origen polaco) y Zaha Hadid (nacida en Bagdad); el escritor Claudio Magris; el cantante Andrea Bocelli; el oscarizado compositor Ennio Morricone; directores de cine como Ettore Scola, el polaco Krzysztof Zanussi o el galés Peter Greenway; el escultor alemán de origen polaco Igor Mitoraj; o el performer norteamericano Bill Viola.

“Este encuentro –aclaró Ravasi– no debe confundirse como una audiencia general del Papa a artistas en general o a los de inspiración cristiana. Quiere ser un momento representativo de la voluntad de diálogo entre la Iglesia y el mundo de las artes que deberá necesariamente desarrollarse en diversas etapas y con diversas modalidades”.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.684 de Vida Nueva.

Compartir