“Esplendor recuperado” en la Catedral de Granada

José de Ribera y Alonso Cano, protagonistas de las dos exposiciones que acoge la seo

Muestra-Granada(Juan Carlos Rodríguez) “Esplendor recuperado”. Sin duda. El Arzobispado de Granada exhibe relucientes y magníficas las diez pinturas que, junto a la talla de la Virgen de Guía –de finales del siglo XV–, componen los retablos del Nazareno y de la Santísima Trinidad de la Catedral Metropolitana de Granada. Recuperado, porque regresan al templo tras un largo año de restauración, pero, sobre todo, porque tres de ellos lo hacen con la autoría de José de Ribera, “El Españoleto” (Játiva, 1591-Nápoles, 1652).

Los tres Riberas reaparecieron debajo del polvo de casi tres siglos, los que han transcurrido desde 1721 y 1725, años en los que, respectivamente, fueron erigidos los dos retablos con donaciones, entre otros, del canónigo Gutiérrez de Medinilla, que fue quien entregó los Ribera. Las tres pinturas –el Martirio de San Lorenzo, María Magdalena penitente y Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua– presiden la exposición con la que el Arzobispado quiere exhibir en la Curia Metropolitana la belleza de las obras a ras de tierra, dado que se ha decidido que las pinturas regresen en las próximas semanas a los retablos, a aproximadamente 15 metros de altura, por tanto. Entre ellos, también se puede ver en la exposición, igualmente restaurado, El Salvador, de Alonso Cano, la gran referencia hasta ahora del retablo del Nazareno.

'Adán' y 'Eva', de Alonso Cano

'Adán' y 'Eva', de Alonso Cano

Cano es, además, protagonista de una segunda muestra en la seo granadina. En este caso, en la Sacristía, que acoge la exposición de cuatro tallas del artista –entre ellas, sus maravillosas Adán y Eva–, dos de Torcuato Ruiz del Peral y una de Jerónimo Francisco y Miguel Jerónimo García, que han sido restauradas por la Junta de Andalucía dentro del proyecto Andalucía Barroca. Las tallas son piezas que estaban ubicadas en diversas zonas de la catedral y que ahora se exhiben juntas antes de su recolocación.

La cronología del descubrimiento de los Ribera comenzó hace un año. Después de la restauración de la Capilla Mayor, el Instituto del Patrimonio Cultural, dependiente del Ministerio de Cultura, inició, en diciembre de 2008, con cargo al Plan Nacional de Catedrales, la intervención de los retablos del Nazareno y de la Santísima Trinidad. Los trabajos fueron adjudicados en concurso público a Talleres de Arte Granada, S. A., bajo la dirección técnica del restaurador Antonio Sánchez-Barriga, con un presupuesto de cerca de 277.000 euros en el marco del Plan Nacional de Catedrales. A Sánchez-Barriga no le cupieron dudas de que las firmas de José Ribera que aparecieron nada más comenzar a limpiar dos óleos del retablo del Nazareno –el Martirio de San Lorenzo y María Magdalena penitente– confirmaban, junto a los primeros indicios del exhaustivo examen científico al que se pudieron someter los lienzos, la autoría de “El Españoleto”. Las dos obras habían sido tomadas durante siglos por copias. Como el tercer descubrimiento en cuestión, Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua, lleno de evidencias de que salió de la propia paleta del maestro valenciano del siglo XVII. Aunque, en cierto modo, desde que comenzaron los trabajos de restauración, Sánchez-Barriga tenía la certeza de que se trataba de cuadros de gran valía “por su calidad de factura y técnica”, a pesar de que permanecían colgados a más de 15 metros de altura y en malas condiciones de conservación. Ha sido necesario bajarlos al suelo, limpiarlos y eliminar los repintes realizados por restauradores con poca maña entre 1721 y 1725, como describe el delegado diocesano para el Patrimonio Cultural del Arzobispado y conservador del patrimonio de la catedral, Antonio Muñoz Osorio, para redescubrir su esplendor: “Al quitarles los repintes ha aflorado una calidad maravillosa. Serán las estrellas, lo mejor de la catedral, junto con La Inmaculada de Alonso Cano”. “Puestos a valorar económicamente el hallazgo, basta decir que el último Ribera de estas características que subastó Christie’s en Londres se vendió por unos cuatro millones de libras (4,3 millones de euros)”, según Antonio Sánchez-Barriga.

Envueltas en misterio

Muestra-Granada-2El misterio sigue rodeando, sin embargo, las obras de “El Españoleto”. Los archivos catedralicios atesoran los documentos de cesión de las valiosísimas pinturas a la seo de Granada, pero aún se ignora cómo llegaron tales joyas a las manos del canónigo Gutiérrez de Medinilla. “La explicación más plausible es que el donante tuviera buenas relaciones con la Corte”, explicó Pablo Jiménez Díaz, conservador del Instituto de Patrimonio Histórico. En el caso del Martirio de San Lorenzo, la intriga es aún mayor, dado que el cuadro está firmado y fechado en el extremo inferior derecho por “Jusepe de Riba Español F(ecit) 1639” y en el extremo inferior izquierdo por “Ivan Do F(ecit)”, es decir, por el pintor también valenciano Juan Doso o Giovanni Do. “Se trata, por tanto, de una obra de extraordinario valor, no solamente por la maestría del trabajo, inequívocamente atribuible en su parte principal a José de Ribera, sino también por su carácter documental, al presentar la característica verdaderamente única de estar firmada por dos autores; del segundo de los cuales, además, no conocíamos hasta la fecha ninguna obra segura”, según Jiménez Díaz.

Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua era considerado, hasta ahora, como “réplica de obrador”, al igual que los dos ejemplares napolitanos existentes: los de la iglesia de San Francesco Saverio, actualmente en el Museo Capodimonte, y el de la Sacristía de la iglesia de San Fernando. El original de todos ellos es el ejemplar del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, firmado y fechado en 1636, procedente de las colecciones reales. María Magdalena penitente, a diferencia de las otras dos obras, presenta daños irreversibles. Obra firmada y fechada, “Jusepe de Riba Español F. 1642”, se trata también de un lienzo de gran calidad, que, aunque conservado en peores condiciones, “evidencia igualmente de forma inequívoca la mano genial del maestro”, según Jiménez Díaz.

Muestra-Granada-3El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), entidad de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, fue, por su parte, quien finalizó la intervención de las cuatro esculturas del artista granadino Alonso Cano, uno de los máximos exponentes del barroco andaluz. Los bustos de Adán y Eva, el de San Pablo –los tres, indudables obras maestras– y la llamada Virgen de Belén, presentaban numerosas restauraciones anteriores, habiendo sido repolicromados probablemente coincidiendo con su participación en diferentes exposiciones desde principios del siglo XIX, por lo que la labor fundamental del IAPH ha sido devolver a las obras su belleza original, sobre todo a los dos primeros. “La restauración de estos dos bustos era muy urgente, estaban en un estado de conservación muy malo, incluso con separación de piezas, y algunas alteraciones ocasionadas por insectos que dañan la madera”, aseguró la directora de la restauración, María Teresa Real, quien ha trabajado junto a un equipo de ocho personas. Realizados por Alonso Cano hacia el año 1666, quedaron sin concluir a la muerte de éste, por lo que la policromía la llevó a cabo en 1676 uno de sus discípulos, Juan Vélez de Ulloa. El cabildo catedralicio granadino los adquirió en la testamentaría del artista, estando documentada desde el siglo XVIII su ubicación en el lugar que hoy ocupan en la catedral: el arco toral de la Capilla Mayor. El proyecto de intervención de las obras se ha desarrollado entre los meses de enero de 2008 y octubre de 2009.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.684 de Vida Nueva.

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