La CEE anima a Manos Unidas a mantener su identidad cristiana

Mensaje de felicitación del Episcopado ante el 50º aniversario de la ONG de Acción Católica

Escuela-en-Madagascar(Miguel Ángel Malavia) Entre los numerosos reconocimientos a Manos Unidas, en la celebración, durante este año, de su 50º aniversario, no ha faltado el de la Conferencia Episcopal Española (CEE). A lo largo de las 21 páginas de un mensaje “de felicitación, agradecimiento y estímulo”, los obispos hacen un repaso por el pasado, presente y futuro de la asociación de la Iglesia en España para la ayuda, promoción y desarrollo del Tercer Mundo.

Haciendo referencia a su origen, enraizado en la I Campaña contra el Hambre (1959) por parte de las Mujeres de Acción Católica, la CEE enfatiza su condición de organización católica: “Manos Unidas ha nacido en la Iglesia y, de su asociación de apostolado, la Acción Católica, que, manteniendo una unión muy estrecha con la Jerarquía, persigue fines propiamente apostólicos”. En virtud a esa consideración, el Episcopado anima a mantener el esfuerzo “por preservar como un preciado tesoro esta identidad cristiana y misionera, superando toda tentación secularista y el reduccionismo que comporta”. Esta advertencia concluye haciendo hincapié en la primacía de la acción misionera: “Ha de evangelizar promocionando y promocionar evangelizando, buscando el desarrollo integral del hombre y no sólo satisfacer sus necesidades materiales”.

Este apartado, referente al carácter de la asociación, finaliza elogiando la gratuidad y desinterés material de sus acciones, llevadas a cabo en su mayor parte por voluntarios: “Esta característica es un timbre de gloria que desde el principio ha mantenido Manos Unidas, y algo que hay que defender como propio de una organización de la Iglesia; salvando siempre, en su justa medida, la colaboración de personas técnicas contratadas, que ayuden a desarrollar las iniciativas con la mayor eficacia posible”.

La parte final del mensaje se centra en el futuro, disertando sobre el modo más conveniente de “afrontar los nuevos retos del hambre en el mundo”: “Aunque es mucho lo que en estos 50 años se ha conseguido (…), no se ha llegado todavía a la meta y hay que seguir trabajando sin descanso. Más de 850 millones de personas sufren malnutrición y padecen hambre”. Así, tras enumerar los “nuevos riesgos” para los pobres, ocasionados “por la agresión al equilibrio medioambiental, los desequilibrios económicos y la crisis de energía y de los alimentos”, la CEE demanda “transformar las estructuras de pecado que contribuyen a las situaciones de injusticia”. Algo sangrante “sabiendo que hay recursos técnicos suficientes para acabar con la lacra de la pobreza”. De este modo, constatada la vigencia del gravísimo problema del hambre, ésta es “la urgente tarea que se ofrece a los miembros de Manos Unidas, en la que todos estamos llamados a colaborar”.

El texto concluye dando “gracias a Dios por estos años de esforzada labor, en los que esta organización eclesial ha sido un signo vivo y profético de su amor a las personas con cualquier clase de necesidad”. (Ver entrevista con la presidenta de Manos Unidas).

“EL ESTADO, SIN LA AYUDA SOCIAL DE LA IGLESIA, ESTARÍA PERDIDO”

“El Estado, sin la ayuda social que le presta la Iglesia, estaría perdido”. Esta contundente frase fue pronunciada por Ana Álvarez de Lara, la secretaria nacional de Manos Unidas, en el marco del VIII Simposio Internacional del Instituto Martín de Azpilicueta. Organizadas por la Universidad de Navarra, las jornadas se desarrollaron entre el 4 y el 6 de noviembre, girando en torno al tema de ‘Las asociaciones de fieles. Aspectos canónicos y civiles’. La directiva de la organización católica recriminó al Estado que “no destina suficiente dinero a lo que debe ser prioritario”, en referencia al combate frente al hambre. A su vez, expuso cómo Manos Unidas, “con la inspiración de la doctrina social de la Iglesia”, es la que más ayudas presta en el Tercer Mundo. Así, cuenta con 774 proyectos de desarrollo en 59 países, con un coste de 46.717.869 euros. Tal y como es seña de identidad en esa organización católica, sus acciones no son coyunturales, sino estructurales y a largo plazo, y centradas en “la educación, la sanidad, la agricultura y la promoción social y de la mujer”. La secretaria nacional, por otra parte, reconoció “un cierto retraimiento” en la recepción de donativos a causa de la crisis económica, aunque también quiso destacar el paralelo “surgimiento de nuevos socios e iniciativas de cooperación”.

En el nº 2.683 de Vida Nueva.

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