Ulises huye de casa

Edén al Oeste

Edén-al-Oeste(J. L. Celada) Responde al nombre de Elías, pero el protagonista del último trabajo de Costa-Gavras bien podría llamarse Ulises. Porque, como el héroe de La Odisea, este joven emigrante –griego, para más señas– se enfrenta a un viaje de proporciones épicas. Claro que aquí no se trata de volver a casa junto a los suyos, sino de escapar de ella en busca de un futuro más próspero.

Atrás han quedado los años del cine abiertamente político del veterano realizador (Z, Desaparecido, La caja de música...), lo que no significa que haya renunciado a ese necesario compromiso con la realidad que siempre ha defendido. Si el objeto de sus desvelos fueron antes los abusos de los regímenes totalitarios, ahora le ha tocado el turno a la democracia y los atropellos de la dignidad que también consiente. Y uno de los más flagrantes es el que encarnan (y padecen) quienes se ven obligados a dejar su tierra.

Si en el relato de Homero es Ítaca el ansiado destino, el Edén al Oeste que persigue su compatriota del siglo XXI se sitúa en París. Pero, como entonces, hasta conquistar la meta, son muchos los peligros que le salen al paso en el paradisíaco Occidente: explotación laboral, dudosa solidaridad y, sobre todo, una implacable persecución policial. La travesía de nuestro hombre por media Europa se convierte, así, en una huida permanente y en un esforzado ejercicio de supervivencia a base de coraje y picaresca. Su mirada, entre inocente y asustadiza, es quizá su mejor documento de identidad en esta “guerra sin batalla” que libran las sociedades contemporáneas con el fenómeno migratorio.

Edén-al-Oeste-2Frente a otras producciones que se detienen en el drama social de cuantos a diario alcanzan nuestras playas, Costa-Gavras ha optado por recurrir al humor y a una cierta ternura para narrar una de tantas historias de desarraigo, de sueños que traspasan fronteras. Y lo ha hecho de la mano de un personaje que, con sus silencios y ese aspecto a lo bon sauvage de Rousseau, nos transmite de modo extraordinariamente plástico los problemas derivados de las barreras idiomáticas. Una incomunicación que, a menudo, resulta tan dolorosa y perjudicial como los prejuicios, la intolerancia o la escasa generosidad de los que, teniendo la oportunidad de ser hospitalarios, se tornan unos oportunistas y/o aprovechados sin escrúpulos.

Edén al Oeste no es la cinta sólida y contundente a que nos tenía acostumbrados el director heleno. Desde su Francia adoptiva, ha decidido atravesar los Alpes y surcar el Mediterráneo ligero de equipaje para recordarnos que el estado de salud de un pueblo se mide por la acogida que dispensa a sus inmigrantes. Y esta película, aunque sin grandes discursos ni fuertes emociones, sí logra ponernos en guardia contra el virus de la indiferencia. No se le puede pedir menos, pero tampoco nos ofrece mucho más.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Eden à l’Ouest

DIRECCIÓN:
Costa-Gavras

GUIÓN: Costa-Gavras y Jean-Claude Grumberg

FOTOGRAFÍA: Patrick Blossier

MÚSICA: Armand Amar

PRODUCCIÓN: Costa-Gavras, Jérôme Seydoux y Manos Krezias

INTÉRPRETES: Riccardo Scamarcio, Juliane Koehler, Ulrich Tukur, Eric Caravaca, Odysseas Papaspiliopoulos, Léa Wiazemsky

En el nº 2.681 de Vida Nueva.

Compartir