El trabajo digno, un derecho que cuidar y apoyar en México

La creciente tasa de paro y algunos despidos masivos hacen que la Iglesia eleve su voz en medio de la crisis

Trabajadores-de-LyFC(Pablo Romo Cedano– México DF) Hace ya 18 años, en su encíclica Laborem Exercens, el papa Juan Pablo II reivindicaba el trabajo como un derecho humano que resultaba clave para la cuestión social. Hoy día en México, sin embargo, se trata de un bien perecedero, que diariamente pierden más y más empleados, hasta el punto de que el nivel de paro registrado el pasado mes septiembre es el peor en los últimos 13 años, y amenaza con empeorar esa tendencia de aquí a diciembre.

En efecto, el mercado laboral mexicano está sufriendo con fuerza los embates de la crisis actual, y la tasa de desocupación alcanzó este septiembre último al 6,28% de la Población Económicamente Activa (PEA). Un resultado éste peor del previsto por el mercado, que había anticipado que dicho índice se situaría en torno al 6,05% de la PEA. Con una caída del Producto Interior Bruto (PIB) que puede alcanzar el 7,5% al término del año, el mercado laboral solamente puede esperar un mayor deterioro y el consiguiente crecimiento de la desocupación. A esta cifra hay que sumar los cerca de 400.000 mexicanos que durante este 2009 han decidido emigrar a los Estados Unidos para buscar mejor suerte y que, ciertamente, no están contabilizados en las cifras oficiales.

En este preocupante contexto, Felipe Calderón –quien en la campaña electoral se autoproclamó el “presidente del empleo”– acaba de firmar un decreto por el que se disuelve la compañía paraestatal de energía Luz y Fuerza del Centro (LyFC), segunda empresa eléctrica del país y la que abastece a los estados de esa zona geográfica. La medida dejaría sin empleo a cerca de 42.000 trabajadores, “a fin de ahorrar en las finanzas públicas”. Si bien el mandatario ha prometido reinstalar a un 20% de los obreros, éstos perderán sus prestaciones adquiridas en concepto de antigüedad en la empresa.

Ante esta situación, y atendiendo con sensibilidad al dolor de quienes aquí y en otros muchos lugares pierden el trabajo en el país, el obispo Felipe Arizmendi hizo recientemente un llamamiento a cuidar el empleo y reconocer el trabajo como un derecho humano, recordando las encíclicas Laborem Exercens y Caritas in Veritate, y constató que “por la crisis económica globalizada, en nuestro país los desempleados han aumentado a casi tres millones. A éstos, hay que agregar los sub-empleados, los pluri-empleados, los eventuales, los vendedores ambulantes, las empleadas domésticas, y tantos que carecen de un trabajo digno y bien remunerado, como condición no sólo para sobrevivir, sino para desarrollarse integralmente y ser personas en plenitud”.

Vencer el egoísmo

En su mismo mensaje, el obispo de San Cristóbal de Las Casas invitó a “que los dueños de capitales generen empleos, venciendo el egoísmo de ganancias inmediatas y estratosféricas”. Asimismo, se refirió a los líderes sindicales corruptos, a quienes pidió que “den pruebas de madurez; que defiendan no sólo sus intereses personales, sino los de sus agremiados; que estén abiertos al diálogo y eviten métodos violentos de lucha y daños a terceros”, en clara referencia a los líderes protegidos por sus privilegios como senadores, diputados y asesores presidenciales. Sensible a la actual realidad laboral y a los sufrimientos de tantos trabajadores, el prelado realizó una recomendación final: “Quien tenga trabajo, que lo cuide, sea responsable y cumpla su tarea, para no exponerse al despido”. Cabe recordar que, salvo en Ciudad de México, en el país no existe un seguro de desempleo, lo que significa que, si alguien es despedido de su puesto de trabajo, no cuenta con un apoyo económico mientras encuentra otra ocupación.

Laura Juárez Sánchez, experta en asuntos laborales, asegura que las cifras oficiales son muy cuestionables, pues contienen contradicciones fundamentales, como el hecho de considerar que se está empleado cuando se tiene un trabajo temporal o a prueba, o cuando se registra en el seguro social sin necesariamente trabajar. La tendencia, según esta investigadora, apunta al aumento del comercio informal, el crecimiento de “negocitos”, el aumento de la emigración y el incremento de la violencia.

Mientras tanto, el director del Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL), el jesuita Carlos Rodríguez, dio a conocer que, en lo que va del año, han quebrado o se han visto obligadas a cerrar cerca de 75.000 pequeñas y medianas empresas en el país por falta de apoyo.

promo@vidanueva.es

En el nº 2.680 de Vida Nueva.

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