‘Hemos de liberar a África de toda suerte de temores’

El relator general del Sínodo señala como uno de los retos el liberarse de los efectos del pasado colonial

Asistentes-Sínodo-África(Antonio Pelayo– Roma) “Queda aún una semana crucial”, nos dijo el lunes 19 de octubre a un grupo de informadores españoles Myriam García Abrisqueta, presidenta de Manos Unidas y auditora de la II Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos. Efectivamente, en los pocos y últimos días que nos separan de la solemne clausura de la asamblea sinodal –domingo 25 de octubre– pueden suceder muchas cosas que definan para la historia el perfil de este nuevo esfuerzo de la Iglesia católica por configurar cristianamente el futuro del Continente Negro.

Nadie desea que el Sínodo africano fracase. Esto es, además, en cierto modo, imposible: en el peor de los casos, lo que ha sucedido intra muros durante las tres semanas que ha durado es, sin duda, muy positivo y enriquecedor para los participantes, que son, no lo olvidemos, la élite del catolicismo en el –como también nos subrayó la única española presente en el Aula– “continente de la esperanza, desde luego, pero al mismo tiempo escenario de terribles dramas y enormes problemas”. “Yo creo –añadió García Abrisqueta– que de este Sínodo puede salir no sólo una acusación al Occidente colonialista por los males de África, sino sobre todo una conciencia del propio protagonismo por parte de los africanos. Tienen que asumir su propia responsabilidad a la hora de enfrentar su futuro”.

Cardenal-TurksonAl presentar, el 13 de octubre, su Relatio post disceptationem, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, arzobispo de Cape Coast (Ghana) y relator general, afirmó: “La Iglesia familia de Dios en África, debe transformarse desde dentro y debe transformar al continente y sus islas como sal y luz”.

Según el arzobispo ghanés, la misión apostólica que este Sínodo define para los pastores y otros trabajadores pastorales se articula en los siguientes apartados: “Liberar al continente y a sus gentes de toda suerte de temores; asegurar una conversión más profunda y permanente y una sólida formación a todos los niveles (fe, catequesis, moral, medios de comunicación, civilización del amor, paz, ­justicia, reconciliación, buen gobierno; dialogar en todos los ámbitos, incluido el relativo al medio ambiente; abogar por las funciones en varios aspectos y necesidades sociales, especialmente el papel de las mujeres en la sociedad, la educación de los niños y de la juventud; la emigración y las varias formas de movimientos de población que requieren cuidados pastorales; el desafío de cambiar actitudes y mentalidades liberándolas de los efectos de un pasado colonial y de explotación; situar al continente y a sus gentes de modo que puedan resistir al huracán de la globalización y los desafíos de una ética global, de las injustas condiciones del comercio internacional, del etnocentrismo, de los fundamentalismos”.

Presencia activa

Monja-africana-con-cardenalEn otro momento de su intervención, el brillante cardenal dijo también: “La Iglesia familia de Dios, por su naturaleza, por su doctrinal social coherente, su expansión geográfica y su preocupación por el único bien común de la humanidad, está mejor situada que cualquier otra organización para hacer frente a los desafíos de la reconciliación, de la justicia y de la paz en África. Los padres sinodales han reconocido la necesidad de una presencia activa de la Iglesia (a escala regional, nacional y continental) en las instancias de decisión en que se traten las cuestiones que afectan al desarrollo humano (socioeconómico), el establecimiento de buenas relaciones entre los grupos en conflicto (mediación) y el restablecimiento de relaciones que puedan garantizar un futuro de paz”.

Como no podía ser menos, el purpurado recogió el sentir de muchas intervenciones en el Aula sobre “el desastre provocado por la pandemia del sida”. “Los padres sinodales –dijo– animan a todos aquéllos que despliegan sus esfuerzos para dar esperanza a las personas infectadas y afectadas, a que puedan resistir a las tentaciones de la desesperación. La misión de la Iglesia familia de Dios en África es hacer vivir a los fieles del evangelio de Cristo su compromiso en la lucha por reducir el estigma social de las personas infectadas, así como remplazar la violencia con el establecimiento de puentes de reconciliación, de justicia y paz para interpelar a los poderes públicos, para hablar en nombre de los que no tienen voz. Hay que hacer un llamamiento a una gran sinergia y solidaridad para que los enfermos en África reciban los mismos tratamientos que los enfermos europeos”.

Sínodo-prensaSobre este concreto problema, la presidenta de Manos Unidas tuvo interés en definir con claridad la estrategia de su organización. “La intervención del Papa –nos dijo– fue muy clara y a ella nos atenemos. Hay que tener en cuenta que nosotros actuamos y trabajamos con colaboradores locales, con organizaciones católicas de los diversos países africanos, y son ellos los que mejor pueden valorar todos los aspectos del caso. Nosotros insistimos mucho en la formación, en que se tengan ideas claras sobre las causas de la enfermedad y de su propagación, en que se garantice el acceso a la medicación existente, a los tratamientos ya verificados; insistimos en la atención a los huérfanos y en la defensa de la dignidad de las mujeres. Es un ámbito más amplio y más general que la reducción a la distribución o no de preservativos”.

Para hacerse una idea clara de cómo el Sínodo se plantea afrontar el problema, digamos que en las 25 preguntas que el relator general planteó como objeto de discusión en los ‘círculos menores’, el tema del sida no aparece ni directa ni indirectamente. “No entiendo –se preguntaba el cardenal Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban (Sudáfrica), en una conferencia de prensa– por qué algunos medios de comunicación presentan a la Iglesia como un problema y no como una solución. La Iglesia hace mucho contra el sida; hay comunidades religiosas que ayudan a los enfermos, que informan de cómo evitar el contagio y que participan en programas de desarrollo de los fármacos retrovirales. La verdadera causa de la difusión del sida hay que buscarla en comportamientos sexuales irresponsables”. El arzobispo añadió que la solución conlleva comportamientos responsables, es decir fidelidad para las personas casadas y abstinencia para las no casadas.

Al cierre de esta edición, ya había sido anunciado que el Mensaje final del Sínodo sería presentado, el viernes 23 de octubre, por monseñor John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo de Abuja (Nigeria) y presidente de la Comisión encargada de redactar dicho texto, que será presentado en italiano, inglés, francés y portugués. Del español, por ahora, nada de nada.

FRATINI, YA EN MADRID VÍA ROMA

Renzo-FratiniMonseñor Renzo Fratini, nuncio apostólico en España, fue recibido por Benedicto XVI en audiencia privada el lunes 19 de octubre, horas antes de que el diplomático vaticano tomara el avión para Madrid, donde era esperado el martes 20. Monseñor Fratini ha pasado en Roma una larga semana, en el curso de la cual ha mantenido una batería de contactos al máximo nivel de cara a su misión en España, “que –según una fuente vaticana– presenta unas dificultades objetivas, pero que no conviene tampoco sobrevalorar”. Entre las personas con las que se ha entrevistado figuran sus superiores inmediatos, monseñor Dominique Mamberti, secretario para las Telaciones con los Estados, y el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, así como el Sustituto, monseñor Fernando Filoni. Fratini también acudió al Palazzo di Spagna para mantener un fructuoso intercambio de opiniones con el embajador de España cerca de la Santa Sede, Francisco Vázquez.

En el nº 2.680 de Vida Nueva.

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