Nicolas Djomo Lola: “La codicia de algunos es la causa de muchas guerras”

Presidente de la Conferencia Episcopal Congoleña

Nicolas-Djomo(Miguel Ángel Malavia– Foto: Luis Medina) Hace unos días, en el Sínodo para África, todos se quedaron impresionados cuando uno de los participantes, entre lágrimas, abandonó Roma para volver a su país, donde la Iglesia está siendo especialmente atacada. Era François Xavier Maroy, arzobispo de Bukavu, en R. D. del Congo. El 2 de octubre dos sacerdotes y un seminarista eran secuestrados por hombres uniformados que prendieron fuego a la parroquia. Ante la falta de colaboración de las autoridades, la Iglesia congoleña tuvo que pagar el rescate. Días después se repitió la escena, dirigida en este caso contra religiosos maristas. Junto a otras numerosas muestras de apoyo –como el llamamiento de los combonianos–, la Conferencia Episcopal Congoleña expresó su inquietud ante unos hechos novedosos, “despreciables” e “infames”. Su presidente y obispo de Tshumbe, Nicolas Djomo Lola, emitió un enérgico comunicado solicitando la acción política y policial. En una reciente visita a Cáritas España, Vida Nueva tuvo la oportunidad de hablar con él.

Su país sufre el desastre de la guerra. En el norte, las milicias angoleñas, y en el este, sobre todo en la región de Kivu, las ruandesas hacen estragos. En esta última región, después de tres conflictos desde 1996, se cuentan varios millones de muertos y 1,1 millones de desplazados… ¿Cómo es hoy la situación de los que han tenido que abandonar su hogar para salvar la vida?

Es muy difícil, porque la violencia continúa. La ayuda humanitaria de la comunidad internacional no es suficiente porque hay demasiada gente a la que atender. Otro punto importante es el de la seguridad. En cuanto hay unas mínimas condiciones de estabilidad, muchos intentan volver, sin una seguridad que los proteja. Por no hablar de los que vuelven a casa y se encuentran con que ya no tienen hogar, porque éste ha sido destruido. Toda esta complejidad requiere mucho dinero. La ayuda de la Iglesia, a través de Cáritas, no alcanza a todos. Como la de las distintas ONG’s, que no cubre ni un 35% de las necesidades.

[Bruno Miteyo Nyenge, director nacional de Cáritas R.D. Congo y vicepresidente de Cáritas África, presente en la entrevista, anuncia que Cáritas ha lanzado una campaña de 12 millones de dólares. Desde Cáritas España, que ha gestionado también la ayuda de numerosas instituciones públicas y privadas, se han enviado 960.000 euros para todo el país, de los que 300.000 serán para Kivu.]

Otro drama es el de los niños soldado, muy utilizados por las milicias, que no dudan en arrebatarlos de hogares y escuelas.

Durante los conflictos que tuvieron lugar entre 1998-2003 era muy común que se arrancara a los niños de su vida y se les llevara a la guerra. A partir de 2003, la Iglesia y la comunidad internacional desarrollamos una campaña para sensibilizar a los ejércitos. Al mismo tiempo, aplicamos programas de reinserción en escuelas y en sus lugares de origen, pero todo eso es muy difícil, porque la mayoría están traumatizados. Les han quitado la inocencia, lo que les hace niños. Por eso es un reto tan grande para la Iglesia el tratar de devolverles parte de lo perdido.

Y si ya es escalofriante el caso de los chicos, el de las chicas es aún peor. Tras utilizarlas también como esclavas sexuales, luego, por cuestiones culturales, muchas familias se niegan a aceptar a sus hijas violadas, al considerarlas como “impuras”.

Aquí el problema tiene dos categorías. Primero, los rebeldes ugandeses del norte se llevan a las chicas muy lejos, siendo ya muy difícil recuperarlas. Los ruandeses de Kivu, en el este del país, las tienen secuestradas cerca de sus casas, dejándolas libres tras la guerra. Es entonces cuando muchas familias no las dejan volver. Ocurre lo mismo si están embarazadas. Su lema es: “El hijo de una serpiente sigue siendo una serpiente”. Ante estos casos, en la Iglesia seguimos dos acciones. Por un lado, contamos con centros especializados, en los que atendemos a las menores que han sido dañadas psicológicamente. Y, por el otro, contactamos con su comunidad, con su familia, con el fin de que se las comprenda.

Conflictos interesados

¿Considera que la guerra es una excusa por la que países y grupos con intereses en la zona promueven conflictos que les permiten una explotación ilegal de los recursos naturales?

Sí, ésta es la causa principal. Les conviene la guerra para apoderarse de los recursos del subsuelo, que son muy ricos, y así poderlos explotar ilegalmente. La codicia de algunas multinacionales es el origen de muchos conflictos, contando con la necesaria connivencia de algunos ciudadanos congoleños. La Iglesia hace el papel de abogada, reivindicando que la paz sólo llegará con la transparencia en la explotación de los recursos. Esto hay que tenerlo claro, debiéndose sensibilizar también la comunidad internacional. Todos debemos exigir que los contratos para la explotación de los minerales sean públicos y conocidos por la población, sin oscurantismo. Además, tiene que fomentarse el equilibrio, sin que haya grandes desigualdades a la hora de obtener beneficios, que han de repercutir en el interés general.

La voz de la Iglesia parece muy importante, posicionándose en todos los asuntos que atañen a la población, incluso los más políticos…

La Iglesia juega un rol muy importante, involucrándose en el proceso de democratización del país [las primeras elecciones democráticas tuvieron lugar en 2006, resultando como elegido presidente Joseph Kabila]. Somos una Iglesia muy viva, activa y dinámica. Nuestras comunidades de base tiene una gran fuerza, estando formadas por gente muy joven. Además, contamos con muchas vocaciones al sacerdocio.

A nivel sociológico, ¿qué representan los cristianos congoleños?

R. D. del Congo es el país con más cristianos de la región de los Grandes Lagos, suponiendo el 50% de una población total de 60 millones de habitantes. El peso social de la Iglesia y de los cristianos es esencial, pues se ocupan de los servicios básicos del país, como son la educación y la sanidad. Muchas escuelas y centros de salud son cristianos.

Los misioneros han jugado un papel fundamental para que el testimonio de la Iglesia sea tan fuerte en el país…

Su valor es increíble, tienen un coraje enorme, pues están siempre al lado de la gente. Desde aquí, quiero aprovechar para mandar un recuerdo muy especial a Presentación López [la religiosa española que hace ahora un año perdió las dos piernas tras el estallido de una bomba], símbolo de un testimonio que es fantástico. En total, hay 300 misioneros españoles en nuestra tierra, y a todos ellos les estamos muy agradecidos.

Justicia, paz y reconciliación. Los tres pilares sobre los que gira el actual Sínodo para África y que, hablando con usted, responden perfectamente a la misión que la Iglesia realiza en R. D. del Congo. ¿Cómo han preparado el Sínodo y qué esperanzas depositan en él?

Lo preparamos a través de las diócesis, en lo que ha sido un trabajo muy intenso, partiendo desde la base, como nos indicó la Santa Sede. Nuestra esperanza es que de la reflexión con el Papa y nuestros hermanos se alcancen soluciones pastorales para la paz y mejorar la participación de la Iglesia en ese proceso.

En el nº 2.679 de Vida Nueva.

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