La gran fiesta de la santidad

El Papa canoniza a los españoles Rafael Arnáiz y Francisco Coll

Santos-11-oct(Antonio Pelayo– Roma) Es difícil medir la intensidad de las emociones… y de las decepciones. De todo hubo en la jornada del 11 de octubre, con motivo de la canonización de cinco nuevos santos de la Iglesia universal, dos de ellos, los españoles Rafael Arnáiz, monje trapense, y el dominico Francisco Coll i Guitart. Más, por supuesto, de las primeras que de las segundas, pero no fueron pocos los que, llegados a Roma con toda la ilusión del mundo, se vieron decepcionados por no poder participar tanto como a ellos les hubiera gustado de tan grande fiesta.

Benedicto-canonizacionesLa causa de su decepción fue una equivocada decisión tomada a muy primeras horas de la mañana –¿por quién?– de trasladar la solemne ceremonia de la Plaza de San Pedro, donde había sido anunciada, al interior de la Basílica. ¿Causa? La amenaza de lluvia, que no sólo no llegó a consumarse en toda la jornada, sino que desde que despuntó el día ya se veía que era infundada. El cambio decidido en el último momento complicó las cosas, porque además la Gendarmería Pontificia y la Guardia Suiza se pusieron firmes e impidieron el acceso a la Basílica a muchas personas que tenían las preceptivas entradas y que hubieran cabido sin grandes apretujones. Muchos, pues, se quedaron fuera contemplando lo que pasaba dentro a través de unas pantallas de televisión y sin poder comulgar. “Si lo llego a saber –nos decía casi entre lágrimas una señora de Albacete– me hubiera quedado en mi casa a verlo por la tele”. Una lástima.

Los que tuvieron suerte de formar parte del cupo de personas que entraron en el templo recordarán toda su vida una celebración muy emocionante, vivida con gran intensidad por todos los presentes. Para explicarlo hay que comenzar por decir que los cinco nuevos santos son muy populares no sólo en sus países de nacimiento, sino también fuera de sus fronteras nacionales.

Devoción trasnacional

Canonizaciones-11-octLa única excepción es, quizás, el obispo Zygmunt Szczesny Felinski, que sin embargo en su Polonia natal es casi un héroe nacional, porque, como él dijo, “ser polaco en la tierra significa vivir de forma divina y noble”. De Jozef Damiaan de Veuster (el padre Damián, el ‘apóstol de los leprosos’) baste escribir que durante años, y como consecuencia de la película biográfica de Vicente Escrivá, Molokai, muchos de nuestros compatriotas lo ­creían español; en Bélgica tiene estatuto de santo nacional ‘superador’ de las fronteras entre flamencos y valones. La francesa Jeanne Jugan, fundadora de las Hermanitas de los Pobres, al morir en 1879 dejaba 2.400 hermanas repartidas en 177 casas en tres continentes, y su dimensión mundial no ha disminuido desde entonces. De la popularidad del Hermano Rafael dan buena prueba las numerosas ediciones de su libros en diferentes idiomas. Y del gerundense padre Coll, sus hijas espirituales, las Dominicas de la Anunciata (o de la Anunciación), han sembrado el mundo con su ejemplo y sus colegios.

Canonizaciones-11-oct2Prueba de que no era una canonización “de trámite” (y que Dios me perdone la expresión) lo daba también el alto nivel de las representaciones de los respectivos Gobiernos que quisieron asistir a la ceremonia. En primer lugar, los Reyes de los belgas, Alberto II y la reina Paola –ella, vestida de blanco, como quiere el privilegio de las soberanas de países católicos–, con su amplio séquito compuesto por varios ministros. Les seguían, por orden de rango, el presidente de Polonia, Lech Kaczynski, y el primer ministro francés, Francois Fillon. (Sobre la delegación española, ver recuadro).

Benedicto XVI, una vez finalizado el solemne rito de canonización –que se había iniciado con la petición que le hizo el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, monseñor, Angelo Amato, para que elevase a los altares a los hasta ahora cinco beatos– dedicó su homilía a glosar la personalidad de cada uno de ellos, utilizando sucesivamente las lenguas italiana, polaca, flamenca, española y francesa, a partir de los textos de la Escritura que habían sido previamente proclamados.

Ejemplos de entrega

Canonizaciones-11-oct3“San Pablo nos recuerda en la segunda lectura –dijo el Papa al referirse al fundador de las dominicas de la Anunciación– que ‘la palabra de Dios es viva y eficaz’. En ella, el Padre que está en el cielo conversa amorosamente con sus hijos de todos los tiempos dándoles a conocer su infinito amor y de este modo alentarlos, consolarlos y ofrecerles su designio de salvación para la humanidad y para cada persona. Consciente de ello, san Francisco Coll se dedicó con todo ahínco a propagarla, cumpliendo así su vocación en la Orden de Predicadores en la que profesó. Su pasión fue predicar, en gran parte de manera itinerante y siguiendo la forma de ‘misiones populares’, con el fin de anunciar y reavivar por pueblos y ciudades de Cataluña la Palabra de Dios, ayudando así a las gentes al encuentro profundo con él (…). Por eso su actividad evan­gelizadora incluía una gran entrega al sacramento de la ­Reconciliación, un énfasis destacado en la Eucaristía y una insistencia constante en la oración. Francisco Coll llegaba al corazón de los demás porque transmitía lo que él mismo vivía con pasión en su interior, lo que ardía en su corazón: el amor de Cristo, su entrega a Él. Para que la semilla de la Palabra de Dios encontrara buena tierra, Francisco fundó la Congregación de Hermanas Dominicas de la Anunciata, con el fin de dar una ­educación integral a niños y jóvenes de modo que pudieran ir descubriendo la riqueza insondable que es Cristo, ese amigo fiel que nunca nos abandona ni se cansa de estar a nuestro lado, animando nuestra esperanza con su Palabra de Vida”.

Canonizaciones-11-oct4Llegado el momento de hablar de san Rafael Arnáiz, dijo: “A la figura del joven que presenta a Jesús sus deseos de ser algo más que un buen cumplidor de los deberes que impone la ley, volviendo al Evangelio de hoy, hace de contraluz el Hermano Rafael, fallecido a los 27 años como oblato en la Trapa de San Isidro de Dueñas. También él era de familia acomodada y, como él mismo dice, ‘de alma un poco soña­dora’, pero cuyos sueños se desvanecen ante el apego de los bienes materiales y a otras metas que el mundo propone a veces con gran insistencia. Él dijo sí a la propuesta de seguir a Jesús, de manera inmediata y decidida, sin límites ni condiciones. De este modo ­inició un camino que, desde aquel momento en que se dio cuenta en el Monasterio de que ‘no sabía rezar’, le llevó en pocos años a las cumbres de la vida espiritual que relata con gran llaneza y naturalidad en numerosos escritos. El Hermano Rafael, aún cercano a nosotros, nos sigue ofreciendo con su ejemplo y sus obras un recorrido atractivo, especialmente para los jóvenes que no se conforman con poco sino que aspiran a la plena verdad, a la más indecible alegría, que se alcanzan por el amor de Dios. ‘Vida de amor… he aquí la única razón de vivir’, dice el nuevo santo. E insiste: ‘Del amor de Dios sale todo’. Que el Señor escuche benigno una de las últimas plegarias de san Rafael Arnáiz cuando entregaba toda su vida suplicando: ‘Tómame a mí y date Tú al mundo’. Que se dé para reanimar la vida interior de los cristianos de hoy. Que se dé para que sus hermanos de la Trapa y los centros monásticos sigan siendo ese faro que hace descubrir el íntimo anhelo de Dios que Él ha puesto en cada corazón humano”.

Cordial saludo

Al concluir la misa –pasado ya el meridiano de las doce del mediodía–, Benedicto XVI, quizás comprendiendo la frustración de quienes no habían podido seguir la ceremonia en la Basílica, “se asomó” a la Plaza de San Pedro, pero no desde la tradicional ventana, sino desde el sagrato, y desde allí dirigió un cordial saludo a los peregrinos, a los que, aunque les pareciera poco, por lo menos les proporcionaba la oportunidad de ver de cerca al Papa y de aclamarle agitando sus banderas, gorras de colores y pañoletas.

Canonizaciones-11-oct5El Papa recibió después una por una a las delegaciones oficiales. En el “encuentro cordial” –según una nota de la Embajada– con el ministro Miguel Ángel Moratinos se abordaron “la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en agosto de 2011 y el significado para la Iglesia y la sociedad españolas de las canonizaciones de hoy”.

El ministro español de Exteriores tuvo ocasión, igualmente, de mantener una larga conversación con su “colega” Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, con quien había compartido mesa y manteles durante la cena organizada por el embajador Francisco Vázquez en el Palacio de España la víspera de las canonizaciones. Una cena multitudinaria (80 comensales con mayoría de eclesiásticos) al final de la cual Moratinos y el cardenal Rouco intercambiaron unos cordiales “brindis” y parecidas apreciaciones sobre lo que, desde el ámbito de las relaciones Iglesia-Estado, podía significar la canonización de los dos nuevos santos españoles.

 

“PERFIL BAJO” DE LA DELEGACIÓN ESPAÑOLA

En Roma no han faltado algunos comentarios sobre el “perfil bajo” de la delegación española, presidida por el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, e integrada por otros doce miembros, entre los cuales se encontraban la subsecretaria de Exteriores, María Jesús Figa López-Palop; en representación de la Generalitat de Cataluña, Josep-Lluís Carod-Rovira; el vicepresidente del Gobierno valenciano, Juan G. Cotino; el consejero de Educación de la Junta de Castilla y León, Juan José Mateos Otero; los presidentes de las Diputaciones de Palencia y Burgos, ciudad ésta cuyo alcalde también estaba presente, Juan Carlos Aparicio, así como su colega de Vic, Josep M. Vila d’ Abadal i Serra; el director general de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, José María Contreras, y su colega de la Generalitat, Monserrat Coll. Además, naturalmente, del embajador de España cerca de la Santa Sede, Francisco Vázquez. Siendo España el único país con dos santos, cabía esperar la presencia de algún miembro de la Familia Real. Éstos presentaron como dificultad para trasladarse a Roma las obligaciones protocolarias de la fiesta nacional del 12 de octubre; aunque hoy los aviones cubren esa distancia entre las dos ciudades en poco más de dos horas…

Donde no hubo regateos fue en la representación de la Iglesia española, que se volcó. Asistieron a la canonización y concelebraron con el Papa los cardenales arzobispos de Madrid, Antonio Mª Rouco; Sevilla, Carlos Amigo; y Barcelona, Lluís Martínez Sistach; así como los cardenales de la Curia Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, y el presidente emérito del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Julián Herranz (que fue uno de los dos cardenales diáconos del Papa durante la misa). En la Basílica estaba también presente el cardenal Eduardo Martínez Somalo, prefecto emérito de la Congregación para la Vida Religiosa y ex camarlengo de la Iglesia Romana. De los arzobispos en ejercicio no faltaba ninguno: los de Valencia y Tarragona (Carlos Osoro y Jaume Pujol Balcells), que concelebraron con el Santo Padre, así como los de Toledo (Braulio Rodríguez), Santiago de Compostela (Julián Barrio) y Granada (Javier Martínez).

De la larga veintena de obispos que viajaron a Roma, dos de ellos –el de Palencia, José Ignacio Munilla, y el de Vic, Román Casanova– representaban a las diócesis donde se desarrolló el proceso de canonización de los dos santos españoles, y por esa razón concelebraron también la eucaristía papal, lo mismo que los obispos de Albacete (Ciriaco Benavente), Solsona (Jaume Traserra), Lérida (Joan Piris) y Orihuela-Alicante (Rafael Palmero). También staba en la lista el de Urgell, Joan-Enric Vives, pero permaneció en su diócesis ante la inminencia del fallecimiento de su predecesor, Joan Martí i Alanis.

Para las órdenes religiosas a las que pertenecieron los nuevos santos fue un día de excepcional alegría, tal vez mayor entre los trapenses que entre los dominicos o los religiosos de los Sagrados Corazones (SS.CC.), por tener éstos un santoral más poblado. Concelebraron los tres superiores generales: el Abad general de los cistercienses de la Estricta Observancia, Eamon Fitzgerald; el Maestro general de la Orden de Predicadores, Carlos Azpiroz; y el Superior general de los SS.CC., Javier Álvarez Ossorio. Desde España se desplazaron los abades de las Trapas de San Isidro, Enrique Trigueros; de San Pedro de Cardeña, Jesús Marrodán; y de Oseira, Juan Javier Martín Hernández, con muchos de sus monjes, así como el provincial dominico de Aragón, Esteban Pérez Delgado, y otros que no podemos citar por falta de espacio.


apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.679 de Vida Nueva.

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