El Sínodo para África ofrecerá una ‘contribución formidable’

Las intervenciones en el aula emocionan a los participantes, que empiezan a elaborar sus propuestas

El Papa y Mahmoud Abbas

El Papa y Mahmoud Abbas

(Antonio Pelayo– Roma) La II Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos avanza rápidamente hacia su clausura, prevista para el domingo 25 de octubre. Al escribir esta crónica, faltan pocas horas para que el relator general, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, arzobispo de Cape Coast (Ghana), presente en el Aula su Relatio post disceptationem, que en castellano significa el balance del diálogo que han mantenido los padres sinodales a lo largo de las doce congregaciones generales hasta ahora celebradas. El miércoles 14 de octubre comenzaban los trabajos en los ‘círculos menores’ y enseguida se pasaría a elaborar el elenco de las propuestas que el Sínodo quisiera presentar al Santo Padre de cara a una futura exhortación postsinodal. También está en fase de preparación el mensaje final dirigido a toda la Iglesia.

Sobre mi mesa de trabajo se han acumulado los boletines de la Oficina de Prensa con los resúmenes de las múltiples intervenciones que se han registrado en el Aula. Son más de cien entre los días 6 y 12 de octubre, y tocan una diversidad de temas que hacen muy difícil la síntesis.

Ha intentado hacerlo el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede. “El Sínodo –ha dicho el jesuita Federico Lombardi– es una asamblea verdaderamente africana y universal, y al mismo tiempo ofrecerá una contribución formidable para reafirmar y presentar a la Iglesia universal y al mundo la dignidad de África, con demasiada frecuencia olvidada. Dignidad humana, cultural, espiritual, religiosa, cristiana”.

Mensaje fecundo

El portavoz vaticano añadió: “El mensaje de Cristo no es una herencia colonial, desde el inicio se integró en las culturas africanas y es capaz de descender hasta su corazón para curarlo y traer fecundidad de vida para toda la familia humana. Tenemos que aprender a decir toda la verdad sobre África con respeto y amor”.

Habíamos dejado nuestro anterior relato de la Asamblea sinodal el mismo día en que el cardenal Turkson –de 61 años– presentó su amplio informe-resumen de las respuestas suscitadas en el continente negro por el “documento de trabajo”. Éste gira en torno a dos ideas-fuerza: una, los cristianos africanos deben pasar de “ser familia de Dios –evangelizadores– a siervos-ministros-diáconos de la reconciliación, de la justicia y de la paz”; y dos, deben igualmente pasar de ser testigos de Cristo a ser “sal de la tierra y luz del mundo”.

Después de su maratoniana intervención, Turkson mantuvo un encuentro informativo con los periodistas. Éstos, claro, no se anduvieron por las ramas y en seguida le dispararon la pregunta sobre el uso del preservativo. El purpurado tampoco se escapó en disquisiciones: “Desde nuestras plataformas de observación, que son nuestros hospitales –aseguró– hemos podido constatar que incluso entre los que recomiendan su uso, el preservativo sólo es eficaz en las familias que han hecho la opción de la fidelidad mutua”. Después añadió este comentario de un realismo escalofriante: “Los preservativos que nos mandan a Ghana son de mala calidad o están pasados de fecha y dan a los pobres un falso sentido de seguridad que con frecuencia facilita la difusión del virus. Me gustaría que los recursos que se emplean en la producción de preservativos fuesen utilizados para subvencionar medicinas antirretrovirales. En África seríamos muy felices si pudiéramos tenerlas, pero esto no es posible por ahora porque no tenemos dinero para pagarlas”.

Testimonio escalofriante

Otro momento interesante de este Sínodo ha sido la intervención en el Aula de Rodolphe Adada, que fue representante personal para el problema de Darfur del Secretario de la ONU y de la Comisión Especial de la Unión Africana. “La Iglesia –dijo–, fuerza de paz, autoridad moral superior, tiene un papel importantísimo a favor de un Sudán plural, entre el sur cristiano y animista y el norte musulmán, donde está Darfur”. En su intervención, este diplomático no se ahorró detalles escalofriantes: “En enero de este año –contó como ejemplo–, con motivo de la fiesta de la paz, estallaron grandes violencias entre grupos tribales que provocaron varias decenas de muertos. ¿El motivo? No lograron ponerse de acuerdo sobre el grupo que debía bailar por la paz en los festejos”.

Al margen de los trabajos sinodales –en los que Benedicto XVI participa con su presencia–, el jueves 8 de octubre tuvo lugar la audiencia privada con el presidente de la OLP y de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas (alias Abu Mazem), en el transcurso de la cual “se ha destacado –afirma el comunicado– la importancia de la cooperación y del mutuo respeto entre ambas partes y el sostén de la comunidad internacional”.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.679 de Vida Nueva.

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