Benedicto XVI inaugura en Roma el segundo Sínodo para África

En su homilía, el Papa advierte que este continente es un ‘pulmón espiritual’ amenazado por varios ‘virus’

Sínodo-África(Antonio Pelayo– Roma) Benedicto XVI esta vez ha roto los esquemas. En la misa de apertura de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, el Papa ha pronunciado una homilía que rompe con los cánones habituales y ha descargado una serie de reflexiones y advertencias sobre los “virus” que amenazan el futuro del Continente Negro. Lo ha hecho sin perder el optimismo y la esperanza de quien sabe leer “los signos de los tiempos” sobre todo en épocas de zozobra histórica.

Papa-en-Sínodo-ÁfricaLa Basílica de San Pedro, en la mañana del 4 de octubre –XXVII domingo del tiempo per annum y festividad de san Francisco de Asís–, ofrecía su habitual esplendor, con el añadido exótico de los cantos africanos. A las 9:05 h. se puso en marcha la procesión de ingreso de los 239 padres sinodales que iban a concelebrar con el Santo Padre (33 cardenales, tres representantes de las Iglesias orientales, 79 arzobispos, 156 obispos y ocho sacerdotes), más otros 55 colaboradores de la Secretaría General, de los Servicios Informativos y de Traducción.

El Papa subió al llamado “altar de la confesión” rodeado de los tres presidentes delegados, los cardenales Francis Arinze, Wilfrid Fox Napier y Théodore-Adrien Sarr; así como del relator general, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson; del secretario general, Nikola Eterovic; y de los secretarios especiales, ­Damião Antonio Franklin y Edmond Djitangar. En el rito de la aspersión se cantó el Asperges me gregoriano y el Kahoma peto (Que yo sea puro) en lengua lingala, interpretado por una coral congoleña (80 miembros, entre hombres y mujeres), dirigida por el reverendo José Likolo, que intervino en otros momentos de la celebración litúrgica.

El Papa, flanqueado por el secretario general, Eterovic, y el patriarca Abuna Paulos

El Papa, flanqueado por el secretario general, Eterovic, y el patriarca Abuna Paulos

Al tomar la palabra, después de la lectura del Evangelio (en latín), el Papa saludó a todos los presentes y en especial a Su Santidad Abuna Paulos, patriarca de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía, así como a los llamados “delegados fraternos”, es decir, representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales cristianas. “África –dijo Joseph Ratzinger en uno de los primeros párrafos de su homilía– es depositaria de un tesoro inestimable para el mundo entero: su profundo sentido de Dios, que he podido percibir directamente en los encuentros con los obispos africanos en visita ad limina y aún más durante el reciente viaje apostólico a Camerún y Angola. (…) Cuando se habla de los tesoros de África se piensa en los recursos en los que es rico su territorio y que desgraciadamente se han vuelto y ­siguen siendo motivo de explotación, de conflicto y de corrupción. En cambio, la palabra de Dios nos hace mirar hacia otro patrimonio: el espiritual y cultural, que la humanidad necesita más que las materias primas. Desde este punto de vista, África representa un inmenso ‘pulmón’ espiritual para una humanidad que sufre una crisis de fe y de esperanza”.

Peligrosas patologías

“Pero –advirtió, a continuación, el Pontífice– este pulmón puede enfermar. Y, por el momento, al menos dos peligrosas patologías lo están atacando: ante todo, una enfermedad que ya está extendida en el mundo occidental, es decir, el materialismo práctico, combinado con el pensamiento relativista y nihilista. Sin entrar en los motivos de la génesis de estos males del espíritu, sin embargo es indiscutible que a veces el ‘primer’ mundo ha exportado y sigue exportando tóxicos desechos espirituales que contagian a las poblaciones de los demás continentes, en especial a las africanas”.

Sínodo-África-2A renglón seguido, añdió: “Pero precisamente en esta misma perspectiva hay que señalar un segundo ‘virus’ que podría afectar también a África, como es el fundamentalismo religioso mezclado con los intereses políticos y económicos. Grupos que pertenecen a diferentes afiliaciones religiosas se están extendiendo en el continente africano; lo hacen en nombre de Dios pero según una lógica opuesta a la divina, es decir, enseñando y practicando no el amor y el respeto de la libertad, sino la intolerancia y la violencia”.

El Papa situó a todos los presentes ante su responsabilidad histórica: “En los últimos años, la Iglesia católica en África ha conocido un gran movimiento, y la Asamblea sinodal es la ocasión para dar gracias a Dios por ello. Y puesto que el crecimiento de la comunidad eclesial en todos los campos comporta también unos retos ad intra y ad extra, entonces el Sínodo es un momento propicio para replantearse la actividad pastoral y renovar el impulso de evangelización. Para ser luz del mundo y sal de la tierra hay que aspirar al ‘listón más alto’ de la vida cristiana, es decir, la santidad. Con su obra de evangelización y de promoción humana, la Iglesia sin duda puede aportar en África una gran contribución a toda la sociedad, la cual, por desgracia, conoce en varios países la pobreza, las injusticias, guerra y violencia. La vocación de la Iglesia, comunidad de personas reconciliadas con Dios y entre ellas, es la de ser profecía y fermento de reconciliación entre los distintos grupos étnicos, lingüísticos y también religiosos dentro de cada una de las naciones en todo el continente”.

La oración de los fieles se hizo en las lenguas swahili, portuguesa, amárico, hausa, lingala y árabe, y llegado el momento del ofertorio, diez personas originarias de Sudáfrica, Nigeria, Ruanda, Guinea, Tanzania, Costa de Marfil, Mozambique, Camerún, Togo y Congo subieron hasta el altar acompañados por el canto en lengua kikongo, Ee Mfufu Yamba Makabi (Señor, acepta esta ofrenda), si bien no hubo –como sucedió en la misa inaugural de la primera Asamblea Sinodal africana– la bellísima procesión con la que, al ritmo de tambores y danzas ancestrales, los africanos llevaron hasta el altar las ofrendas de sus tierras y de sus bosques, frutas y flores de colores radiantes. Esta vez –como ya dábamos a entender en el número anterior (ver Pliego)–, Guido Marini ha impuesto un rito latino y romano, dejando pasar una ocasión para “visualizar” la  pluralidad de la Iglesia precisamente en el templo que mejor representa su unidad. Una lástima, como han subrayado más de uno de los presentes y muchos de nuestros colegas.

Pobreza e injusticias

Sínodo-África-3A la hora del Angelus, Benedicto XVI dijo a los que le escuchaban en la Plaza: “África es un continente que tiene una extraordinaria riqueza humana. Actualmente su población llega a casi mil millones de habitantes y su índice de natalidad es el más alto a nivel mundial. África es una tierra fecunda de vida humana, pero esta vida, sin embargo, está marcada por mucha pobreza y sufre todavía injusticias dolorosas. La Iglesia está comprometida a superarlas con la fuerza del Evangelio y la solidaridad concreta de tantas instituciones e iniciativas de caridad”. El Papa tuvo también unas palabras de recuerdo para las numerosas víctimas de los “graves episodios de violencia que han sacudido a la población de Guinea [Conakry]”.

Los trabajos del Sínodo –las denominadas congregaciones generales– comenzaron el lunes 5 de octubre con el habitual y plúmbeo informe del secretario general, monseñor Eterovic, y la lectura de la Relación anterior a la discusión, a cargo del relator, el arzobispo de Cape Coast (Ghana) y presidente de la Asociación de las Conferencias Episcopales de Africa Occidental, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson. De todo ello informaremos en nuestra próxima crónica, con las limitaciones ya conocidas de las asambleas sinodales. Como pequeña novedad, anotemos que en esta ocasión no habrá  un grupo lingüístico español y que, por lo tanto, los periodistas de lengua castellana que queramos seguir los resúmenes que ofrece, al final de cada sesión, un responsable de la información tendremos que sumarnos a los de lengua italiana, francesa, inglesa o portuguesa (en este último caso, por cierto, una mujer, María Dulce Araújo Évora).

Sínodo-África-4Días antes de la inauguración del Sínodo, el viernes 2 de octubre, el Papa recibió, en sendas ceremonias celebradas en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, las cartas credenciales de los nuevos embajadores ante la Santa Sede de Filipinas (la señora Mercedes Arrastia Tuason), los Países Bajos (la baronesa Henriette Johanna Cornelia Maria van Lynden-Leijten) y los Estados Unidos, el profesor Miguel Humberto Díaz.

Sin hacer de menos a los otros países, el interés de los informadores ha sido atraído por el discurso que Benedicto XVI pronunció (aunque, en realidad, el texto fue sólo entregado por escrito, según la praxis habitual) ante el nuevo representante ante el Vaticano de la Administración Obama. Es un documento que conviene leer con atención (ver extracto en el recuadro), conocidas las divergencias que existen entre el nuevo inquilino de la Casa Blanca y la Iglesia norteamericana, que –ésa es la verdad– fueron en parte corregidas después del cordial encuentro entre Ratzinger y Barack Obama al final de la cumbre del G-20 en L’ Aquila, el pasado julio.

El nuevo embajador norteamericano (que, como ya informamos en su momento, es de origen cubano, tiene 46 años, está casado y es padre de cuatro hijos) tuvo interés en transmitir, una vez más, a la Santa Sede la fuerte impresión que había producido en el presidente Obama su encuentro con el Pontífice. “Los Estados Unidos y la Santa Sede –dijo Díaz– han colaborado para conseguir nobles objetivos. Juntos hemos difundido la paz, sostenido la libertad religiosa y otros derechos humanos, promovido la democracia, denunciado el terrorismo, afrontado la pobreza y el hambre en el mundo, prevenido el tráfico de seres humanos y combatido la difusión del sida y de otras terribles enfermedades”.

Finalmente, con el anuncio de que el Obispo de Roma visitará el próximo año Chipre, se va delineando con mayor precisión la agenda de los desplazamientos papales del próximo año. Otra isla mediterránea, Malta, está también en la lista, así como el santuario mariano de Fátima. Debe quedar claro que se trata, por ahora, de informaciones no confirmadas de modo oficial por la Santa Sede, pero tampoco desmentidas. Queda por ver si durante la próxima visita del primer ministro vietnamita a Roma se confirma la invitación para que el Santo Padre viaje a una Iglesia que, después de años de persecución, afronta su futuro con mejores perspectivas, a lo que contribuiría, sin duda, un viaje papal.

LA ADMINISTRACIÓN OBAMA ES MÁS SOLIDARIA

El-Papa-con-Miguel-Díaz

Benedicto XVI aprecia que la nueva administración estadounidense, a diferencia de la anterior del presidente George W. Bush, demuestre “un mayor espíritu de solidaridad y de compromiso multilateral para abordar los urgentes problemas que tiene que afrontar el planeta –dijo al nuevo embajador, Miguel Díaz–. El cultivo de los valores como ‘la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad’ no puede continuar siendo contemplado desde un ángulo predominantemente individual o nacional, sino que debe ser contemplado desde la más alta perspectiva del bien común de toda la humanidad. La crisis económica mundial que continúa está pidiendo una revisión de las actuales estructuras políticas, económicas y financieras a la luz de un imperativo ético que asegure el desarrollo integral de todos los pueblos. Lo que se necesita es, en efecto, un modelo de globalización inspirado por un auténtico humanismo en el que los pueblos del mundo sean no meros vecinos, sino hermanos y hermanas”.

En otro pasaje de su discurso, el Papa ha señalado “la necesidad de un claro discernimiento sobre los temas que tocan la protección de la dignidad humana y del respeto al derecho inalienable a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, así como a la protección del derecho a la objeción de conciencia por parte de los que trabajan en el campo de la salud y también de todos los ciudadanos. La Iglesia insiste en el inquebrantable vínculo que une la ética de la vida y cualquier otro aspecto de la ética social”.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.678 de Vida Nueva.

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