Begoña Iñarra: “La subida de los alimentos sí es un arma de destrucción masiva”

Secretaria general de “Red África-Europa Fe y Justicia”

Begoña-Iñarra(José Carlos Rodríguez Soto) Los religiosos harían bien en dedicarse a rezar y dejar de meterse en política”. La frase podía haber sido firmada por cualquier dictador del Tercer Mundo, pero la pronunció –con cara de pocos amigos– Peter Mandelson, comisario europeo de Comercio, en julio de 2007, durante una reunión en la que estaban presentes algunos miembros de la “Red África-Europa Fe y Justicia” (RAEFJ). Los religiosos, con largos años de experiencia en países africanos, abogaban por que la Unión Europea escuchara primero a las asociaciones de campesinos antes de formular sus políticas comerciales con África, uno de los muchos campos de batalla en los que esta Red se bate en favor de los africanos más desfavorecidos.

Begoña-Iñarra-2La anécdota podría servir para ilustrar el trabajo de RAEFJ y sus retos, y la cuenta Begoña Iñarra, que desde 2007 ocupa su Secretaría General en Bruselas: “Esta iniciativa nació en los 80, cuando los superiores generales de congregaciones misioneras que trabajaban en África se dieron cuenta de que, a pesar de los esfuerzos que se hacían por el desarrollo, el continente iba de mal en peor. En buena parte, esto se debía a los programas de ajuste estructural y las políticas económicas impuestas por los países ricos. Así fue como crearon la RAEFJ, para intentar  influir en las políticas de la Comunidad Europea hacia el continente africano”.

Desde entonces, este “lobby de Dios” ha formado grupos –“antenas”– en los distintos países europeos para intentar influir también en las políticas de sus gobiernos, y ha entrado a formar parte de varias coaliciones de la sociedad civil en África y en Europa. Para Iñarra, “todo esto es un trabajo duro y a largo plazo, en el que hay que ir más allá de poner parches, y trabajar sobre las causas de los problemas que mantienen a África en la pobreza”.

Con más de 20 años de trabajo en aquel continente, la hermana Begoña Iñarra conoce de primera mano esta pobreza y sus causas, pero también lo más positivo de la sociedad africana, como explica: “La solidaridad, el sentido de la familia amplia, el perdón… son valores vividos por muchos africanos, y que les permiten superar muchas dificultades en situaciones de pobreza y de violencia”.

Begoña-Iñarra-3Su primera experiencia entre ellos –como voluntaria seglar– fue en 1970, en el este de la actual República Democrática del Congo. Tras cuatro años de trabajo allí, entró en las Misioneras de Nuestra Señora de África (conocidas como las Hermanas Blancas). Su labor misionera la llevó a servir en países como Uganda, Etiopía, Mozambique y Kenia. En este último, los obispos de AMECEA (que engloba las conferencias episcopales de diez países de África del Este) le encargaron que organizara la oficina de Justicia y Paz, tarea a la que se dedicó hasta 2007 y de la que guarda excelentes recuerdos: “Hay países donde estos grupos de Justicia y Paz están muy bien organizados y hacen campañas muy efectivas, como sucede en Zambia, Zimbabwe y en las parroquias de los suburbios pobres (slums) de Nairobi”. Al hablar de los obispos de estos países, recuerda una ocasión en que, tras una reunión en 2007, todos los prelados “se comprometieron  a hablar con los presidentes de sus respectivos países sobre los acuerdos comerciales entre África y la Unión Europea, cuya aplicación perjudicaría a su gente, y lo hicieron”.

Normas desiguales

Precisamente, estos acuerdos de libre comercio (conocidos por sus siglas en inglés como EPA) son uno de los ejes sobre los que la RAEFJ trabaja con más ahínco desde hace varios años: “Las reglas internacionales de comercio dejan a África en una situación de gran desventaja. Desde el año 2000, la Unión Europea ha trabajado en un proceso para cambiar las normas de comercio internacional y ahora los productos europeos entran en la mayor parte de los países africanos sin pagar aranceles. Como están muy subvencionados, al ser más baratos, los productos locales no pueden competir y la peor consecuencia es que muchas pequeñas empresas tienen que echar el cierre”.  Pero las protestas de la sociedad civil africana han tenido algún efecto. Los EPA tenían que haberse firmado en 2007, pero hasta la fecha, sólo 17 de los 50 países que tenían que haberlo hecho (la mayoría africanos) lo han hecho.

Estas normas desiguales del comercio internacional son una de las caras de la economía mundial que relegan a los países africanos al último puesto. Como señala la hermana Begoña: “Los mecanismos que producen el alza del precio de los alimentos son las verdaderas armas de destrucción masiva, que producen de 50 a 60.000 muertos al día, según la FAO”. Esta situación se ha agravado en los dos últimos años con la crisis económica mundial: “África es el continente que menos ha contribuido a esta crisis, pero es el que está pagando el precio más alto, como la disminución de sus exportaciones, el cierre de muchas de sus minas y el aumento del paro”.

Begoña-Iñarra-4Otro fenómeno preocupante es la compra masiva de tierras en países africanos por parte de poderosas compañías internacionales interesadas en la producción de agrocombustibles. “Queremos que haya normas internacionales que protejan a los campesinos africanos, que son, sobre todo, mujeres. Las compañías que se apropian de sus tierras les engañan con la letra pequeña del contrato. Si no producen una determinada cantidad en un año, les quitan los terrenos, y con las constantes sequías que sufre hoy África, esto sucede muy a menudo”. La RAEFJ está muy involucrada actualmente en una campaña para que se pongan límites y condiciones a la producción de los agrocombustibles, de manera que no perjudique a los pequeños propietarios de tierras en África.

RAEFJ trabaja también para que se permita el acceso de los más pobres a los medicamentos. “Es cuestión de vida o muerte. Los países pobres tienen que poder comprar genéricos de calidad, sobre todo en situaciones de crisis. En el caso de los anti-retrovirales para pacientes de sida, esto ha sido posible desde 2002, año en que la India no aceptó entrar en el juego de las patentes dictado por las grandes compañías farmacéuticas”.

Haciendo balance, Iñarra reconoce que “la mayor dificultad es que no ves el resultado de tus esfuerzos a corto plazo”. Aunque hay veces en que sí se vislumbra, como cuando la UE aprobó (el año pasado) un código obligatorio de comercio de armas, algo que RAEFJ llevaba años pidiendo. Al final, a pesar de políticos como Mandelson, “sí que nos encontramos con europarlamentarios que acogen muy bien nuestras propuestas y muestran un gran interés por hacer políticas más justas con países africanos, todo depende de las personas, más que de los grupos políticos a los que pertenezcan.”

jcrsoto@vidanueva.es

En el nº 2.677 de Vida Nueva.

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