Emili Turú: “No es que los jóvenes no oigan la llamada… falla la oferta”

Emili-Turú(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Emili Turú acaba de ser elegido superior general de los Hermanos Maristas. Hombre de ideas claras y corazón inquieto. Fraterno, discreto y cercano… Un signo de aire fresco indudable. Nos atiende en medio de las tareas del Capítulo que se celebra en Roma… El sucesor de Champagnat para el hoy de la escuela católica.

¿Quién es Emili Turú?

Un hermano marista que nació en 1955 en Barcelona e hizo su primera profesión en 1975. He servido en el Consejo General desde 2001, acompañando especialmente las regiones de Asia y Europa, así como el área de Misión. Y, en este momento, tratando de digerir y comprender qué significa ser el 13º superior general de los Hermanos Maristas en el siglo XXI.

¿En qué momento está la Congregación?

Viviendo el descenso numérico de hermanos consagrados, al mismo tiempo que sintiendo crecer el número de personas laicas que se sienten vinculadas al carisma y a la misión marista.

Como congregación de Hermanos, sentimos que tenemos una problemática peculiar en el contexto de una Iglesia y una vida consagrada masculina fuertemente clerical. Aunque frecuentemente no se entiende nuestra opción de vida, creemos en ella y consideramos que nuestro “ser hermanos” sin más, tiene todo su sentido y actualidad en la Iglesia de hoy, que trata de desarrollar todo el potencial de su ser “pueblo de Dios”.

¿Quién puede decir si éste es un buen o mal momento? Considero que es un privilegio poder vivir el momento actual, lleno de gracias y de retos, como cualquier otro momento de la historia.

¿Cuáles son los retos que el Capítulo quiere abordar?

Hay temas que dan continuidad a lo tratado en Capítulos anteriores: cómo ayudarnos a vivir desde la centralidad de Jesús en nuestras vidas (conversión); cómo profundizar en nuestra misión de servir a los niños y jóvenes pobres; cómo continuar haciendo camino juntos, religiosos y laicos maristas, apoyándonos en lo que tenemos de peculiar y en lo que nos es común.

En este Capítulo destacaría la fuerte presencia de María, como fuente de inspiración y renovación para nosotros, que llevamos su nombre. Fieles a nuestra tradición, nos sentimos llamados a aportar el “rostro mariano” de la Iglesia.

Otro reto ha sido el de vivir con todas sus consecuencias el hecho de ser un Instituto internacional, presente en 79 países de los cinco continentes. En muchos momentos hemos funcionado más como federación de provincias que como familia internacional. Creemos que el momento actual nos está pidiendo superar todo tipo de fronteras. La situación vocacional es “desconcertante”…

¿Dónde cree Emili Turú que tenemos que trabajar más en Europa?

Creo que hay dos palabras potentes que, puestas juntas, indican un camino a seguir para la vida religiosa en Europa: mística y profecía. Más de una vez me he preguntado si el problema es que no hay jóvenes que quieran comprometerse con la vida religiosa, o si lo que falta es una “oferta” que les atraiga: algo que consideren tan valioso que merezca la pena entregar la vida por ello.

¿Cómo sueña Emili Turú la vida comunitaria para este siglo XXI?

Para responder esta pregunta, me permito citar parte del documento final de nuestro anterior Capítulo general (2001): “Nuestras comunidades se convierten en hogares cuando ayudan a cada Hermano a centrar su vida en Jesús, a integrar la fe y la vida, a encontrar a Dios en los acontecimientos de cada día y a crecer en comunión.

Nos mueve el gran anhelo de construir comunidades humanizadoras, que viven en un clima de confianza, de sanas relaciones interpersonales, de espíritu de familia. Hogares donde se ayuda a crecer a los jóvenes, se cuida a los mayores, se atiende con especial cariño a los más débiles; y donde abunda el ungüento del perdón para curar las heridas y el vino de la fiesta para celebrar tanta vida compartida. Ensanchamos nuestro corazón para que nadie se sienta excluido, todos encuentren el aliento que necesitan y quienes lleguen sean bienvenidos”. ¿Cómo podría yo decir esto mejor?

MIRADA CON LUPA

El asunto no es tapar la realidad con barniz de “buenismo”. Tampoco en lecturas desgarradoras que no dejen espacio para la esperanza. El momento es delicado, crucial y necesita “visión”.Tenemos demasiada inercia e historias que vician el aire fresco. El trayecto de las congregaciones se presenta idéntico, como idéntica es la urgencia de “nuevos líderes” que pongan rostro a la espiritualidad
y la vida común de los consagrados.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.677 de Vida Nueva.

Compartir