El arte de la venganza

Malditos bastardos

Malditos-bastardos(J. L. Celada) Su cartel la publicita como “la infame y salvaje historia de una desenfrenada venganza”, pero no son los Malditos bastardos del título quienes más hábilmente la ejecutan. La sangrienta cruzada de estos matarifes a la caza del nazi apenas si da nombre (y color) al nuevo trabajo de Quentin Tarantino, auténtico verdugo de la función.

El arranque de la misma ya revela la especial naturaleza del relato: “Érase una vez en la Francia ocupada por los nazis…”. Corre el año 1941, y estamos ante el primer capítulo de un “cuento” (no precisamente de hadas), una fábula concebida en cinco episodios, en la que el desvergonzado guionista y director reescribe la Historia con la libertad creativa que otorga la ficción, haciendo del cine su gran héroe de guerra. Porque será este invento, el oficio que tanto conoce y ama, el artífice de su personalísima vendetta contra el despropósito de un conflicto, de un régimen y de un aparato propagandístico que incorporaron el celuloide a su maquinaria bélica.

Encuadres, movimientos de cámara y su siempre potente banda sonora conforman una rompedora puesta en escena, el hábitat made in Tarantino donde cruzan sus destinos (y disparos) políticos, militares, matones, espías… y las gentes del cine: desde una actriz a un proyeccionista, pasando por un crítico, de cuyo éxito en la misión que se le encomienda dependerá el fin de la contienda y del Tercer Reich (¡ahí es nada el aguijonazo del realizador!). Dos personajes, sin embargo, acaparan el protagonismo de la cinta: el cabecilla de los Malditos bastardos, interpretado por un Brad Pitt que infunde risa y temor a partes iguales, y un “cazajudíos” de fino olfato y diálogos memorables (Christoph Waltz, Mejor Actor en Cannes).

Malditos-bastardos-2En torno a ambos individuos se tejerá la tela de araña de un complot a varias bandas llamado a dar el tiro de gracia a la barbarie y a cuantos la alimentan. Y qué mejor arma para ello que el séptimo arte, y lugar más simbólico para obrar esa catarsis que una sala de butacas de aquel París humeante. Es la visión tarantiniana de la II Guerra Mundial, el provocador final por él soñado, pero, sobre todo, su sentido homenaje a un género que –con mayor o menor ejercicio de responsabilidad– ha querido purificar la memoria de un tiempo herido.

Aunque, como ya hiciera Robert Aldrich en Doce del patíbulo, ha decidido aligerar la carga dramática de la realidad, para trasladar a la gran pantalla su particular relectura de la época, de la mano de tipos tan crueles como patéticos. Todo narrado con su sello distintivo, el que alterna situaciones de una tensión casi insoportable con desequilibrios en el guión o exceso de vísceras. Lejos queda la única e insuperable Pulp Fiction, pero esta película nos ha permitido reencontrarnos con el Tarantino cinéfilo y gamberro que recordábamos, y no está de más disfrutarlo.

FICHA TÉCNICA

Malditos-bastardos3TÍTULO ORIGINAL: Inglourious basterds

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Quentin Tarantino

FOTOGRAFÍA: Robert Richardson

MÚSICA: Varios intérpretes

PRODUCCIÓN: Lawrence Bender

INTÉRPRETES: Brad Pitt, Mélanie Laurent, Christoph Waltz, Eli Roth, Michael Fassbender, Diane Kruger, Daniel Brühl, Til Schweiger

En el nº 2.676 de Vida Nueva.

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