Ante la crisis económica, la Iglesia debe “construir sociedad”

Numerosos expertos aportaron sus claves en el Curso de Doctrina Social de la iglesia convocado por la CEE

Curso-Doctrina-Social(Miguel Ángel Malavia– Foto: Luis Medina) Bajo el lema La crisis, un desafío cultural y ético, ha tenido lugar la 18ª edición del Curso de Formación de Doctrina Social de la Iglesia. Organizado, entre otras instituciones, por la Comisión Episcopal de Pastoral Social y la UPSA, el encuentro se desarrolló, del 15 al 17 de septiembre, en la madrileña sede de la Fundación Pablo VI. Fruto de la importancia de este evento fue la diversa y relevante nómina de ponentes y asistentes con que contó: el secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz, Giampaolo Crepaldi; los docentes universitarios José Juan Toharia, Francesc Torralba, José Luis Segovia, José Antonio Alonso y Ángel Galindo; el ex secretario de CC.OO., José María Fidalgo; el presidente de la Compañía de las Obras, José Miguel Oriol; y el director del Instituto de Estudios Económicos, Juan Iranzo, entre otros. La inauguración corrió a cargo del arzobispo de Mérida-Badajoz y presidente de la Pastoral Social, Santiago García Aracil, quien destacó la importancia de dar a conocer la Doctrina Social de la Iglesia entre los laicos y estimular la formación del clero, de cara a un mayor compromiso social.

En conversación con Vida Nueva, el secretario técnico de la Comisión de Pastoral Social de la CEE, Fernando Fuentes, explicó que con estas jornadas se ha buscado “conocer, a través de expertos de gran competencia, la situación de la crisis no sólo en sus aspectos económicos, sino también en otros no muy analizados por medios e institutos económicos, tales como los valores subyacentes, la situación de los grandes perjudicados o la búsqueda de la justicia social”.

A su juicio, pese a la crisis del sistema imperante, “el capitalismo del primer mundo tiene bastantes aspectos salvables si, como decía el papa Juan Pablo II en la Centessimus annus, se basa en el trabajo libre, en la empresa y en la participación”. Eso sí, debería producirse un cambio “ante el problema de la pobreza y la mala utilización de los recursos disponibles. La economía actual tiene que dar cabida, como ha dicho Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate, a la gratuidad y a la lógica del don en su actividad ordinaria, no como algo marginal”.

Fernando Fuentes avanzó que en la Comisión de Pastoral Social se está trabajando en un documento que abordará la actual situación de crisis de un modo analítico y profundo. El mismo estaría en fase de estudio, dependiendo de los obispos los plazos y los momentos de trabajo, tanto en Comisión Permanente como en la Asamblea Plenaria.

Una de las ponencias más significativas fue la impartida por el vicario general de Lleida y consejero de Cáritas Española, Ramón Prat. En su reflexión, en la que aportó novedosas claves desde el ámbito de la antropología y la teología, el también profesor en la Facultad de Teología de Cataluña situó como una de las causas de la crisis “la desigual extensión del progreso en la sociedad, beneficiando sólo a una minoría y generando así nuevas injusticias que afectan principalmente a los países más pobres”.

Mentira social

El vicario ilerdense catalogó la situación de “mentira social”, siendo ésta “el origen de gran parte de las violencias existentes”. Posteriormente, desglosó para esta revista su concepto de ‘mentira social’: “Esas verdades a medias generan violencia. Y la violencia aísla. Se genera así un miedo personal y colectivo que nos bloquea y nos reduce a la soledad, al narcisismo y al excesivo individualismo. La falta de comprensión del otro genera dependencias psicoafectivas que dificultan la propia vivencia de la libertad”.

Pese a todo, Ramón Prat considera que nos encontramos ante una “oportunidad histórica para un auténtico y profundo cambio social, planteando la propia crisis retos y signos de esperanza”. Según su tesis, “junto al predominio de la egolatría y el aislamiento afectivo, se está abriendo paso la necesidad de comunicación con los demás, la cual exige la apertura interior a la alteridad”.

Para el teólogo catalán, ese cambio es el que puede llevar a la conformación de un “nuevo humanismo integral”, basado en el ansia de comunicación y en la recuperación de valores, también espirituales. En este punto, la Iglesia se encuentra ante un gran reto, que debe de afrontar “sin miedo y con entusiasmo”: “Debe construir sociedad, como ha hecho siempre históricamente. En colaboración con otros colectivos, a través de pequeñas y constantes acciones basadas en las bienaventuranzas, creando estructuras, ha de transformar el mundo”.

En el nº 2.675 de Vida Nueva.

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