Jesús Neira: “Actué desde la coherencia con mi fe”

Profesor agredido por ayudar a una mujer maltratada

Neira(Miguel Ángel Malavia– Fotos: Luis Medina) A Jesús Neira se le nota que es profesor –imparte clases de Teoría del Estado en la madrileña Universidad Camilo José Cela–. Habla con claridad y parsimonia, midiendo cada palabra. También se evidencia que es un hombre culto… y sencillo: en una misma conversación puede citar a Hobbes y afirmar que su película favorita es Arma Letal 4 –“La veo todas las noches para dormir. La pongo porque me relaja y entretiene, ya que las películas que no me gustan, me ponen nervioso y me quitan el sueño”, comenta con sorna–. Hace un año le cambió la vida. Por actuar en defensa de Violeta Santander, a quien veía en peligro real mientras en un hotel discutía violentamente con su novio, Antonio Puerta, acabó recibiendo un ataque brutal de éste. Nueve meses en el hospital Puerta de Hierro, de los que dos lo fueron en estado de coma, siguieron a aquel fatídico día.

Estuvo muy cerca de la muerte, pero salió adelante. Hoy, sólo quiere recuperar la normalidad, volver a lo que era su vida de antes. Detalles como conducir –“mi mujer aún no me deja”, se queja con una sonrisa– o volver al aula, son mucho más que la recuperación de una rutina. Significan la vuelta a la vida.

¿Qué tal se encuentra ahora?

Me voy encontrando mejor, es un proceso de recuperación muy largo. Es como el que lleva un camión de gran tonelaje: es consciente de que la velocidad de la marcha es extraordinariamente lenta y lo  acepta con tranquilidad. Te tienes que acostumbrar a ello… aunque lo positivo es que está evolucionando todo bien. Ya no voy en silla de ruedas, tengo las piernas más fuertes y puedo caminar con muleta. Son mejorías ostensibles. Y, para mí, una de las cosas que más me alegran es que durante el día ya no utilizo oxígeno; sólo me lo pongo para dormir. Hace un mes no podríamos estar manteniendo esta conversación sin que tuviera que llevar oxígeno, y ahora sí. En definitiva, todo va poco a poco, pero estoy contento.

Todo un ejemplo

Usted ha sido reconocido públicamente como un ejemplo para la sociedad, destacándose, ante todo, su valentía y compromiso en la defensa de la mujer. ¿Tuvo algo que ver la fe en su comportamiento?

En efecto, todo lo que hago en mi vida es desde la coherencia con mi fe. Uno no puede desdoblarse ni ser esquizofrénico, comportándose unas veces de un modo y otras de forma diferente. Considero que has de comportarte con naturalidad a lo largo de tu vida por aquello que has aprendido, estimas y forma parte de tu educación, de tus principios. Por ellos riges tu comportamiento. Cuando esto forma parte de uno mismo, es algo natural y lógico que, al igual que harían millones de personas en esa misma situación, no se pueda tolerar que delante de ti alguien tenga la tremenda osadía de golpear brutalmente a una mujer.

Aquel día podía haber mirado para otro lado. Pero esa coherencia con sus valores y su fe, como dice, le llevó a jugarse la vida…

Neira-2Soy católico y, para mí, la estima de la vida humana es fundamental. Es un don precioso que hay que conservar. Del mismo modo, también digo que si no fuese católico, bastaría que conociese la obra de Hobbes para apreciar la vida humana hasta el último extremo. Él decía que no se puede no ser egoísta si se quiere preservar, en primer lugar, la vida. Ese necesario egoísmo, entre comillas, es una fuerza positiva de garantía de la vida, pues deja claro que lo primero de todo, antes que cualquier cosa, es conservar la vida.

Usted mismo, cuando recuperó la conciencia, pasó muchos meses de gran dificultad en el hospital. ¿Cómo lo afrontó?

En el hospital pasé meses y meses en una situación dificilísima, y aguanté bien anímicamente. Lo cual, pasado el tiempo, me maravilla, porque generalmente tengo un estado de ánimo bajo. Fui consciente de que estaba muy mal, extremadamente grave. Y experimenté que alguien o algo me salvó… La naturaleza no entiende de normas, no perdona. Cuando unos pulmones, como era mi caso, no aguantan, pues ahí se termina la vida. No hay más, no hay vuelta de hoja. Pues bien, en mi situación, algo dobló el brazo de la naturaleza. Fui consciente de que ese alguien o algo se manifestó en mí con una fuerza extraordinaria.

¿Puede poner nombre a ese alguien o algo?

Sí, creo que ha sido Dios. No me siento especial ni quiero llamar la atención de nadie, pero es lo que he experimentado. Era evidente que mi situación era terrible y estaba más cerca de la muerte que de la vida. Estaba como dijo Octavio de Marco Antonio: “Tiene todos los caminos abiertos ante sí, pero ninguno conduce a la vida”. Tanto los doctores que me atendieron como amigos míos expertos en medicina, analizando las placas de mi tórax, dijeron que era literalmente “imposible” que saliera adelante. Hasta que llegó un día en que los pulmones se empezaron a recuperar. ¿Qué pasó? No lo digo con presunción de ningún tipo, pero creo sinceramente que fue un milagro. No he hecho nada para merecer semejante cosa. Lo pienso y no tengo respuesta. Es más, me extraña. Pero cuando la ciencia no puede explicar las cosas, y es evidente que en mi caso, objetivamente, tendría que estar muerto, mi razón me señala que algo extraordinario, que he percibido con tranquilidad y alegría, ha ocurrido y me ha sacado de la muerte.

Parece ser que los médicos, al pensar precisamente que su estado era irreversible, propusieron desconectarle de la máquina que le mantenía con vida. La respuesta de su mujer fue en todo momento negativa. ¿Considera que la fe influyó de algún modo en esta decisión?

Estoy seguro de que influyó mucho. Y me alegro de que así fuera, por cierto.
[Isabel Cepeda, su mujer, presente en la entrevista, también responde a esta pregunta: “Nunca perdí la esperanza. Siempre pensé que se iba a recuperar, pese a que las noticias que nos daban los médicos eran malísimas, pues nos aseguraban que su recuperación era imposible. En esos momentos tan difíciles, la fe y la oración constante nos ayudaron muchísimo a mis hijos y a mí].

Profesor, ¿qué opina de la eutanasia?

Neira-3No creo que sea un camino lógico ponerle fin a la vida humana. La vida no está diseñada para buscarle un fin, sino para vivir… En cada instante, contra toda adversidad y aún en las peores condiciones, la vida tiene una tensión innata para buscar mantenerse. Si algún día se llegara a aprobar una ley de eutanasia y ésta se aplicara en los hospitales españoles, creo que tendrían que indicar con claridad en cuáles se aplica y en cuáles no. Yo no entraría jamás en uno en el que sí se aplicara. No sólo porque considero que el fin de la Sanidad es curar al hombre y no acabar con él, sino también porque a veces ocurren errores humanos por parte de los médicos y lo que parece irreversible a veces no lo es.

¿Siente algún rencor hacia su agresor o hacia la chica, quien, por cierto, emprendió una lucrativa gira por los platós de televisión defendiendo a su novio y sin tener una palabra de agradecimiento hacia usted, que entonces estaba debatiéndose entre la vida y la muerte?

A ella le deseo que sea feliz. Si va a los programas, es cosa suya, de su libertad, y yo no tengo nada que decir. Respecto a mi agresor, no guardo ningún tipo de rencor hacia él. Jamás he sido alguien rencoroso. Vivo sin tener que recordar aquello, pasó y ya está. Al margen de esto, de lo personal, lo que queda compete únicamente al poder judicial. Hubo un claro intento de homicidio, un testigo y unas cámaras que pueden aclarar lo que que pasó. Sólo hay que esperar una sentencia  que me reponga en justicia, nada más.

En el nº 2.674 de Vida Nueva.

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