El Nuncio reivindica su labor durante su estancia en España

El Gobierno y buena parte de la CEE arroparon a Monteiro de Castro en los actos de su despedida

Monteiro-con-Zapatero(José Lorenzo) Sonriente, con las manos entrelazadas y relajado como pocas veces se le había visto ante la prensa, el 7 de septiembre, Manuel Monteiro de Castro quiso despedirse de España a través de los medios de comunicación como Nuncio Apostólico tras nueve años de labor. Pero la convocatoria en la Nunciatura le sirvió también al nuevo secretario de la poderosa Congregación para los Obispos a modo de pequeño desahogo personal, una especie de sentida reivindicación final de un trabajo callado, no siempre apreciado y muchas veces sometido a juicios de escaso sentido cristiano. “He procurado decir lo que podía”, señaló a modo de disculpa a los periodistas. “Nuestra vida diplomática está en ese camino: estar siempre al servicio de todos”.

Monteiro-con-C-DívarY en ese haber personal metió los 70 nombramientos de obispos efectuados durante su etapa, incluidos los próximos que se esperan (Guadix, Oviedo y San Sebastián), “obispos jóvenes y muy bien preparados, que van a dar un nuevo tono a la Iglesia española”, señaló, aunque en justicia pueda decirse que no todos son hijos suyos.

Y volvió a justificarse ante las incomprensiones lacerantes afirmando que un trabajo así “no puede hacerse de un momento para otro”. Y puso un ejemplo muy gráfico al revelar que hacía apenas dos horas, el cardenal Carles, emérito de Barcelona, le había reconocido que la división de la archidiócesis catalana, a la que se había opuesto, “ha sido una gran cosa”. Y se animó también al recordar que en Aragón, en donde sus obispos actuales han sido creados durante su periodo, le decían que se había hecho lo equivalente a cien años… Incluso se lanzó a resumir de forma muy breve y muy clara su papel en el largo conflicto por los bienes de La Franja… En pocos minutos, Monteiro dio más claves en público que durante sus nueve años en Madrid.

Monteiro-con-Caamaño¿Y se ha sentido respaldado por la Conferencia Episcopal Española?, se le preguntó. “Mi trabajo es para todos”, contestó, volviendo a la senda diplomática. “Siempre que he podido, he participado en todo. Dentro de la Conferencia Episcopal hay cuestiones sobre las que cada uno puede dar su opinión. Y yo debo estar al tanto, pero sin interrumpir”.

Monteiro-con-Carlos-AmigoSobre las relaciones con los distintos gobiernos con los que tuvo que trabajar, recordó que la posición de la Iglesia con respecto a los temas que suelen provocar más conflicto entre ambas instancias “es muy clara. Y el Nuncio se la ha dicho a las autoridades de un modo muy preciso, aunque no siempre se sabía…”. En todo caso, cuando arreciaron las dificultades y las llamadas a consulta, que de todo hubo con el PP y el PSOE, “he procurado volar alto. Por más fuerte que fuese la intemperie, nunca me preocupé mucho. Con Aznar o Zapatero he hablado con calma lo que pensaba”.

A modo de balance de una etapa que se cerrará con la llegada de su sustituto, Renzo Fratini, Monteiro desveló que su interés ha sido siempre “trabajar bien y obtener lo mejor que se pueda para el bien común”. Y un último mensaje para los españoles, a petición de la prensa: “Es importante trabajar, leer y rezar. Y trabajar como hermanos”. Receta que, en un último requiebro periodístico, se vio obligado a reconocer que era igualmente válida para los miembros del Gobierno.

GESTOS Y AFECTOS DE ÚLTIMA HORA

Tras la breve comparecencia ante la prensa, un numeroso grupo de invitados, entre los que se encontraba una cuarentena de obispos, una nutrida representación del cuerpo diplomático, diversas autoridades civiles y los restos confesantes del catolicismo del PP, tomó el salón principal del edificio de la Nunciatura y una parte de sus jardines en una sofocante tarde. Así, los periodistas pudieron mezclarse, con la complicidad de los organizadores, con los invitados y convertirse en testigos privilegiados del afecto y respeto que se le dispensaba al diplomático portugués en una última jugada maestra.

También el Gobierno socialista quiso tener un último gesto con Monteiro (a quien días antes, en encuentros separados, habían recibido en La Moncloa el presidente Zapatero y la vicepresidenta De la Vega, así como el ministro de Exteriores Moratinos, quien le entregó en la sede del Ministerio la Gran Cruz de la Orden al Mérito Civil) y envió a una delegación encabezada por el ministro de Justicia. Y otro detalle para con este hombre, que ha asegurado que desde su nueva responsabilidad intentará dar lo mejor de sí mismo para España, también podría tenerlo la CEE en su próxima Plenaria de noviembre.

En el nº 2.674 de Vida Nueva.

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