‘Algunas heridas aún no han sido cerradas’

Condena conjunta de la II Guerra Mundial de los obispos polacos y alemanes

Prelados-alemanes-y-polacos(M. Gómez) El 30 de agosto, obispos católicos de Alemania y Polonia participaron en una eucaristía en la catedral de Berlín, en el 70º aniversario del comienzo de la II Guerra Mundial, el conflicto armado más grande y cruento de la historia, con 50 millones de muertos (entonces, el 2% de la población mundial), más otros tantos de heridos y de desplazados forzosos o deportados, sin contar los millones de víctimas a posteriori, y todo ello, en cifras aproximadas.

Para que la memoria no se quede “prisionera del pasado” y que “las nuevas generaciones adquieran y conserven una justa valoración” de aquella tragedia, los episcopados alemán y polaco han reafirmado su experiencia de reconciliación en esta misa, y también a través de una declaración conjunta en la que condenan aquellos crímenes y las consecuencias de la guerra. “No sólo tenemos necesidad de un honesto balance de las atrocidades del pasado, sino también de renunciar a los estereotipos que hacen más problemática una correcta comprensión de este tiempo y pueden socavar la confianza construida, a pesar de las dificultades, entre polacos y alemanes”.

Firmado por sendos presidentes de las conferencias episcopales alemana y polaca, los arzobispos Robert Zollitsch y Józef Michalik respectivamente, el texto reconoce que “algunas heridas aún no han sido cerradas”. Los obispos condenan los crímenes y las deportaciones, y lamentan el posterior sometimiento de sus países a regímenes comunistas: “En Europa del Este, aquella guerra tenía el objetivo de destruir y esclavizar a pueblos enteros”.

Rebrotes de odio

No obstante, la declaración no mira tanto al pasado, sino al futuro. En este sentido, los prelados advierten contra los rebrotes del odio: “Algunas tendencias en la sociedad o en la política desvelan todavía la tentación de un uso propagandístico de las heridas infligidas para reavivar los resentimientos alimentados por una interpretación facciosa de la historia”. Ante esto, la Iglesia opta por “pronunciarse contra esa eliminación de la verdad histórica, invitando a un diálogo intenso, siempre ligado a la capacidad de escuchar las razones de la otra parte”, se lee en la nota.

“Sólo en el clima del perdón y de la reconciliación se puede desarrollar la cultura de la paz que sirve al bien común”, invitan los prelados, que se comprometen a una mayor cooperación para proteger la familia y la vida. “La paz se construye día a día y sólo puede florecer si estamos dispuestos a reconocer nuestra responsabilidad”, rematan.

En el nº 2.673 de Vida Nueva.

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