Reparadores: generación con encanto

reparadores(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Acaba de publicar la revista Times un estudio en el cual define a los jóvenes que hoy tienen entre 25 y 35 años como la “generación desencanto”. Este grupo de personas acceden al mundo laboral en el peor momento de nuestra coyuntura. Dice además la prestigiosa publicación que esta situación es especialmente significativa en Europa y, particularmente, en España. El día en que se hizo público ese informe conocí a un grupo de jóvenes de esa edad que rompen el “maleficio” de la “generación desencanto”. ¿Serán rara avis o habrá más como ellos?

Una comunidad con encanto

Se trata de catorce jóvenes reparadores o dehonianos, que de las dos maneras se llaman.  Son catorce consagrados que tienen las edades de las que se habla como desencantadas… Pero ellos no son así. Están dedicando buena parte de su verano a cuidar su encanto: ser comunidad esperanzada, viva y con futuro. Son jóvenes normales, o casi, porque no es lo más normal, por frecuente, ese clima de ilusión y convivencia; esa cercanía a la realidad con el convencimiento de alternativa; esa cohesión de grupo que transparenta comunidad.

Los números no lo son todo…

Pero hay que contemplarlos, interpretarlos y sacar conclusiones. Son catorce menores de cuarenta años. Hay un grupo muy numeroso menor de cincuenta. En una provincia religiosa de poco más de un centenar, la mayor parte son jóvenes.

Otro dato: en plena sequía, los dehonianos nunca han dejado de tener “riego vocacional”, por goteo, es verdad, pero riego. Aspirantado, postulantado, noviciado y teologado no han dejado de tener jóvenes ilusionados con este carisma, tan especial, que es el de atender a los jóvenes, donde se encuentren y como sean. La juventud, está claro, llama a juventud y la vida es contagiosa.
Son sólo números. Lo importante es el tono con que viven, la vitalidad que se respira y el grado de comunión que han logrado. No sé por qué, intuyo que estos números nos hablan de comunidades fecundas, capaces de engendrar: una suma de fraternidad y proyecto común claro.

Una misión bien definida

Los reparadores jóvenes viven su ministerio en los seminarios menores. Tienen tres: Puente la Reina, Venta de Baños y Alba de Tormes. En cada uno de ellos, cerca de 80 adolescentes internos formándose en un estilo de vida muy particular: ser persona desde Jesús, entender la vida desde Él. No todos llegan a la vida consagrada, pero todos llegan a la vida con valores. En cada seminario, un equipo de formadores “escandalosamente” joven –4 ó 5 reparadores– y, lo más sorprendente, contentos de esta misión y este proyecto. Es una opción tan legítima como otras. Seguramente, como toda elección, está restando fuerzas para otras presencias. Pero ellos han optado por ésta: ven sentido a lo que hacen y reciben de esta entrega, nada fácil, un estímulo claro que los empuja a ser cada día más fieles.

Estos jóvenes reparadores han entendido bien que la misión es gastarse por el Reino y, además, que no están llamados a la soledad, sino a la comunión. Forman adolescentes, pero se comprueba en ellos que son misioneros con agilidad y sacrificio. Están todo el día siendo espejo para hermanos menores… Como comentaba uno de ellos: “Este estilo de vida exige mucha autenticidad”.

Misión y espiritualidad

Es lo más llamativo. Cuando no hay parcelas. Cuando no hay división de vida. La espiritualidad es para la misión y la misión se vive en clave espiritual. Los colegios-seminarios de los dehonianos son ámbitos de formación donde se cuida el rigor y la formación. Para nuestros jóvenes misioneros son ámbitos de vida, proyección espiritual, su vida… El gozo de un misionero es que la Palabra se haga hueco en el corazón del pueblo. He visto en estos jóvenes misioneros reparadores hombres urgidos por la Palabra, conscientes de lo que hay, pero muy convencidos de que hoy se puede trabajar, se puede transmitir y se puede recibir. Estos jóvenes tienen futuro, porque ya tienen presente.

MIRADA CON LUPA

Nuestra sociedad cambia vertiginosamente. La misión y transmisión, también. Ayer, los seminarios menores ofrecieron una formación creyente y consistente a consagrados y seglares… Hubo un momento en el que entendimos que los tiempos pedían otras respuestas. Algunos siguen ofreciendo aquéllo, con otro lenguaje y otros ritmos. Son seminarios-aspirantados de hoy… ¿No será una respuesta adecuada a unos niños y adolescentes que crecen sin necesitar a Dios? ¿No será una propuesta misionera cargada de novedad y creatividad? ¿Estaremos perdiendo el tren de la infancia y adolescencia?

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.671 de Vida Nueva.

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