Los jóvenes, testigos de la justicia y la paz

Unas jornadas en Burundi inauguran el doble jubileo en África Central

jovenes-africanos(M. Gómez) Una ocasión privilegiada para animar a los jóvenes a ser testigos del Evangelio, la justicia, la paz y la reconciliación. Así es como describía Simon Ntamwana, arzobispo de Gitega (Burundi), las I Jornadas Regionales de la Juventud que han tenido lugar del 29 de julio al 3 de agosto en Bujumbura, la capital burundesa, donde se esperaba la asistencia de un millar de católicos de Burundi, la R.D. del Congo y Ruanda (los tres países miembros de la Asociación de Conferencias Episcopales de África Central –ACEAC–). El encuentro tenía una triple finalidad: ofrecer a los muchachos la experiencia de las Jornadas Mundiales de la Juventud, hacerles partícipes del doble jubileo de la Asociación y sensibilizarles en estos temas tan relevantes para el continente (paz, justicia y reconciliación), que van a centrar el II Sínodo de Obispos para África, el próximo octubre en Roma.

Estas Jornadas inician, así, un año cargado de conmemoraciones en la ACEAC: por una parte, el organismo celebran sus 25 años, que se festejarán en Kinshasa del 30 de noviembre al 6 de diciembre; por otra, el 11 de noviembre se cumplen 50 años de la implantación de la jerarquía local, con diócesis y obispos africanos. La ACEAC se creó el 3 de diciembre de 1984 para “promover el diálogo y la concertación, la ayuda mutua y la cooperación eclesial entre las conferencias episcopales, para la evangelización en profundidad del hombre africano”. Algunos observadores han destacado la importancia de esta estructura en relación con la Comunidad económica de los países de los Grandes Lagos, cuyo trabajo conjunto puede contribuir al establecimiento de una paz duradera en una región muy castigada por las guerras.

Corrupción y pecado

En la R.D. del Congo, por su parte, los obispos han establecido también un año jubilar por el 50º aniversario de la independencia del país (que se cumplirá el 30 de junio de 2010). Los avances son “innegables”, pero no se puede silenciar la corrupción, subraya el Episcopado en un reciente mensaje titulado La justicia engrandece una nación. Pero el pecado es la vergüenza de los pueblos.

“Ninguna institución se ahorra esta plaga social [la corrupción]: de la escuela primaria a la universidad, en los juzgados y tribunales y en otras instancias de decisión y ejecución”, apuntan los obispos, lamentando: “Todo el mundo se queja y lo denuncia, pero todavía falta una voluntad real de combatirlo”. “Algunos dirigentes, que han perdido el sentido de Estado y su finalidad, no se preocupan apenas de la población”, aseguran, y animan a tomar medidas “valientes”.

En el nº 2.671 de Vida Nueva.

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