Juana Martín: “No entiendo a los católicos que rechazan a los inmigrantes”

Responsable de Migración de Cáritas Barcelona

Juana-Martín(Texto y foto: Glòria Carrizosa Servitje) Cuando la llamaron desde la Generalitat de Cataluña para ofrecerle la Cruz de Sant Jordi en reconocimiento “a su valiosa trayectoria en Cáritas diocesana de Barcelona y por el impulso de numerosas iniciativas a favor de las personas, basadas en el enriquecimiento que supone la diversidad cultural y la promoción de los valores humanos”, Juana Martín se quedó sin palabras.

Llegó a Barcelona en 1971, procedente de Navalonguilla (Ávila), su pueblo natal. Se sintió acogida en la parroquia de su barrio, se sacó el Graduado Escolar para mayores de 25 años y con esfuerzo aprobó los estudios de trabajadora social. En 1983 empezó, en prácticas, en la Comisión Diocesana de Migración, y en 1992 la Comisión se integró en Cáritas. Actualmente es responsable de las áreas de Ciutat Vella, Migración y Voluntariado. “Acepté este premio –dice– como un reconocimiento a la labor que se realiza desde Cáritas, es el mérito de un gran equipo con el que trabajo desde hace años, incluso un reconocimiento a todos los inmigrantes que han confiado en esta entidad cristiana”.

Últimamente muchos medios se han interesado por su labor, pero Juana lleva 25 años atendiendo a las personas que llaman a Cáritas, sin tener en cuenta su religión, su cultura o sus circunstancias: “Nunca he pensado que la inmigración sea una competencia desleal. La mayoría de veces se les paga menos que a los españoles porque aquí la economía sumergida continúa siendo importantísima. Nos llaman por teléfono quejándose porque atendemos a más extranjeros. No entiendo a las personas que se declaran católicas y sienten un profundo rechazo contra los inmigrantes”, se lamenta Juana.

Desde Cáritas no juzgan si la inmigración debe existir o no, “pero contribuimos a que, si deciden venir, lo hagan en buenas condiciones”, afirma la trabajadora social. En Marruecos, por ejemplo, llevan a cabo un programa de codesarrollo, junto con las Hijas de la Caridad y los salesianos, y Juana asegura que allí lo que quieren es “venir a España, pero también deben saber los peligros a los que se exponen”.

Alarma

Cáritas Barcelona asistió a 45.958 inmigrantes (17.707 son familias) en 43 puntos de acogida en 2008, según los datos de las diócesis de Sant Feliu, Terrassa y Barcelona, y “en lo que va de año ya hemos atendido el doble de personas que el año pasado por estas fechas. Es alarmante, porque nuestros recursos están limitados”, comenta.

La Cruz de Sant Jordi ha llegado después de todo el esfuerzo que se llevó a cabo para conseguir el Consenso Social para las Migraciones, y el Pacto Nacional para la Inmigración, rubricado en diciembre de 2008. También la Plataforma de Entidades Cristianas con los Inmigrantes –formada por distintas instituciones: Cáritas, la Unión de Religiosos de Cataluña, la Delegación de Pastoral Social de Barcelona, Cristianismo y Justicia, Justicia y Paz, etc.– se pronuncia sobre aquellos aspectos de las leyes de migración que piensan que vulneran los derechos humanos.

El 20 de marzo de 2009 firmaron un manifiesto sobre la aprobación, por parte del Gobierno central, de un proyecto de reforma de la Ley de Extranjería. El rechazo de las entidades cristianas se debió a algunos artículos de este texto, que introducían “un elemento éticamente inadmisible, como es el castigar la ayuda humanitaria (moralmente legítima, cristianamente imprescindible) que particulares o entidades presten a una persona inmigrada en situación irregular”. El Gobierno ha dado marcha atrás en esta medida, pero el manifiesto también avisa del riesgo de que afloren actitudes de xenofobia contra los inmigrantes “en el contexto de una crisis financiera y económica de gravísimas repercusiones sociales y laborales que ya está afectando de lleno a los sectores más vulnerables”.

Después de recibir el premio, Juana se ha reencontrado con personas que hacía mucho tiempo que no veía y ha participado en experiencias muy gratificantes gracias a su trabajo, como acompañado en el parto a una mujer que estaba sola o asistir a la lectura de la tesis doctoral de un joven. Pero también ha habido momentos muy duros, como estar junto a un padre en la muerte de su hijo: “Formas parte de su vida, todos estos años me he sentido rodeada de una gran riqueza de culturas.”

En esencia

Un libro: La perla, de John Steinbeck.

Una canción: El Sur también existe, de Serrat.

Un deporte: caminar.

Un rincón del mundo: mi pueblo, Navalonguilla.

Un recuerdo de infancia: la nieve, el agua…

Una aspiración: que todos los niños tengan oportunidades.

Un deseo frustrado: no haber estudiado de pequeña.

Una persona: me la reservo…

La última alegría: recibir la Creu de Sant Jordi por lo que supone de reconocimiento a la tarea de Cáritas con los migrantes, y el Consenso Social para las Migraciones.

La mayor tristeza: esta crisis global y mundial que están pagando los que menos tienen y quienes no la han generado.

Un sueño: que cada persona consiga sus sueños, su proyecto migratorio.

Un regalo: una conversación con una persona.

Un valor: la alegría.

Que me recuerden… porque estuve en “cuerpo y alma” haciendo lo que tenía que hacer.

gcarrizosa@vidanueva.es

En el nº 2.670 de Vida Nueva.

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