Juan Javier Flores: “La crisis de valores de Europa no favorece la vida monástica”

Rector del Pontificio Ateneo San Anselmo de Roma

J-J-Flores(Texto y fotos: Darío Menor) El benedictino linarense Juan Javier Flores es, desde el pasado 24 de junio, el nuevo rector del Pontificio Ateneo San Anselmo de Roma. Esta institución, fundada en 1887 por León XIII, cuenta con 500 estudiantes repartidos en tres facultades: Filosofía, Teología y Liturgia. Esta última, con 250 alumnos, es la más célebre. Por sus aulas han pasado muchos de los más grandes liturgistas de la actualidad, entre ellos el propio Flores, quien ha participado en los dos últimos sínodos como asesor permanente.

¿Cómo afronta esta nueva etapa de responsabilidad al frente del Ateneo San Anselmo?

Mi visión debe ser ahora más global. El rector tiene a su cargo las tres facultades y le toca algo muy importante, como es la relación con la Santa Sede a través de la Congregación para la Educación Católica. Quiero poner la universidad a nivel internacional y que los benedictinos signifiquen lo que han sido en el pasado: una gran presencia a nivel científico, eclesial, intelectual y cultural.

Deberá también liderar la homologación de títulos al Proceso de Bolonia.

Sí, es un desafío, aunque llevamos años trabajando en la incorporación al Proceso de Bolonia. Hemos de ponernos a nivel europeo y hay que dar pasos importantes. La Santa Sede se incorporó a ese proceso, lo que nos da la posibilidad de elevar los estudios eclesiásticos.

¿Hay estudiantes del Ateneo San Anselmo que acaban entrando en la orden benedictina?

Aquí se viene con un objetivo científico. La universidad no es un lugar para captar vocaciones, sino un servicio de la Orden benedictina a la Iglesia. Nuestra vocación en la universidad es la formación litúrgica, filosófica, teológica y mística, de forma que también ayude a enriquecer la vida monacal.

El número de alumnos que cursan los estudios litúrgicos en esta institución no ha disminuido con el tiempo. ¿Hay hoy un mayor interés por la liturgia debido al foco puesto por Benedicto XVI?

Puede ser. Sabemos que el Papa tiene un interés particular por la liturgia y ha escrito varios libros sobre esta cuestión. Nosotros hemos tenido siempre alumnos, siempre ha habido 50 ó 60 personas anualmente que comenzaban los estudios. Cada año, también, sale de la facultad un número similar de licenciados. Los obispos nos confían los estudiantes con el objetivo de formar profesores en ciencia litúrgica, para tener así docentes en los seminarios, en las universidades y en las propias conferencias episcopales. En cada una de ellas hay un departamento de liturgia. La mayor parte de las personas que se encuentran al frente de estos organismos han salido de esta universidad: son doctores en liturgia formados en el Ateneo San Anselmo.

El Papa tiene un manifiesto interés por recuperar la historia de la liturgia, parte de la cual estaba olvidada. ¿Perciben esa exigencia entre sus alumnos?

Nosotros siempre hemos hecho un estudio de la liturgia a nivel histórico, teológico, espiritual y pastoral. Hemos tratado la liturgia de todos los tiempos, por lo que nos parece bien que el Papa se refiera a otros tipos de liturgia. Aquí las hemos estudiado siempre. Para nosotros es muy importante el aspecto histórico de la liturgia. Nos interesa su situación en todos los tiempos, aunque fundamentalmente nos centramos en la de hoy. De todas formas, el Instituto Litúrgico nace en 1961, cuando está a punto de empezar el Concilio Vaticano II. Ése es el contexto que nosotros proponemos, pero siempre teniendo una visión histórica de la liturgia. Ningún momento de su desarrollo nos es ajeno o desconocido. En el Concilio de Trento, por ejemplo, se produce una evolución muy parecida a la que luego tendrá lugar con el Vaticano II. Son momentos históricos similares que nos interesan y que nuestros alumnos estudian.

¿Cómo recuerda su participación en los dos últimos sínodos?

J-J-Flores-2Recientemente he estado tres días en la asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos. Soy asesor permanente y consultor de la Congregación para el Culto Divino. Son cosas normales para los que estamos en Roma y tenemos estos cargos. En el Sínodo soy experto en liturgia.

¿Cómo ha sido su trabajo con el papa Benedicto XVI?

Con el Santo Padre mantenemos audiencias cada vez que viene a la asamblea ordinaria del Sínodo. Fue muy bonito verle todos los días allí, excepto cuando tenía audiencia o algún compromiso especial. Es muy interesante verle trabajar e intervenir como un obispo más, siguiendo todo atentamente. Tanto en el Sínodo de 2005 como en el último ha mostrado un grandísimo interés por escuchar a los obispos. Es emocionante verlo seguir todo tan atento y, cuando considera que debe hacerlo, tomar la palabra e intervenir.

Hablemos de los benedictinos. ¿Cómo se puede llevar hoy a la práctica la regla de “ora et labora”?

Es lo que todos debemos hacer. Pablo VI la alargó diciendo: “Reza y trabaja con alegría de corazón”. Es lo que hacemos los benedictinos. Estamos todos unidos en la oración, y lo que nos diferencia de otras órdenes, es el trabajo. El mío, por ejemplo, está aquí, en el Ateneo San Anselmo, y consiste en sacar adelante la universidad. Es un trabajo bonito, exigente y muy monástico.

Los benedictinos han sido, históricamente, generadores de conocimiento. ¿Cree que se podría recuperar esa presencia cultural en medio de la sociedad contemporánea?

El Papa estuvo hace unas semanas en el monasterio de Montecassino e insistió mucho en el aspecto cultural y educativo que los monasterios han tenido y que deben tener. Hoy, la presencia cultural de los benedictinos es más reducida que las de otras órdenes. Nuestro foco está en los monasterios, que son centros de irradiación de espiritualidad, pero también de cultura. Nosotros no salimos fuera, sino que se viene a nosotros en búsqueda del saber. Igual ocurre en el Ateneo San Anselmo, donde los estudiantes se embeben de lo que nosotros les damos.

¿Cree que la vida monacal sigue siendo hoy atractiva para un joven?

Depende del tipo de joven. Los monasterios, por lo menos en Europa, están carentes de vocaciones, pero en otros sitios se encuentran en situación floreciente, como ocurre en Asia, África o en algunas zonas de América. El mundo no es Europa. Hay que tener una visión más amplia, aunque es cierto que la vieja Europa, con la crisis de valores que tiene, no favorece la vida monástica. Un joven no tiene hoy la formación cultural y religiosa que tenía antes. La pérdida de valores culturales, religiosos y espirituales lleva a la pérdida de vocaciones.

¿Cómo se encaja el trabajo de los laicos benedictinos, los oblatos, con el resto de la orden?

Los oblatos son personas que rodean la vida del monasterio y se enriquecen de su vida espiritual. El trabajo con los laicos para nosotros es muy importante, aunque se les debe dar todavía mucho más espacio. Eso sí, deben ser laicos formados. No podemos, por ejemplo, hacer un laico catedrático de liturgia si no está antes formado. La teología y los estudios litúrgicos son para todos, por lo que los laicos deben estar al mismo nivel, aunque tienen que tener más apetito y deseo de conocimiento.

dmenor@vidanueva.es

En el nº 2.670 de Vida Nueva.

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