Dos líderes, una oportunidad

El presidente Obama visita al Benedicto XVI con una clara voluntad por dialogar y acercar posturas

obama-y-papa(María Gómez) “Como católicos americanos que somos, le agradecemos a usted, nuestro Pontífice, y a usted, nuestro Presidente, que reconozcan la oportunidad para promover el bien común. Ustedes inspiran nuestra esperanza y nos llaman a una responsabilidad personal y social para ayudar a hacer del mundo un lugar mejor para la familia humana”. Así finaliza una ‘carta de solidaridad’ que la corriente Demócratas Católicos ha difundido con motivo de la reunión entre Benedicto XVI y el presidente Barack Obama, y que recoge el sentir de una buena parte de la sociedad estadounidense. Decir que ésta es una cita esperanzadora es algo más que una expresión grandilocuente. El Papa recibe en el Vaticano, el viernes 10 de julio, al líder político que ha contagiado la ilusión a medio planeta, en el contexto de una de las cumbres del G-8 más acuciantes y tres días después de conocerse la encíclica social Caritas in veritate. Muchos esperan algún gesto conjunto y alentador.

Tradicionalmente, los encuentros entre los papas y los presidentes estadounidenses han versado, en gran parte, sobre las relaciones internacionales y la paz. Y es en los temas sociales (la lucha contra la pobreza y el racismo, el desarme, la justicia económica…) donde, a priori, más puntos de acuerdo habrá entre el Papa alemán y presidente demócrata: “Sigo creyendo que el capitalismo es el medio más eficaz para crear la riqueza -ha declarado Obama-, pero pienso que la Iglesia católica siempre ha sido una brújula moral poderosa con respecto a las cuestiones de distribución de la riqueza”.

Las posturas son muy cercanas también en la cuestión de Oriente Medio. El Vaticano valoró positivamente el discurso de Obama a los países árabes, el 4 de junio en El Cairo, resaltando las coincidencias con las palabras del Papa en su peregrinación apostólica a Tierra Santa. “Es un asunto en el que estoy impaciente por hablar con el Santo Padre, porque creo que nuestra posición recoge ampliamente la de la Santa Sede. Y creo que podemos ser compañeros eficaces para tratar de que las partes se acerquen”.

Obama hizo estas manifestaciones el 2 de julio, durante un encuentro en la Casa Blanca con corresponsales católicos, en el que salieron, claro, las cuestiones más espinosas. Porque si hay sintonía con el Vaticano en ciertos temas, la fractura es clara con un sector muy importante del catolicismo norteamericano a propósito de otras cuestiones morales. La postura ‘aperturista’ de Obama en el aborto, el matrimonio entre homosexuales o la investigación con células madre no gusta a los obispos, y el desacuerdo frontal se evidenció el 17 de mayo. Su intervención en la católica Universidad de Notre Dame fue muy mal recibida por decenas de obispos y miles de católicos.

Agradó más, afortunadamente, el nombramiento del teólogo de origen cubano Miguel Díaz como embajador ante la Santa Sede. Pero no hay nada que haga pensar que el Papa no hablará de las enseñanzas de la Iglesia en cuanto a la defensa y la dignidad de la vida humana, como ya lo hizo en febrero a Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.

La voluntad de Obama es llegar al máximo entendimiento posible, o eso se desprende de juicios tan respetuosos como el que emitió después de glosar la figura del cardenal Bernardin: “La tradición católica me permitió a mí, un no católico, reflexionar sobre cómo puedo ser una persona mejor. Y podría ser un poderoso instrumento para poner en ejecución un conjunto de valores en la vida americana en general”. “Políticamente -continuaba-, veo este encuentro como un coloquio con un jefe de Estado extranjero, pero tengo la conciencia de que, naturalmente, él es mucho más que eso. El Pontífice goza de mi máximo respeto personal, como figura que unifica una gran cultura y una gran sensibilidad”.

En el nº 2.668 de Vida Nueva.

Compartir