Rouco apela a la concordia en el Cerro de los Ángeles

(M. Á. M.) Con motivo del 90º aniversario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús -en una ceremonia que entonces, en plena vigencia de la confesionalidad del Estado, contó con la presencia del rey Alfonso XIII-, el pasado domingo 21 de junio tuvo lugar una eucaristía en el mismo Cerro de los Ángeles con el fin de renovar la histórica consagración.

Pese a que las expectativas eran superiores, finalmente fueron alrededor de 8.000 las personas llegadas de toda España -en gran parte provenientes de las tres diócesis madrileñas, siendo muchas de ellas jóvenes que estuvieron la noche anterior en una vigilia y en la posterior oración ante el Santísmo, que se mantuvo expuesto hasta poco antes del inicio de la ceremonia-, participando también veinte prelados en la Misa presidida por el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela. El acto, convocado por la Provincia Eclesiástica de Madrid, contó con un notable esfuerzo por parte de la diócesis de Getafe, anfitriona  y organizadora del evento. 

En su homilía, Rouco recordó el difícil contexto en el que se produjo la originaria consagración, en 1919, tras la I Guerra Mundial: “Europa y una buena parte del mundo yacían en ruinas. Ruinas materiales que ponían al desnudo el fracaso de una visión del hombre y del mundo que había pretendido construirse a través de una concepción puramente terrena de la realidad”. Entonces, en un momento en el que ciertos modelos “habían querido prescindir de Dios”, España “no estaba ajena a toda esa tragedia”. Por ello, explicó, “se aceptó la invitación de entrar por esa espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús”: “la única propuesta que podía superar los egoísmos y los odios encendidos de aquella historia”. 

También necesita nuestra patria los bienes de la reconciliación, de la solidaridad, de la justicia, de la concordia y de la paz”, concluyó el cardenal. De este modo se evidenció un paralelismo con la sociedad actual, que, a juicio de los organizadores, está necesitada de una nueva evangelización. Los organizadores evitaron identificaciones con el pasado en símbolos y consignas. 

En el nº 2.666 de Vida Nueva.

Compartir