Braulio Rodríguez plaza toma posesión como nuevo arzobispo de Toledo
(Javier F. Martín– Toledo) Puedo ser pastor, guardián solícito, padre, hermano, amigo, portador de consuelo, servidor, maestro, hombre fuerte, sacramento de bondad. Y eso quiero ser para vosotros, queridos hermanos e hijos de Toledo”. Así se ha presentado el ya arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, a los que desde el pasado domingo, 21 de junio, son sus fieles diocesanos. Estas palabras de su primera homilía como arzobispo de la sede castellano-manchega se han convertido en la carta de presentación del prelado, el número 120 en la historia de la sucesión apostólica toledana.
Declaración de ‘intenciones’
En una jornada festiva y luminosa, no fue ésta la única declaración de ‘intenciones’ que Braulio Rodríguez hizo en la catedral. “Exigidme que esté dispuesto a caminar con vosotros, a serviros, a no ahorrar tiempo para animaros, para acercarme a los problemas concretos, a acompañar a los sacerdotes y también a los niños, jóvenes y mayores, a los atribulados y más pobres, a los que sufren, a los que cuesta transmitir la preciosa fe a sus hijos, a los parados y a los emigrantes”, pidió a sus nuevos diocesanos.
Sacerdotes, vida religiosa y laicos de Toledo, pero también de las diócesis donde nació (Madrid) y ha desarrollado su ministerio sacerdotal (Madrid-Alcalá) y episcopal (Osma-Soria, Salamanca y Valladolid) Rodríguez Plaza, escucharon su reflexión sobre el episcopado, en forma de homilía. En ella aludió a la labor del obispo ante los cambios culturales, sociales, económicos, científicos o teológicos que se viven en la actualidad. “¿Serán estas cuestiones competencia del obispo? No, si entra en el juego político; sí, si se trata de iluminar y orientar problemas concretos que tienen los hombres y mujeres, también los cristianos, y que se abordan desde una fe en Jesucristo que unifica y no crea dualismos estériles y esterilizantes”, señaló.
Braulio Rodríguez, que ya ha mantenido esta semana sus primeros encuentros con los sacerdotes de la diócesis, sucede al cardenal Cañizares, quien en sus palabras de saludo al nuevo arzobispo señaló que Toledo, “ciudad y diócesis abiertas, lugar de unidad y de fragua de unidad entre pueblos y culturas, creadora de cultura, te recibe con gozo”. Y así, gozosa, recibió algunos gestos discretos y evidentes del nuevo arzobispo hacia uno de los tesoros mejor conservados por la sede toledana, el rito hispano-mozárabe, del que también, desde el pasado domingo, Braulio Rodríguez es el superior responsable.
En el nº 2.666 de Vida Nueva.