Granada descubre tres Riberas

La restauración en la catedral del retablo del nazareno deja al descubierto su firma

tres-riberas(Juan Carlos Rodríguez) Una grata sorpresa. Tres Riberas reaparecen en la Catedral de Granada. Después de la restauración de la Capilla Mayor, el Instituto del Patrimonio Cultural, dependiente del Ministerio de Cultura, inició en diciembre de 2008 la intervención de los retablos del Nazareno y de la Santísima Trinidad. Los trabajos fueron adjudicados en concurso público a Talleres de Arte Granda, S. A., bajo la dirección técnica del restaurador Antonio Sánchez-Barriga, con un presupuesto de 276.803’07 euros en el marco del Plan Nacional de Catedrales. Debajo del polvo de casi tres siglos reapareció la firma y fecha de José Ribera ‘El Españoleto’ (Játiva, 1591-Nápoles, 1652) en dos óleos del retablo del Nazareno -el Martirio de san Lorenzo y María Magdalena penitente-, hasta entonces tomados por copias. Como el tercero –Aparición del Niño Jesús a san Antonio de Padua-, lleno de evidencias de que salió de la propia paleta del maestro valenciano del siglo XVII ahora que se ha podido someter a un análisis exhaustivo.

Hasta dentro de dos meses, no obstante, las pinturas no regresarán al retablo, mientras que los expertos siguen trabajando en el taller de restauración que, para la ocasión, se ha erigido en la misma catedral granadina. “Aunque se sigue en la verificación de su autenticidad, podemos decir que en la Santa Iglesia Catedral de Granada hay tres obras excepcionales del pintor valenciano José de Ribera, el Españoleto“, proclaman desde el Arzobispado. Según Sánchez-Barriga, desde que comenzaron los trabajos de restauración, tenía la certeza de que se trataba de cuadros de gran valía “por su calidad de factura y técnica”, a pesar de que estaban a más de quince metros de altura y en malas condiciones. Ha hecho falta bajarlos al suelo, limpiarlos y eliminar los repintes realizados por restauradores con poca maña entre 1721 y 1725, como describe el delegado diocesano para el Patrimonio Cultural del Arzobispado y conservador del patrimonio de la Catedral, Antonio Muñoz Osorio: “Al quitarles los repintes ha aflorado una calidad maravillosa. Serán las estrellas, lo mejor de la Catedral, junto con La Inmaculada de Alonso Cano“.

Extraordinario valor

martirio-s-lorenzoEl conservador Pablo Jiménez Díaz ha sido quien ha puesto en valor las tres obras, casi trescientos años después de ser colocados en el retablo del Nazareno, junto a las otras siete obras que lo componen. En el caso del Martirio de san Lorenzo, el cuadro está firmado y fechado en el extremo inferior derecho por “Jusepe de Riba Español F(ecit) 1639” y en el extremo inferior izquierdo por “Ivan Do F(ecit)”, es decir, por el pintor también valenciano Juan Doso o Giovanni Do. “Se trata, por tanto, de una obra de extraordinario valor no solamente por la maestría del trabajo, inequívocamente atribuible en su parte principal a José de Ribera, sino también por su carácter documental, al presentar la característica verdaderamente única de estar firmado por dos autores, del segundo de los cuales, además, no conocíamos hasta la fecha ninguna obra segura”, según Jiménez Díaz. Este Martirio de san Lorenzo sigue una composición que había sido inventada por el propio Ribera bastantes años atrás, probablemente en su etapa romana, y de la cual se conocen varias versiones, todas fuera de España. “Se trataba, al parecer, de un modelo de éxito, que el maestro y su obrador repetían por encargo al paso de los años. A diferencia del ejemplar de Kansas City, y a semejanza del de Londres, el de Granada sigue un formato vertical, desarrollando un esquema compositivo a la vez más equilibrado y más dinámico, de figuras en torno a un espacio central vacío en que se dispone la hoguera”, sigue explicando el conservador del Instituto de Patrimonio Histórico. La diferencia técnica más notable que se advierte en esta pintura respecto a sus precedentes reside en la figura del santo mártir. “Presenta aquí un cuerpo de modelado más blando y refinado, y sobre todo, un rostro notablemente más hermoso, entre infantil y femenino, que por sí solo podría valernos para fechar la pintura en torno a 1639”. Lo dice Jiménez Díaz porque “se trata de la joven modelo que encontramos también, por ejemplo, en la Magdalena Penitente del Museo del Prado, de 1641, la hermosa muchacha que la tradición quiso identificar, “infundadamente”, con la propia hija de Ribera.

aparicion-jesus-s-antonioAparición del Niño Jesús a san Antonio de Padua era considerado, hasta ahora, como “réplica de obrador”, al igual que los dos ejemplares napolitanos existentes: los de la iglesia de San Francesco Saverio, actualmente en el Museo Capodimonte, y el de la sacristía de la iglesia de San Fernando. Y como tal los cita Nicola Spinosa en su corpus de 2008 y en el de 2003 (Ribera. L’opera completa. Electa, Napoli). El original de todos ellos es el magnífico ejemplar del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, firmado y fechado en 1636, procedente de las colecciones reales, donde se documenta en el Alcázar Real ya en 1666. Sin embargo, ubicado en la parte más elevada del retablo de Jesús Nazareno, “y apenas visible por efecto también de los repintes y la suciedad”, según Pablo Jiménez Díaz, el lienzo de Granada no había podido ser debidamente contrastado hasta hoy con los ejemplares de Madrid y El Escorial. El trazo magistral de Ribera es evidente, según los restauradores: “La limpieza a la que está siendo sometido está poniendo, sin embargo, en evidencia, esa característica pincelada pastosa, casi matérica, entre genial y detallista hasta lo microscópico, que capta el vello del bigote, las comisuras de unos labios casi adolescentes en deliquio místico, la redondez de los pliegues de la oreja, la áspera textura y los pesados pliegues del hábito, el mínimo brillo blanco sobre unas uñas sucias, la contrastada atmósfera en la celda, fría y pobre, y a la vez cálida y celeste en torno al Niño y sus angelotes, el ascético bodegón de un libro sobre una mesa en los que aún se reflejan minúsculos brillos de la luz celestial”. Copia, sí, pero realizada por el mismo José Ribera El Españoleto.

magdalena-penitenteMaría Magdalena penitente, a diferencia de las otras dos obras, presenta daños irreversibles. Obra firmada y fechada, “Jusepe de Ribera español F. 1642”, se trata también de un lienzo de extraordinaria calidad, que, aunque conservada en peores condiciones, “evidencia igualmente de forma inequívoca la mano genial del maestro”, en palabras de Jiménez Díaz. “La Magdalena es una obra que centra todo su dramatismo en la intensa mirada de la penitente, de grandes ojos brillantes, muy característicos, y en el contraste sutil de finura y elegancia de rostro y manos, gesto y postura, con la roca, la cruz, el paño y la estera que le sirve de atuendo…”. Comparada con la famosa Magdalena del Museo del Prado, anterior en dos años, los investigadores han encontrado notables semejanzas. Sin embargo, el lienzo de Granada transmite una mayor tensión dramática, frente a la mayor elegancia noble de la figura del Prado, “diferencia que viene dada no solamente por los atuendos y el gesto, sino quizás sobre todo por el punto de vista más bajo y más cercano al modelo, cuyo cuerpo abarca una proporción mayor de superficie pictórica, y que parece específicamente pensado para su ubicación en el lugar elevado de un retablo”. Resultado, según Jiménez Díaz: “Se trata de una obra magnífica en sus tonos cálidos delicadamente combinados, en los característicos toques mínimos de brillo blanco en los ojos, uñas, palos de la cruz… y en las calidades contrastadas de las diversas superficies, tratadas con la pincelada empastada tan característica. Y una curiosidad: con la mano derecha, la Magdalena sujeta una pequeña cruz que sustituye a otra bastante más grande que ha sido borrada, pero que ha dejado su huella en forma de “arrepentimiento” del pintor. Otra más: Sotheby’s subastará en Londres el próximo mes dos Ribera: un Prometeo de gran tamaño, con un precio de salida entre 900.000 y 1,4 millones de euros, y una escena bíblica, Jacob se hace pasar por Esaú, una “copia” ampliada del original del Prado, por 35.000 euros.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.665 de Vida Nueva.

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